Revolotea mi alma entre tus carnes,
como un pájaro enjaulado
en la estrechez de tu universo.
Y como un río de lava te recorro
encendiendo de blanco
cada espacio de tu cuerpo.
Y la palabra se hace agua
y el agua, silencio,
cuando en ti me pierdo.
Sudando chispas de fuego
por los poros, lamiendo la sal
de tus valles inquietos.
Mi aliento se enreda en tu aliento
y las lenguas se comulgan en un
beso,
mientras los
dedos se adentran en la tierra.
Busco el oro
rojo de un amor sediento
y la calma huye
perseguida por deseos
y el tiempo se
detiene en el horizonte de tus pechos.
Un poema con encanto, del que me gustaría darte otra versión (no superior a la tuya), cambiando simplemente la disposición de las estrofas.
ResponderEliminarRevolotea mi alma entre tus carnes,
como un pájaro enjaulado.
En la estrechez de tu universo.
como un río de lava te recorro
encendido de blanco.
En cada espacio de tu cuerpo.
la palabra se hace agua
y el agua, silencio.
Cuando en ti me pierdo,
sudando chispas de fuego
por los poros, lamiendo la sal
de tus valles inquietos,
mi aliento se enreda en tu aliento
y las lenguas se comulgan en un beso.
Mientras los dedos se adentran en la tierra,
busco el oro rojo de un amor sediento
y la calma huye perseguida por deseos.
Tiene belleza también. Yo será que me estoy haciendo viejo, pero ya no comulgo tanto con las imágenes sensuales, aunque todo depende de los senderos por donde la vida te conduzca. La vida va desnudando etapas.
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