Curvas de violín,
cuerdas tensas.
Suave madera.
Tonos de luz y agua,
cálida y tierna.
En ti se pliega mi
arco.
Y en ti, surge la
música,
la vida vibra y corre.
Queja del alma
inquieta.
Apóyate a mi hombro
y deja que arranque
la voz
que en tu pecho trema.
Ven a cantar conmigo,
a bailar y soñar.
Herido de dulces
notas,
que el alba espera…
La música agrede con su tonalidad pero hay que ir al encuentro del dolor.
ResponderEliminarNo siempre es agresión un amargo tono, a veces es descanso, pero se ha de saberse interpretar. Un ejercicio que hacía estudiando era juntar primeras frases, segundas y terceras, porque me parece bastante acorde el resultado. Y siempre la figura del alba como vestido final
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