Enmudezcan mis palabras,
ya no tienen nada que hacer.
Extraviada anda la gente
como una voz en el griterío,
como una arena en la duna.
Asesinan tu voz y agrietan tus escamas,
te rompen,
te rompen… Tú debes desaparecer
porque ya nunca te harán caso.
Enciérrate en una caja y ponle tres candados de oro…
ya la gente no hace caso
de los poetas hastiados,
de la
última generación de profetas.
- 1982 -
Sí..., creo que están hastiados de los poetas y los profetas que se encierran en cofres de oro.
ResponderEliminarPero los poetas hacen falta; al igual que el carpintero, el albañil, el ceramista... modelar palabras nos ayuda a creer
ResponderEliminarPalabras como ladrillos, cerámica y lápiz de carpintero... Si la mesa cojea, el papel, más que el poema, puede ayudar al equilibrio. Para la precariedad interior, la celulosa ya no es tan importante como el contenido.
ResponderEliminarNunca las palabras deben traspasar el umbral de la materia, porque no es ésa su condición. Hoy vemos las casas de nuestros primeros padres y nos parecen precarias, pero lo cierto es que hubo que pasar por esa precariedad para encontrar el cemento que las conforma hoy en día
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