Cuando
el sol se asome
por la rivera de sus
montañas
con esas primeras
llamas que llevan el calor
en sus labios,
cuando la lluvia
riegue un recuerdo
para limpiar esa
imagen tuya
que llegó tan clara
y las estrellas me
digan que ya no puedo correr
hacia ti, quiero
encontrarte limpia
como siempre eras
cada vez que
imaginaba.
Cuando esos primeros
brillos
recompongan una
alfombra entre tú y yo,
cuando todo esté
esperándote quiero
acordarme de ti.
Quiero saber
que tú también
estabas esperando la señal,
quiero saber que el
tiempo fue nuestro
durante esos segundos
y tú no has cambiado.
Si he sido yo el que
ha permanecido oculto,
despiértame.
Sólo despiértame.
¡Un verdadero descubrimiento! Has jugado un poco con el poema, de una manera casi imperceptible, y lo has moldeado a tu gusto (no ha perdido un ápice de su determinación original, se mantiene intacto, casi diría "impoluto", ha sobrevivido a nuestro descaro). He ahí la semilla de una creación inigualable.
ResponderEliminarPercibo ese molde des que tú me hablas, esa manera sutil de liberar el poema de las posibles degradaciones externas. Percibo también ese mensaje, esa sintonía que no está descrita en las palabras, pero a la cual te abocan irremediablemente. Y esa mutua relación que se aprecia en el final "Sólo despiértame".también la percibo, Incluso ese juego con el poema, imágenes que dan paso a una ventana que se desnuda con el tiempo.
ResponderEliminarY me maravilla porque no pensaba describirlo así cuando escribí este poema, por eso pienso que muchas veces las manos te van definiendo una identidad mayor. Comprendo lo que dices tú, que a veces me pierdo en sensaciones o en imágenes que me llevan por recobecos fastuosos pero carentes de savia: eso es lo que te va puliendo el tiempo.
Hasta puedo encontrar también una interrelación entre un mundo que podríamos definir interno con el mundo original, el que nos permite la vida. Pero también veo una cierta "superficie" en vez de profundidad.
De todas formas ese " juego imperceptible" lo moldea para bien
Un poema nunca está acabado hasta que damos con el toque preciso para armar su definida armonía: una clave, unos acentos, unas notas como música en un pentagrama.
ResponderEliminarPercibo también en tu comentario esa nueva forma de expresión más llana pero más resolutoria, menos fluctuante y más prosaica, con ese toque final que te deja vulnerable en el tránsito hacia los versos, marcando una singular disposición.
Afortunadamente tú tienes sabia como para anegar un bosque entero y ahora, por qué no, otra mirada. Es tiempo de crujir las ramas con ese nuevo empeño (espero que tu leña nos de calor para este invierno).
...al descubrirlo quedé absolutamente prendado, cómo lo estás tú ahora. De la misma manera que se observa una pepita de oro en la profundidad de un arrollo, su solo brillo me cegó por completo.
ResponderEliminarNo me gustaría ahora que mi vida se detuviera pues el camino ya está definido de alguna forma: sólo tiene un sentido pues. Puede ir más o menos lento, puede ir entre ramajes que le sirvan de cobijo y de ensueño, siempre que no le aparten de la meta que se ha señalado, puede ir desnudo en cierta manera, pero sólo debe ser una su vestimenta. La pepita primera en la profundidad de su arroyo es el SER, el espíritu unigenérico indestructible a partir del cual emanamos todos nosotros como vertientes de una misma raíz. ¡Si supieras cuántas veces nos hemos equivocado!: eso forma parte de nuestro aprendizaje.
ResponderEliminarMe hablas de una nueva manera de expresión y yo también la veo. No busca, no, ubicar la semilla cortaaaaaando toda aspereza que brota de su alrededor..