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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



miércoles, 30 de octubre de 2013

A mi madre




A MI MADRE

Porque gestaste mi vida
sólo el azar me la puede robar,
ansío llegar a la edad madura
y en ese suspiro, poderte amar.

Tú eres mi júbilo,
también mi calor,
me sirves de cobijo,
me regalas amor.

a mamá, por todo,
por no desfallecer,
por estar a mi lado
y dejarse querer.



Triste la rosa marchita






Triste la rosa marchita
entre el amor y el desencanto.
Nadie sabe bien, nadie sabe cuánto,
                                                    del amor te necesita.

Entre las lágrimas del día
una flor finge sin saber,
cómo se presta el querer

a vivir clara su tenue luz.


Quisiera que me ataras bien fuerte



Quisiera que me ataras bien fuerte
y que no me dejases respirar,
quisiera que me hicieses sendero tuyo
para que no pudiera retroceder,
que siempre recordara tu nombre.

                         
Quiero saberte reconocer como la ola de la espuma.


sábado, 26 de octubre de 2013

Quiero volver encontrarme





Quiero volver  encontrarme
con todo lo que musitaron tus labios
desde el primer día,

quiero convencerme
que todavía no he olvidado tus palabras,

hasta hacerlas mías de nuevo

para que no se sientan solas.


Quedándome atada






Quedándome atada 
al árbol de la vida,
siento sobre la hierba seca
un rumiante, 
como cualquier buey de yunta.

Y en medio de una turbia luna de miel
siento una vista de tambor
grabando símbolos
sobre mis humedales,
y bordando laberintos blancos.

Tras un silencio embarazoso
disimulé la emoción que me causaba
desembuchar sin empacho
lo que de su boca esperaba.

A media noche
el romero parecía sofocado
por la cegadora claridad 
de mi boca,
por el sopor de mis pechos,
por el jadeo de mis entrañas,
que trataban de alimentarse
matando el hambre 
de aquella tarde
en que tu amor 
se volvió madrugada.


Mary Bell Díaz Castillo
(21-NOV-11)






En Nochebuena no estarán ellos.

. Creo que voy a ir a bajar a buscar sólo eso, ¿no?; va a hacer mucho frío después. Ella me dice que espere. Me duele el pie.
  Que espere un poco más… Bueno, pues espero; no puede decirme que baje a pie por lo que me duele el pie. Me gustaría recordar algún chiste para mañana, pero sé que se me va a olvidar, llevar la libreta es un incómodo. Bueno, a ver…
  Bueno, mañana es la final de baloncesto. Y juega el Real Madrid. Hoy me trajo Yayo. Todo vuelve a ser como antes. No era papá quien pasó por el pasillo… ¡Buf! no salí. Me pone nervioso lo que tarda. Va a hacerse de noche.

 Pero no bajo al pueblo: es demasiada noche para la bici. Y lo avisé: creí que la culpa iba a ser mía, pero al decirme: “¡Espera!”, me alivió. Al final no había que subir nada del pueblo: ya lo subió mi madre. Aprovecho para escribir ahora que está sobre la mesa con un libro. Escuchando “Tocata” creo que me he acordado mucho del viernes, de si será verdad que habrá ese grupo. No sé, me queda buscar por aquí las cintas. Pues no sé. Bueno, tampoco va a ser necesaria la canción de S. Gonder, lo que me espera creo que va a ser lo mejor.
  Me lavo la cabeza mañana, hoy me parece que hizo demasiado frío. Ese día de fiesta, el día de Nochebuena, están mis padres en Zamora y el día de la convivencia está también cerca… ¿es fantástico, no te parece?. Bueno, va a empezar el partido dentro de un poco. Ahora… bueno, un poco más.

  Una palabra que borraba todo el dolor del sufrimiento y que ayudaba a soportarlo con más ánimo: era una maravillosa chavala.
  Continuó hablando y directamente le definió la timidez, muy común entre la juventud: “alguien que teme decir algo inoportuno, algo que lastime a los demás”. Y ese algo también lo sentía él: era una sensación horrorosa que le privaba de decir lo que en verdad quería decir. Algo que no le dejaba vivir el amor como realmente él quería vivirlo.  Algo contra lo que no luchaba, pues lo consideraba tan dentro de si, que era inútil su expulsión. Sin embargo ella me animaba a romperla, un sentimiento de amor le decía que se podía romper, así como ella lo había hecho.
- ¡Querer es poder!- decía él. Y todo se puede conseguir pues nada le es imposible al hombre.
 Y su resolución fue firme.
- Lo haré. Ella me dio mucho más que eso.
 Y me contó su historia, la historia de su juventud. Y en ella todo lo que se podía ver era una asombrosa rotura con la timidez y una gran sinceridad y confianza.
  Aquel relato animó todavía más a nuestro poeta. En su rostro quedó impresa una misteriosa pero al mismo tiempo eterna sonrisa. Era una mirada de amor que siempre había buscado. Ya no había duda: era aquélla su amistad.
  Y este muchacho que toda su vida había callado para no dañar a los demás, que lloraba en silencio al ver llorar a los demás y que sufría porque su corazón no le daba todo el amor que él quería, volvió de nuevo a vivir: a vivir desarrollando todo lo que en su vida significaba amor, a vivir sufriendo lo que sufriese sin ver con malos ojos aquel dolor, a vivir procurando alegrar la vida a los demás aunque llegase al punto de desinteresarse de su propia vida, a vivir.
  Ya había alguien por quien vivir, alguien para quien la vida de este desgraciado tenía un sentido, alguien que le había animado a seguir viviendo.
- La vida nunca pierde su verdadera esencia. Es la voluntad quien te conduce por todos los bosques… pero hay siempre una estrella que te espera al final. Jamás llega una a desanimarse.
 Y aquella amistad había sido para él un nuevo impulso en la conquista por la lucha de la vida.
 La sinceridad y la confianza, que en el fondo pensaba que debían ser los dos pilares fundamentales en una amistad, eran en ella maravillosos. Y se los había regalado de primera, lo cual era más maravilloso todavía.
  Y pensaba en lo imbécil que sería si su vida llegara a desviarse por los sentimientos de desesperación que siempre había tenido. La vida sí merecía la pena porque es un cofre gigantesco que abre tu corazón a las maravillas que siempre has buscado, porque todo tiene solución en ella y porque lo único que no tiene sentido es la desesperación.
  Además, ella denominaba esta amistad que todavía había empezado a nacer como una de esas amistades que son mucho más hermosas, que nunca acaban ni te hacen daño. Y compartía plenamente esa definición. Así era la máxima amistad que buscaba y a sus veintiún años, todavía en periodo de crecimiento y aprendizaje para algunos, ya se sentía plenamente desarrollado y maduro. Y tan sólo un “te quiero” sincero y de una amiga había sellado el amor para toda una vida.

  A partir de ahora ya no le importaría sufrir ni padecer, Dios le había ayudado a soportar todo el peso del dolor. En el amor sólo podía descubrirse una cara verdadera, una cara que, además de ser un incentivo para un esfuerzo personal, fuera una ayuda para vivir con los demás con el perdón como bandera

domingo, 20 de octubre de 2013

Pareces abstraída en el encanto,



Pareces abstraída en el encanto,
tan delicada y dulce,
pero tan lejana a la vez,
que mis palabras encuentran el dolor,
el dolor y el lamento antes de llegar a ti.

¿Cómo decirte lo que pienso
si tengo miedo de que te sientas engañada
o desencantada a la vez de un sueño?. No lo sé,
pero si te enojas destruirás todo lo que acude
a nuestro encuentro.

¿Cómo decirte que ya he llegado
si soy tan débil en el fondo

que no sé permanecer.


Estamos en el año 1983.

   Es ésta la historia de un chico, mejor dicho, de una amistad; bueno, la historia de un muchacho que empezó a escalar la montaña de la felicidad.
  Ahora es un chaval de veintiún años muy feliz, porque comenzó con nada y hoy cree poseer el mundo. Naturalmente todo su trabajo, todo su caminar y todas sus desesperaciones le animan en la idea de haber hallado su cofre.
  Ya no existe el tiempo para él, pues él mismo le ha conducido a ella. Nuestro amigo es un poeta que exalta el amor en cada una de sus poesías. Porque la vida es su poesía y es el lenguaje en el que se expresa. Y la vida es la amistad.

  Alguien le dijo un día que era un ligón, porque siempre que le veía estaba con varias chicas paseando o hablando simplemente. Y le preguntó que cuál era el secreto… Él, muy serio y al mismo tiempo con un semblante que reflejaba una intensa felicidad, dijo: “La sinceridad y la cortesía”.
  Pero no bajo: es demasiada noche para la bici. Y lo avisé: creí que la culpa iba a ser mía, pero al decir ella: “¡Espera!”, me alivió. Al final no había que subir nada: ya lo subió mi madre. Aprovecho para escribir ahora que está sobre la mesa con un libro. Escuchando “Tocata” creo que me he acordado mucho del viernes, de si será verdad que habrá ese grupo. No sé, me queda buscar por aquí las cintas. Pues no sé. Bueno, tampoco va a ser necesaria la canción de S. Gonder, lo que me espera creo que va a ser lo mejor.
  Me lavo la cabeza mañana, hoy me parece que hizo demasiado frío. Ese día de fiesta, el día de Nochebuena, están mis padres en Zamora y el día de la convivencia está también cerca… ¿es fantástico, no te parece?. Bueno, va a empezar el partido dentro de un poco. Ahora… bueno, un poco más.

  Me dijo Pily que le enseñase, no Pily Rivas. Le dije que le enseñaba. Están más mimosas… Me parece que hay aún algunas cosas que no están claras. Bueno, día a día se irán descuidándose y no tomándolas tan en serio. Si, yo claro que me gusta el beso, como dijo Pily, pero no sé la intención que le da ella.

    Hoy, mientras venía de Vilariño, me puse a pensar que es quien me quita las ganas de vivir. Venía tarde, si, porque tanto si me quedo en Vilariño como si me voy a algún sitio busco animarme… Siempre llego tarde. Hoy fue especial: ayer no supe cómo mentir cuando marché y le dije que le iba a dar un recado a Isabel, cierto que no era toda la verdad. Pero muchas veces siento que me faltan las fuerzas, muchas de las fuerzas. Ahora me canso más fácilmente, no sé a qué puede ser debido. Son los momentos que me pongo a pensar casi analizando todo mi alrededor.
  Son momentos en que intento darle un sentido a todo lo que me rodea, que hay veces en que ese sentido pierde su validez o es fruto del tedio, de un sinsabor extraño. Creo que todo ayuda a regar ese tedio en mí, a recordarme que fue la misma vida quien me lo enseñó.
  De nada vale decir: “ya lo he conseguido”… y cambiar tan de repente a un nuevo modo de vivir. No se puede concebir que el alma no se equivoque cuando busca el momento que saciará su sed. El hambre de su entorno, un mirador confuso guiado por extrañas siluetas que bailan constantemente.
  No se puede concebir que un día le ames, cuando tan cerca parece el viento de todas tus palabras. Palabras sin aliento tal vez, pero que a él le gustan. Ni siquiera sirve para nosotros decir. “ya lo estoy consiguiendo”, con un “si mañana”… que apenas sabes cuánto durará. Hazme caso, solamente el prolongar pequeños detalles en un riachuelo pueden llegar a conseguirlo. Además, así no sentirá tu alma tal vez el haberte ido para siempre.

  A lo mejor lleva una orquesta, como tengo oído. Bueno, no sé, animo a Loli, son los detalles que me hacen feliz… ya Pily se enteró de la carta que le había escrito a Bego. Bueno, un tropezón. Claro que me gusta meterme con Teresiña. Mañana es el dinero para la quiniela. Hoy hay partido y mañana también. Estuve escribiendo a máquina, pero bajé a casa. Ya pasé muchas veces el cuento de Sur, ¿no?. Siempre le meto algo nuevo. Podía escribir un cuento sobre la amistad y todo eso, ¿no?. Supongo que hay hojas que están salteadas. Va a oscurecer. Lo que va a ser un no va a ser cuando intente poner en orden todas las hojas de arriba, ¿no?. Bueno, ya ves que no sé qué ponerte: el viernes tendré muchas cosas… y el domingo cuando salga.

jueves, 10 de octubre de 2013

AMAME





Ámame,

con el precipitar de las olas
que llegan a mí.


Ámame,
con el sonido del mar,
con la melodía del viento,
con la aridez del desierto.


Ámame,
con la lluvia represada
en tus labios
Con el rocío de la noche
mordido en tu boca.


Ámame,
con el aroma de tu piel
que se adhiere a la mía
en la intimidad de mis sueños.


Ámame,
con la miel de tus labios
Ven,
destila tu polvo aromático
en las orillas apacibles
de mi existir.


Ven,
líbame con denuedo,
muérdeme de a poco,
levanta las cenizas del ayer
y hiéreme...


Hiéreme
con el sabor de tus besos,
con el calor de tus dedos,
con el efluvio de tu cuerpo,
con el destello del sol
que asomaste en mi ventana,
ven hiéreme...


Ven,
que en la profundidad de mi boca
una sirena de dulce melena
siente la hiedra venenosa
rozando el punto infinito
enarbolado en el placer infernal
que destila su veneno en mi.


Ven,
veneno de mandrágora venenosa
que mis ansias de amarte
endulzarán tu boca
hasta que tu tálamo sediento
penetre en el silencio nocturno
de una noche de fuego
que vibra en mi.


Ven,
que la arena de esta playa
es torbellino en tu boca,
es remolino en tus labios,
es aguacero dilatado
en la hondonada de mi cuerpo
mancillados por el deseo,
por la pasión,
por las aguas destiladas de tu boca,
que embriagaron mis entrañas
cuando fuiste vino
y yo,
uva macerada
que se volvió quimera
en el tiempo,
que se hizo verbo en mi luna;
hoy manantial de fuego
en nuestros cuerpos,
porque cuando fui tuya
me hiciste mar en el silencio
de una noche derretida.


                                                       12- NOV-2011

En quien en verdad tienes que pensar es en Lupe.

 Ya por fin has encontrado los cuentos en la libretita pequeña. Bueno, pues a pasarlos. Todos te esperan, Lupe también. Pensaste en casarte con ellas… tú ahora vive así, el tiempo dirá. Sabes que él quiere lo mejor de lo que te pueda conseguir. Ya verás, podremos volver a escribir lo de antes. A ver si tienes las cintas ahí dentro. En el viaje no las pusiste, se estropeó el aparato. Aunque no te acuerdes, sé que te estás preguntando ¿qué viaje?. Bueno, al menos pasamos un rato, la mano no la tienes tan fría. Malena quedó en cama. Bueno, yo con la ilusión de vivir pronto.
  ¿Sabes?, aquella llamada que hiciste ayer a Porriño no duró ni medio minuto, pero fue la que más te animó, ¿no crees?. Ya tienes otra cara para Lupe. Justo ahora… fenómeno, ¿no?. La chica que se metió allí abajo. ¿te gustó, no?. Si me dijo trola ella me lo dijo primero, me había quedado mirando. 
Bueno, no te propongas nada especial para estas fechas.
  ¿Qué quieres?: te tengo a ti. Mejor de esta forma. A ver qué nos reserva la Navidad: la convivencia tal vez serás lo mejor… No, tal vez no; ya empiezan a llegar los primeros niños. Y un gatito como el pequeño de casa. Ya van a ser y media. ¡Jo!, pasó el tiempo ahora rapidísimo. Bueno, te entretienes con lo que dicen. Llegó Mayte. Espero otra vez. A buscar la carne de Carmen, pero no sé si algo más. Mejor así: aprovecho para llevar la carta. Pero a ver a qué hora. Mañana vas a Vigo y te quedará más cerca el viernes.
  En este periodo de rehabilitación muchas veces se encontró con barreras insalvables. Barreras que además de oponerse se encerraban en sí mismas… Y aquel muchacho se quedaba triste, porque quería enseñarles el maravilloso mundo de la amistad y no querían conocerlo: preferían quedarse en sus ambientes mundanos y no embarcarse en aquella aventura de la felicidad… Y aquello le hacía llorar.
 Poco a poco iba familiarizándose con aquellas lágrimas: no decían nada a la realidad y podían morir sin que nadie lo supiese.
Otras veces, aquella tristeza llegaba al punto de desear la muerte. Francamente no sabía lo que hacía. ¿Valía la pena vivir cuando el amor no existía?, ¿qué sentido darle entonces a la vida?, ¿por quién luchar?. No quería hacerse preguntas de este tipo, porque comprendía que tampoco vale de nada desesperarse. Además, la vida no era así. Siempre que se deprimía llegaba a él una palabra de ánimo interior que le empujaba a seguir viviendo y buscando.
  Pasaron algunos años y este chico ya había pasado, no sin dificultades, aquel periodo nefasto. Ahora ya se sentía más libre y podía desarrollar su camino: le tocaba regar aquella semilla y en su cara dibujada una sonrisa, él sabía que podía crecer. Había descubierto otra vida que podía crecer junto a la vida real, aquel sentido que hubiera podido morir.
  Había crecido, ya tenía veintiún años. Conocía desde uno o dos años antes a un grupo de jóvenes que creían en la amistad y en la grandeza de ir luchando juntos: se había arrimado a ellos, consciente de que allí encontraría lo que tanto buscaba; le atraían sobre todo las convivencias.
  Aquél era un mundo especial, era la realidad que tanto había soñado: juventud unida por unas mismas ilusiones, conocerse por unos mismos sentimientos… aquello era vivir en una misma eternidad de amor. Y cuando entre toda aquella amistad, en donde cada una no se sentía una más si no inmersa en un mismo amor, levantabas la vista a la soledad, contemplabas la infinidad de Dios. Y a Él le veías en todos, luchando en una misma hermandad: aquélla era la majestuosidad de su nombre y de su Reino. Quizás podías encontrar más dispuesta y afianzada tu sinceridad junto con tu libertad misma para luchar entre las traiciones.
  Nuestro chico sentía una llamada desde lo más íntimo de su alma, que le decía que aquél era el mundo que había buscado durante toda su vida.
  Y desde aquel día decidió sumarse a él: ofrecer la amistad que en su corazón había para intentar ayudar a los demás. Comenzar a reproducir aquel sueño y por él y en él extenderlo sin fronteras. La misma divinidad eterna la haría conocer. Por otra parte veía un encuentro con Dios, con el guía de su vida; en el fondo con el que la había llevado hasta allí: aprender más de su palabra y embriagarse en su amor… dos capacidades que sólo llegaban a él para repartirse al mundo.
  Cierto es que todos estos pensamientos no aparecieron el primer día, sino que los asimiló pasadas dos o tres convivencias… pero todos estos rasgos los tenía presentes cuando comenzó a ir a ellas.
  Alguien se los decía, alguien que conocía perfectamente su corazón y todo su ser y que conocía toda su vida. Alguien cuyo espíritu latía allí y le había llevado para encontrarse de nuevo con él… para presentarle su Reino, su Reino de hermandad en donde sólo se respiraba amor: amor puro, pero no para tener guardado si no para desarrollarlo y extenderlo.
  Aquél era el mundo que siempre había buscado, el que le llenaba las manos y el corazón, el que siempre había vivido consigo. Ya por fin lo había encontrado.
  La convivencia era una especie de vivencia cristiana ya preparada con anticipación que comenzaba un sábado por la tarde y terminaba el domingo por la tarde. Nos ayudábamos unos a otros, intentábamos reflexionar juntos compartiendo nuestras ideas y oyendo nuevos pareceres. No estaba limitada a una determinada edad. Iban de todas, aunque solían predominar las edades jóvenes, entre los quince y los veintidós años. No obstante había personas mayores y niños más pequeños.
  Había tres durante el año: una era a principios de Enero, otra el sábado y el domingo antes de Semana Santa y la tercera a principios de Julio. Y había un día llamado “Día de la Juventud” de convivencia al aire libre: solía ser en Mayo, aunque podía cambiar…

- Realmente- pensaba yo- a estas amigas empezaré a conocerlas a través de las cartas. Estoy seguro que todas me harán muy feliz, el tiempo me lo dirá.

Cuando el sol se asome




   Cuando el sol se asome
por la rivera de sus montañas
con esas primeras llamas que llevan el calor
en sus labios,
cuando la lluvia riegue un recuerdo
para limpiar esa imagen tuya
que llegó tan clara
y las estrellas me digan que ya no puedo correr
hacia ti, quiero encontrarte limpia
como siempre eras
cada vez que imaginaba.

Cuando esos primeros brillos
recompongan una alfombra  entre tú y yo,
cuando todo esté esperándote quiero
acordarme de ti.
Quiero saber
que tú también estabas esperando la señal,
quiero saber que el tiempo fue nuestro
durante esos segundos
y tú no has cambiado.

Si he sido yo el que ha permanecido oculto,
despiértame.

Sólo despiértame.