Bajo las sombras
inclinadas del deseo
ansiaba tus labios
en mi fuego dormido.
La luz de tu boca
se reflejaba en mis
aguas,
desnudaban mi piel,
y tus ojos
balbuceaban
la extremidad de mi
cuerpo.
La sensación era
deliciosa
desafiante llegaste a
mi,
desnudaste mi mundo
quebrado
y con un suave
gruñido
me llevaste a desatar
el ímpetu de la
pasión.
Te aferraste
fuertemente
rodeando mi cuello
y el calor de tus
besos
parecieron fundirse
en mis pechos
tomaste mi nuca
para que no pudiera
eludir
tus labios ansiosos;
salvajes se movían
sobre mi boca húmeda
y tu lengua ardiente
me penetró con más
fuerza.
Luchaba contra el
deseo infernal
para recuperar mi
aliento,
un leve temor me
invadió
pero tus labios eran
fuego sediento
que tras mis espaldas
delineaban mi cuerpo,
tus dedos suaves
se deslizaron hacia
abajo
estremeciendo mi
vientre
y tus labios me
silenciaron.
Acariciaste mi pubis
saboreando la humedad
de mis entrañas,
jadeante murmuraste
déjame amarte!
déjame escuchar tu
ronroneo
cuando está dentro de
ti.
Luego gimió mi cuerpo
gruñó
mi boca
y me besó con fuerza
me penetró
absorbiendo con sus
labios
el grito del dolor,
continuó besándome
provocando un intenso
placer dentro de mi,
me dejé arrastrar por
la pasión
y en un estallido de
placer
pronuncié tu nombre
desde el ocaso
Así deberían ser los ocasos y los amaneceres...
ResponderEliminarCiertamente el mundo de la sensualidad nos conduce a cotas impensables. Después de leer el poema de Mary Bell seguro que has suspirado: "¿Y dónde me he quedado yo?"... todos tal vez disfrutamos un poco de las cumbres de Mary Bell en sus palabras
ResponderEliminarCiertamente el mundo de la sensualidad nos conduce a cotas impensables. Después de leer el poema de Mary Bell seguro que has suspirado: "¿Y dónde me he quedado yo?"... todos tal vez disfrutamos un poco de las cumbres de Mary Bell en sus palabras
ResponderEliminarDichosas cumbres y costumbres. No sé dónde te has quedado, tú pero yo no he podido llegar al final!!!
ResponderEliminar