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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



domingo, 18 de marzo de 2012

Otro detalle muy curioso que podría añadirse a lo de antes

 de darse por sabida sin ver. Hoy miércoles sólo vino Palmira y ya le entendí en cuanto a ir a lo de Chicha. El otro día se marchó mi madre y en la merienda les di vino Montefiel tinto porque Palmira dijo que le daba igual y por no gastarle dinero. Esta marca me parece que la tomaron un día. Cuando llegó mamá no le pareció bien, porque a ellas les gustaba más el gallego de la tienda.
  Hoy sólo vino Palmira y, cuando llegó mi madre, ya había merendado: "¿Le trajeron el vino y la gaseosa?. Seguro que le dieron Montefiel". Subí arriba a escribir un poco y, al rato, me llamó: ¿Dejas el regar para mí?.
  Otro detalle fue una palabra que dijo mi hermana Mariora al comer: es que tú parece que nos quieres hacer inútiles a todos. Me quedo mirando tantas veces. No sé qué: un espejo, un mueble, un espejo sirve. El mirar pudiera ser un investigar en secreto, un admirar todas las cosas. O un hacer nuestra la realidad. Cuando empezaron a morir los conejitos, yo me decía: al menos quedará uno para acompañar a la coneja. No sé qué puede ser si se van todos. Y antes de ayer quedó uno. El día de ayer vi que no había muerto y me quedé tranquilo. Pero hoy me he levantado antes que todos y fui a verlos, está muriendo.
  ¿Y ahora?, ¿quién es el culpable?. Mi primera respuesta es yo y entonces comienzo a preguntarme qué es lo que pasó ahí. Mi madre me había dicho: "Tengo que desinfectarlo". En aquel momento tenía esas mismas palabras en la cabeza y no otras. Digo esto y, en el mismo momento, siento que no es toda la verdad, sólo me queda preguntar por el culpable… y buscar ayuda porque yo me siento incapaz
  Hace tres días empezó la fiesta en Sabarís. De todas formas, no lo pasé tan bien. Y me dio pena, porque me parece que sigo más el qué dirán que a lo que hago yo. Sólo bailé con una, al llegar, conocida. A las dos y media nos fuimos. Vi a Ana Belén, pero me pareció todavía una cría. Quería hablar con ella. Si, aunque no supiese de qué, pero la noté como si escapase. "Bueno, allá tú", pensé. No tenía tantas ganas, me dolía más el pie. El segundo día, antes de ayer, no fui. Y ayer fui a Ramallosa. Al principio, cuando me dijeron que Lourdes quería venir conmigo, pensé que iba a ser el escollo que no me dejara bailar. Sin embargo, no fue así. Ella fue con dos chicos de allí y, ya en la fiesta, estuve con Teresa y me dio un beso. No sé si fue ella quien me animó. Me llamaron la atención dos chicas, no sé por qué, sólo sé que estaba con ellas Marisol, de Gondomar, y Mari de Madrid. Y bailaron. Lo pasé bien allí. Fue Marisol quien me dijo que enseñara a bailar a Lourdes. Y fue lo que hice, aunque le fuera muy difícil, no terminó de aprender de todo. Me parece que le animé un poco más. Y a las dos menos algo más o menos encontré a Susana y a Betty. Un rato antes, Lourdes fue a saludar a una chica y le dio un beso. Así que me metí yo y también se lo di. Bailé con ella, aunque quedé de bailar con sus dos amigas.
  Por la tarde, había pasado un poco por el baile. Bailé una o dos con Rosi, me lo prometió Lina y la amiga de Ramona, pero me fui a las nueve. A Rosi la vi en la fiesta, pero no tenía ganas. Cuando terminó la fiesta, yo aún quería bailar, pero tengo que guardar las ganas para hoy. No van a ir Betty y Susy, pero sí aquellas tres, o las dos. Le seguiré enseñando a Lourdes.
  Por la noche de ayer, mientras Quico fue al baño, me acordé del hecho que tuve con la chica de Madrid. Me parece que, en el fondo, no sé lo que es el amor y también me parece que yo lo baso, sobre todo, en las cartas. En vez de decirle "dame la dirección", le pregunté si le gustaba escribir. Me respondió "no mucho", así que ya no pensé más en eso. Escribí un rato, no quiero que piense que lo dejo abandonado. No puedo hacerlo, a pesar de todo, sería un cargo de conciencia, un detalle que es la primera vez que conozco, un sentimiento que lo primero que hizo fue buscarme, simplemente porque era diferente de los demás. Y creo que yo siempre estaré en disposición de escucharle, pronto llegaba su hora y ya le esperaba desde hace mucho tiempo. Lo que sí voy a querer va a ser desarrollar todas tus palabras… que es desarrollarte también a ti. Y me doy cuenta que todos esos instantes vienen para vivirlos, acaso también para llenar después un punto en el mañana, pero algo que sólo quiere ser eso: un instante que tiene que irse. Llegará tu recuerdo, si, porque tú has confiado en él, y eso es algo que en realidad nunca podrá olvidarse. Pero ahora tiene que irse, compréndelo, tal vez mañana… tal vez mañana le gustará recordarte a ti quién fue en el día de hoy. Me di cuenta que no tenía por qué temer.
  Mariora marchó, dijo que iba a estar varios días fuera. Le pedí el radio-cassette y me lo dejó, así que hace un rato le pregunté a Quico: ¿cuántos días va a estar Mariora fuera?. Y él me respondió: ¿a ti qué te importa?. Nada, nada, y me fui. Sé que debería habérselo dicho, pero me acordé de una de las caras de Quico que me dio Teresa: respuestas que te dejan cortado.
  Ya por la mañana hubo un roce: yo venía de Ramallosa y, por temor a que me lastimara el dedo, quise buscar las sandalias y se las pedí a Quico, pues las tenía él. Se las pedí pues, y Mariora dijo: "Cuando tú le pides algo a él, te lo da y no te pregunta. Debe pedírtelo porque le duele algo o lo necesita", yo le había dicho si quería o los necesitaba.  Al final, me los dio un poco enfadado o molesto,  y no quedé tranquilo.
  Antes sí tenía oído que ella me ayudaría de mayor o si lo necesitaba. Puede ser verdad. En la fiesta, no sé si fue Mariora quien me dijo que, en comparación con Lourdes, yo no tenía nada. Lo primero que le dije, hablando de mí, fue que también me había atropellado un coche.

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