El polen caía de los árboles… y era la
vida. Y el polen tejía en el
suelo una inmensa alfombra blanca y el
camino de tierra no era el
mismo que el que el otro de cemento para
él. Soplaba brisa y la brisa
arrastraba el polen por doquier y
amontonaba los copos blancos como si
fueran partes de un vestido exótico. Y los
copos parecían rocío y el
rocío parecía la lluvia… y me quise
guardar un poco de rocío para mí y un poco
de brisa mojando las yemas de mis dedos en
el río: para sentirme
testimonio al fin. Y podía hacerlo más, si
no fuese porque el polen
bajaba cargado de angustia. El agua
formaba un abanico multicolor: el
agua, con sus inmensos brazos frescos y
vivos; el agua, que se bañaba
con nosotros y se hacías transparente a la
vez. Yo corría y corría y
no podía soñar, no podía… pero me sentía
limpio, el humano más limpio,
el más sano. Y el polen era parte de mi
sueño, de mi alma humana.
-2008-
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