Y he escuchado el celo transparente de las mañanas
pendiente de las sirenas del cosmos que me
acunaban
con sus luces.
Buscaba entre los reflejos
de los tímidos rayos del sol
brillantes sombras que me percatasen
de su presencia.
Y he recogido los cristales de mis ojos
diciendo que eran el alba y en ellos
busqué la inocencia
de lo que el mundo me mostraba.
No pude comprender, no supe, pero si
lo percibía.
Y la infancia se transformó en coral y me
sentí
deudor con todas las infancias del mundo
que me daban la vida.
Y el sonido volvió a ser palabra y el
silencio
sonido
y las imágenes parte
de este reino batallador,
consciente.
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