Até la vida de pies y manos y al
instante
sentí mis pies y mis manos atadas también,
mis pies y mis manos
como pago de una deuda
que
el mundo me cobraba con lícito desdén.
2016
En algún momento la ruina es liberadora y las deudas ya no tienen importancia.
ResponderEliminarPero siempre están ahí y el mundo nos la reclamará, de una u otra forma. Nada prescribe en la naturalezaaa, eso lo inventaron los humanos. Y es bueno que sea así
ResponderEliminarNo nacimos con deudas pero desean que llevemos esa carga a todas partes...
ResponderEliminarpero cargárselas a los otros no te exime de tu responsabilidad. Nadie está más ligero de cargas que el que nace, enfrentarse a ellas es compartirlas
ResponderEliminarHay cargas auspiciadas y deliberadas que devienen de otros intereses más espurios; pero entiendo que ciertos "problemas" es mejor compartirlos.
ResponderEliminarTodos tenemos intereses espurios que van detrás de la realidad para ajusticiarnos en el momento preciso: até mi vida y era la vida la que ataba, a veces el pago es asomarse al vendaval de intransigencias que no me pertenecen.
ResponderEliminarNos cuesta desprendernos y ni siquiera debería permanecer la calderilla...
ResponderEliminarSi desprendernos es entregarnos, ¿quién recogerá de nuestro cuerpo sus cenizas cuando sólo seamos pasto de la brisa fugitiva?
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