Seguimos construyendo abismos
por su nombre.
De nada valió que un cristo
echara las calderas de su templo
y la levita de su persona
fuera ofrenda.
De nada valió que destruyera los muros
que nos esclavizaban
y se cernían sobre nosotros, seguimos
construyendo abismos
en su nombre
y a ellos nos doblegamos.
1992
O ser humano continua a não acreditar que podem ser donos do seu destino Beijo.
ResponderEliminarHay de todo, hay de todo... en estas cosas, es muy peligroso generalizar... Hay mucha, pero que mucha gente questá dando su vida por el otro... Ya sean ONG´s o entidades religiosas.
ResponderEliminarBesicos.
CIERTAMENTE LLEVAS TODA LA RAZÓN DEL MUNDO Y QUÉ BIEN ESCRITO MARAVILLOSO
ResponderEliminarBESOSABARAZAOS
Creo que esos muros dejarían de ser tales si de haber diferencias pudieran al menos tolerarse y desde lo que hay en común empezar a construir. Si los sentimientos toman forma según las ideas y no se es capaz de salirse de ellas para ver más ampliamente el conflicto seguro existirá. La base está en la educación, sobre todo en valores positivos.
ResponderEliminarSaludos! ^^
El peor muro es aquel que, personalmente,construimos a nuestro alrededor para protegernos de las tragedias y dolor de los otros.
ResponderEliminarEn todos los muros que deberíamos derribar ,siempre hay un ladrillo o una piedra que he mos colocado nosotros.
Abrir los brazos y abarcar el universo entero para amarlo con todas sus atrocidades y maravillas...
Um beijo
Seguimos construyendo abismos y ya ni las palabras sirven para armar puentes que nos acerquen...
ResponderEliminarCristo vino al mundo con una tabla de salvación que fue su promesa de redención, su palabra y su muerte. "Amaros los unos a los otros como yo os he amado". Hasta aquí todo llano y sencillo. Después pasamos al relicario, a las monedas, a las dádivas, a las imágenes, la curia, el poder, la inquisición y el dogma. Entonces se hizo el abismo.
ResponderEliminarlovezno
Rebelde, el ser humano no llega ni a entender el destino.
ResponderEliminarGillermo, no pretendo generaalizar. El poema lo escribí en un periodo de rebeldía poética que a la postre resultó ser muy beneficioso