Me había engañado a mí mismo
creyendo que la factura a pagar iba a depender del hecho y ahora veo que no,
que depende del tiempo transcurrido. Y el tiempo todo lo deforma, todo lo
transforma… lo atempera. Pensaba que el mal era mal siempre, en el lugar donde
fuese y veo que no es así, que el perdón no existe. Me había engañado a mí
mismo pensando que no era necesario el sacrificio, que no era necesario… y
ahora comprendo que el perdón se compra, que el perdón se vende. Y estamos
jugando a comprar y vender la libertad… y las cadenas también. Me había
engañado a mí mismo.
Grandes engañados, grandes sabios!!!
ResponderEliminarLa locura es querer engañarte para fomentar la sabiduría
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