Mi casa es un templo a pesar
que otros vientos has querido abatirla
y romper los cristales
que le daban calor.
A pesar que la seda haya querido
ensuciarla
con trajes de lama
que eran falsos.
Mi casa es un templo. A pesar que el musgo
que traen los nuevos tiempos
sea tan diferente al que ayer
encontraba en los caminos. Mi casa resiste
al viento,
al huracán.
Mi casa es un templo que se crió desde
niña
con sus nubes de azabache
y sus cielos de algodón.
Yo le di mis leyes
y le di mi nombre.
Por eso es mi casa y es mi templo...
y es mi sangre.
2002
Claro que sí... y hasta el sistema linfático... Precioso.
ResponderEliminarBesicos.
No sólo la casa de piedra sino también la casa del alma, pero seguro que eso se ve con la lectura, aunque estoy seguro que vosotros podéis ver más identidades en las palabras
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