Y vi una mujer humillada
y la gente decía de ella cosas que no
sabía,
que le contaban…
Y ella calla, porque nadie sabe
la verdad que gime,
la verdad que clama…
Y vi una luna encendida en los cristales
azules del día
como una estrella
y sus manos vestían el silencio
y la calma,
el deseo y la calma.
Y vi un pétalo escarnecido
tendido en el camino cubierto de polen…
y luego vi a una mujer decidida
que guardaba en su alma la vida y la
libertad
aunque su cuerpo se tiñese de llagas
y de frío…
y se vistieran de rojo las flores de mi
jardín.
2005
¿Quién sabe lo que un corazón de mujer sufre?
ResponderEliminarBesicos.
Ojala ninguna otra mujer tenga que sentir sobre si misma la pesión a la que están sometidas muchas mujeres
ResponderEliminarNadie, Guillermo... ni lo que calla, ni lo que llora. Están preparadas para ser una fortaleza. Se puede escribir mucho sobre ellas, se puede imaginar mucho... pero la realidad siempre es otra más profunda. Por eso tanto las admiro.
ResponderEliminarAnónimo, tienes razón. Saber que esa presión siempre está ahí es una condena ya en sí misma. Debemos unirnos a todas ellas... y luchar, cada uno como pueda. Es todo lo que podemos hacer. Y decirles que estamos con ellas... apoyándoles