La brisa de la noche me susurra claveles
de esponja
y de aguamarina.
El frío de esta noche, como cristales
salpicados de cuchillos
se clava en mi piel con la
afonía de un guerrero inmortal.
Y queda más: la sombra. La sombra de la
noche es como un árbol inmenso
que llena el espacio y me
hace sentir.
Y me viste de fragancias
nuevas…
La brisa de la noche me desnuda con su
frío.
Y no me intimida… aunque yo suela vivir de
noche
junto a las aguas...
mirándome en el espejo
cristalino:
un suave resplandor.
La brisa de la noche no es una dama que
terse sus vestidos
ni un labriego que esparza
en sus campos la sal;
la brisa de la noche es el
viento azul de poniente
que me desnuda lentamente
y sus manos huelen a mar.
2004
y si a brea y a madera húmeda de mar, mejor.
ResponderEliminarSiéntate en la noche serena sobre la arena de la mar y observa la luna en su rielar, las estrellas del cielo, y escucha el suave murmullo de las mansas y pequeñas olas que a la orilla, mansas llegan, para volverse a escapar.
Besicos.