Esta noche
voy a soñar,
nada me va
a despertar;
vuelto a besar.
Volveré a soñar
que nuestros cuerpos
se han vuelto
a encontrar.
Esta noche
nos vamos a
amar, a entregar,
a abrazar y así
dormidita en
tu pecho me
voy a quedar.
Pero tus manos,
besos y caricias
me volverán
a despertar.
Déjame soñar
porque mañana
por la mañana
este bonito sueño
se puede acabar.
Todo se acaba y los requerimientos se transforman en un: "déjame descansar, no seas tan pesado y sobón".
ResponderEliminarMuchas veces tenemos que superar nuestros propios acontecimientos si lo que queremos es sacar de ellos una razón, una enseñanza. Y es que muchas veces ese "no seas tan pesado y sobón" se hace una forma de comprender, de perdonar. No es sencillo saber cuál es el punto medio de todo, pero se nos hace lindo haberlo vivido
ResponderEliminarHay que vivir los inoportunos y los sobados pasiegos como la impertinencia de un dulzor agrío.
ResponderEliminarNo es el dulzor agradable el que más enseña, a veces es necesario mirarlo desde un nivel más alto
ResponderEliminar¿Una mirada desde lo alto de las papilas gustativas?
ResponderEliminarDesde un nivel más alto no se ve lo material de la mirada, ya que no hay sólo una realidad: la que se ve
ResponderEliminarParece que has rozado la trascendencia de la mirada sin objeto, la mirada en la mirada!!!
ResponderEliminarMirar desde un nivel más alto no es algo transcendente, Raúl. Me refiero a que una mirada puede sentir emociones al contemplar una realidad, pero podemos imaginarnos o visualizarnos desde otro lugar del espacio: entonces miraremos la misma mirada viendo el objeto, pero podremos comprender por qué mira, qué quiere encontrar, qué siente... y seguro que hallaremos otro sentido para esa mirada
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