La vida es un
don enjoyado,
un adorno emanando
brillo
que no siempre es
apreciado.
Se gestó en
un juego de dados,
uno de los jugadores
era Dios,
el otro, su hermano
desterrado.
El mundo es el
fruto maduro,
de un reto entre dos
orgullosos
que se juraron
enemistad eterna.
Su acto es el
preciado equilibrio
de una balanza
cargada de vida
en busca de su
añorado sentido.
Un conocido físico decía que Dios no juega a los dados con la existencia.
ResponderEliminarEs bueno apreciar otros caminos, investigarlos; todos los poetar utilizamos recursos que muchas veces no están al alcance de nuestras manos, pero que permiten intuir hasta dónde puede llegar nuestra fantasía... ¿o es nuestra realidad?. Como alguien dijo un día: es más hermosa aquella fantasía que se escribe tal y como se siente, que aquélla que se imita porque no se puede sentir
ResponderEliminarPuede ser más hermosa pero no siempre más concisa!!!
ResponderEliminarRaúl
Muchas veces queremos vestir el camino hacia la hermosura de piedras preciosas, piedras que al fin y al cabo sólo son respuesta de lo que a nosotros mismos nos falta, que es la sencillez: con esas piedras tapamos nuestra finitud. Pero siempre tras esa hermosura se oculta la cara de lo que somos nosotros mismos
ResponderEliminarCon razón se dice: tienes una cara de piedra.
ResponderEliminarLas losas de los cementerios también tapan esa finitud!!!
El hombre busca moradas porque teme quedarse solo: moradas para vivir, incluso para morir busca moradas. Esto es algo que le transmite supervivencia. Yo soy más partidario de estar en contacto con la tierra, pues ella nos ha dado el ser.
ResponderEliminarEstos días, por ejemplo, han supuesto para mí más que un alejamiento, pues no era capaz de conectarme al blog y me mantuve lejano físicamente, no en espíritu.
Sentí, como tú dices bien, esa finitud; en este caso no fue una losa de cementerio, sino un estímulo, pero siempre, como en todo lo que percibimos, una manera de expresar lo que sentimos: una denotación de nuestra supervivencia