- Yo te diría todo
eso que siempre estuve enseñando.
Ahora tú has llegado a
ser mis oídos y toda mi voluntad. Ya sabes que es este ambiente, siempre me lo
querías recordar.
- Adelante!. Mañana
está con nosotros. Como siempre, ya es otro. Yo no seré igual.
Era todo un revoltijo de
ideas. Pero a él le gustaba. Siempre había sido lo que más le llamaba la
atención. Y aquella sala le permitía combinar todos sus colores tan agradables,
todos aquellos pensamientos tan variados que habían surgido para inventar. Allí
se había liberado el duende siempre oculto de sus labios, el misterio abstracto
de sus sentimientos.
Aquellas paredes no
estaban solas. El había construido sobre la fantasía todo el conjunto de sus
momentos para descansar. Y se entretenía con ellos.
No, aquellas paredes no
estaban vacías. Siempre había soñado encontrarse allí, dar vueltas, intentar
ver la realidad del mismo modo que la veía él.
- ¿Qué más puedo
decirte?.
- Calla!. Sigue
pensando.
Algo le decía que allí
había alguien más. Aunque ya estuvieran las paredes enmohecidas por el vapor.
No oía unas pisadas, por interiores y silenciosas que fueran, pero él sentía su
presencia, incluso podía sentir sus movimientos.
Ya había empezado a
imaginarse a aquel espíritu sin rostro ni aliento, aquellas palabras que no
estaban escritas en ninguna parte, pero que él sentía como suyas. Era bueno
hacerse amigo de la soledad…
- Ahora veo claros unos
sentimientos tan silenciosos, ahora me parecen vivos, quisiera darles la
libertad, porque siento que todos los días me harían falta.
¿Sabes?, me gusta hablar
contigo, aunque sepa que no existes. Creo que todo tiene significado en la vida
si se vive en todo su amor.
En
él describo un mundo de niño, lo que sentía entonces… empezaba a ilusionarme, a
enamorarme. Lo titulé: "A él le gustaba ser como yo". Y era ese ser
que latía conmigo, ese niño que estaba dentro de mí… Un camino que me empujó
tres años.
Cuando
retomé otra vez lo que había dejado atrás, pensé que había valido la pena. Pero
otra vez me pilló a contrapié la realidad dura, cruel.
La vida ya no es 3-II-1988
como antes, y siento como si me robaran
algo de muy dentro
de mí. El cielo
ya no es azul, ni claro, y en mi alma
siento la ausencia
de un amor
que lo ha dado todo por mí.
No veo sus ojos, eso
es lo que más me revienta. Que me quiten
el tesoro que le dio vida
a mi niñez.
El amor dolido no siente 6-II-1988
del mundo. Ni espera, aunque haya
recuerdos
que antes podían darle un sentido. Y hoy
le llega la hora de partir.
No hay caminos, aunque los árboles pasan
y apenas se ven, aunque las piedras
te molestan y se pegan a tus pies
las arenas sin sentido. Sé que corro, pero
es muy adentro que el paisaje
tiene un nombre y un adiós
que se debilita. Quisiera escapar a decir
que no hay
silencio, pero es tan profundo, vuelve a
ser
de nuevo tan profundo
que escribo, escribo solo y apenas pienso
en lo que pudo haber sucedido.
Queríamos
hacer un grupo poético entre los tres, pero al final no fue posible. Pero a mí
me ayudó, porque podía Pero a mí me ayudó, porque podía creer en lo que
escribía y darle una imagen. Salía de casa, compartía otras inquietudes, y así
lo que escribía fue tomando cuerpo. La lucha dejó de hacerse algo únicamente
mío, algo que podía compartir, entender.
Ellos
me ayudaron a salir de toda esa vorágine mental en la que me había metido,
estaba conociendo el amor, comprendiéndolo también. Y todo empezó a tomar
sentido a mediados del año 1990, 1991 y 1992: unos años bastante fructíferos.
Mi
camino estuvo sembrado de guerras 27-VIII-1990
y de gritos
para llegar a ti. Fue difícil
comprenderlo.
De tristezas y lamentos,
de caminos confusos
y de sangre. Mi camino estuvo quebrado
por el tiempo
y por el barro de los caminos. Y las
guerras eran tan grandes
que nunca sabía
dónde iban a llegar. Mi camino estuvo
lleno de pequeñeces
y de instantes deliciosos
que merecían la pena recordar
y escribir.
Muchas veces pude hacerlo. Yo era como tú,
errante y callejero, lleno de amor,
de alegría.
Como tú, esperanza
y sueño, siempre dispuesto a escuchar
palabras
y a volar.
Hoy puedo, mar, hoy olvido mis tristezas
y me fijo en el blanco de tu aurora,
de tu orilla.
Hoy siento que puedo
cruzar tu ternura
y tu arrogancia,
por eso
me escapé del mundo un instante
y estoy ante ti.
Hoy mi libreta se ha hecho infinito.
"Quisiera escapar a decir que no hay silencio". Una frase puede albergar tanto significado..., incluso más que un poema entero. Y hay frases que realmente lo definen todo. Mi camino estuvo lleno de pequeñeces e instantes deliciosos también. El poeta no busca la grandeza del mundo humano, busca lo sublime del mundo inmaterial -las pequeñas cosas que carecen de importancia en el mundo real no escapan a la sutileza del mundo sensible-.
ResponderEliminarraul
Esa frase recuerdo que te gustó mucho en un tiempo: escapar antes de decir que no hay silencio. Frases que aparecen en una determinada etapa de la vida y que ahora se recogen
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