Triste y
sumergida, entre
recuerdos y
lágrimas que
ahogaban su
propio cuerpo,
ella miraba
su mortal cuerpo
mientras
seres oscuros
venían por
ella. De pronto
una voz, un
poco nerviosa, se
escuchó:
Huye de aquí,
Mujer, se
acercan los
viajeros,
esa sonrisa, que vez
son
engañosas no te
confundas
por aquello ni por
sus apuestas
miradas, son
demonios que
alimentan el
infierno con
almas puras
como la
tuya.
Si al infierno le agrada la pureza, qué hay de malo en fomentarla.
ResponderEliminarEl corto camino que hay entre el infierno y la pureza: la pureza nos da la vida, es todo, pero sólo es una forma de engañarnos
ResponderEliminar...claro que el infierno es una forma de perderla, pero no por ello carente de necesidad.
ResponderEliminarTodo es necesario, pero hasta que no nos vemos al borde del abismo no reaccionamos con cordura
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