Y una noche de color púrpura
se levantó del mar y cubrió la playa…
tiñendo la arena blanca de color, como ella.
Y se derramaron numerosas estrellas del firmamento
y se inundaron del agua, inmensa y firme,
contagiadas también por la serenidad de la cúpula
celeste que palpaban.
Me acerqué a las aguas
para sentirme parte de ese atardecer,
pero ellas me dijeron: "No, no te acerques,
te arrastrarán…
éste debe ser un paso previo antes de entregarnos a
ti".
Y les hice caso y no me acerqué,
pero me quedé maravillado
ante aquella afluencia de emociones…
que nunca había sentido como tal.
Aún era pronto para sentir el agua resbalando por mi
piel
y no les dejé acercarse siquiera
a donde yo estaba…sólo en mi mirada
quedaron restos de ese fuego que me había conducido
hasta allí esa noche… atrapado por su aroma.
No les dejé acercarse a mí,
pero sí me acerqué yo a ellas, extasiado e impaciente,
inconcluso.
Era la princesa de mi vida.
La luna me envolvió…
y entonces me di cuenta
que me habían arrastrado sus latidos,
silenciosos y constantes.
Me había sentido parte de mí.
Tiene matices interesantes. Una especie de Génesis acuático en los primeros versos. Pero para poder captar un poco más su totalidad necesito una pequeña introducción a modo de preámbulo para poder situarme.
ResponderEliminarHabía llegado a un punto en que entendía que para superar una situación caótica que desde hacía mucho tiempo me había arrastrado hacía falta enfrentarme a mí: a mis miedos, a mis inseguridades. Por esa razón la imagen de detenerme ante un mar inmenso. Pero a la vez sentía todo lo que provocaba en mí, que no era poco. Por eso allí estaba sólo yo... y el mar era mi espejo, pero también era yo, mi otro yo. necesitaba encontrar razones más que senderos
ResponderEliminarNo me cuadra mucho la frase: "Era la princesa de mi vida. ". Y la última: "Me había sentido parte de mí." Rompen lo que es el ritmo del poema y quedan como demasiado disonantes.
ResponderEliminar"Era la princesa de mi vida" se refiere a la noche. "Me había sentido parte de mí" indica que de una u otra forma el exterior te influye y te aporta su realidad. "Y entonces me di cuenta que me habían arrastrado sus latidos", te reencuentras contigo mismo en lo que ves y en lo que sientes
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