No hice mal viendo de cerca los sauces,
sintiéndoles cerca de mí…
no hice mal en ello.
Porque tocando sus ramas comprendí los
misterios que nunca había
comprendido, besando sus hojas, su paz.
A través de ellos podía imaginarme en la
cuna de mi infancia, en el
vientre… aunque no consiguiera entender
del destino lo que me hacía,
lo que me guardaba… aunque no consiguiera
comprender. Pero no me
importó, porque necesitaba un desafío que
me mantuviese... y eso lo
conseguí.
No hice mal, no, acostándome debajo de
ellos, viendo sus hojas caer sobre
mí como lanzas, no hice mal… porque cada
vez que las besaba lo veía
todo más diáfano y verdadero.
Los entendía, si, entendía sus gemidos,
sus cantos...
sus colores de ocaso y su aroma.
-2008-
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