revoloteando a mi alrededor. Quisiera decirte que
comprendí cuanto me reservaste, pero estoy seguro que tú ya lo sabes. Ese poco
que me basta para ser feliz, para estar satisfecho, para sentirme dichoso, ese
poco… tú fuiste una misma sonrisa. Quisiera decirte cuánto lo esperaba, pero
eso tú también lo sabes. Poema en la otra, a ver. La lavadora está echando la
segunda agua, hay que sacar el tubo cordón y yo estoy atento.
Todo
cuanto sea capaz
de serenar mi espera es felicidad
en mis manos.
Van a llegar esos ojos, va a llegar
la claridad
que nos ha encontrado.
Vamos a esperar…
No me va a salir. Falta poco para que
lleguen. A ver si hablando de Guadi… No me sale. Me gusta hablar de ella, pero
no sé qué más decir. Jo, ayer; sobre todo esas dos últimas canciones. Terminó
como los poemas, ¿no te parece?: un final estupendo. Y ahora un principio
mejor, ya verás… porque el viernes es la despedida y el sábado hay que salir
para Santander: me olvidé de llamar y decir que voy. Ahí va, que la armo… como
me digan que no hay más plazas los pincho.
Muchos van a querer ir… ¡bah!, piensa que
irás. Aunque sea llamas desde aquí. Tal vez sea eso, no querer mirar al
teléfono. El que te hizo olvidarlo. No te preocupes. Hoy te volviste a
despertar antes que él, ¿eh?... eres un pillín. Van a ser y media y aún no
pasó.
Pily me quiso decir algo en secreto: una foto y un
beso también al entrar… ¡y le costó decírmelo!. Antes de decirme lo del beso,
le pregunté: “Es algo referente con un beso, ¿no?”; creo que a ella también le
pasa lo que me ocurrió a mí en un principio. Suponía que me dijese “el beso en
los labios”, pero voy a tener que ser yo quien abra el tema.
Llamé, pero era su casa. Me dijo la madre que
no estaba, pero que por pelas no me preocupase. Me tranquilizó. Iba a escribir
a máquina, pero ya no queda luz. Aunque a veces hay alguna sencilla en casa, no
merece la pena contarla… ésta si, porque estoy solo: prefiero hablarte desde
Vigo.
Junto al taller, en la clase, hubo una mesa y había papeles muy grandes, que no carteles. Traje algunos. Aún queda mucho para hablar contigo, (iba a decir de éste), pero ya ves. Encontré una cinta.
Junto al taller, en la clase, hubo una mesa y había papeles muy grandes, que no carteles. Traje algunos. Aún queda mucho para hablar contigo, (iba a decir de éste), pero ya ves. Encontré una cinta.
Me
gusta pensar en Loli: la felicidad que me da ella es especial… y la tranquilidad
que me dan sus palabras. (poema)
Me siento tranquilo
hablando con ella. En calma, una paz
que parece pregón en sus labios
a cada soplo de aire.
La mar serena. No hay nada oculto
entre ella y yo. Me siento tranquilo
oyéndole hablar:
ésa mirada amiga, la que
siempre deseé encontrar.
Ese estar tranquilo me hace un poco más
libre. Son estados
que se amontonan
para ser al final
uno sólo de la maravilla que ella les
dio.
Una paz
que parece no moverse, pero que sigue el
curso
de la vida.
Me gusta darle una morada tantas veces…
Es el
ánimo
que tengo
cada mañana: verle llegar, verle
acercarse a mi morada
sonriendo,
verle.
No vi a Guadi mientras esperaba allí. Debió pasar
cuando estaba dentro con la profesora.
También va a ser un problema el viernes,
porque me fastidiaría mucho no poder salir con ellas y ellos a pasarlo bien.
Irían a una disco. Tere me dijo que por que en el magosto no la saqué a bailar.
¡Bah, déjalo!. Siempre igual, ¿no?. Pero si,
pienso mucho en el viernes. S le digo que llego a las cinco de la mañana, la
cago. No sé a qué hora será. Piensan que me cuesta contestar: sólo lo hago
cuando sé que tengo razón y no lo oyen, otras veces digo que me olvidé (bueno,
ya procuro no decirlo) y la pringo. Bueno, a ver cómo arreglo lo del viernes,
¿no?, porque también me parece una tontería el no participar. Además, creo que
estaría mal. Y lo que yo encontré allí no es para tirarlo por una chiquillada.
Si digo “no” no lo haría, es verdad, pero
bueno no está bien ¿no crees?. Pienso mucho en la canción de S, Wonder. Yo te pregunto: Hacer vida, ¿qué es?:
“¿sentarse allí nada más?”. Siempre me marcho discutiendo con razón, ¿no?.
Claro que me voy a sentar, aunque no valga para nada: otro día no voy y ya está.
Sólo quiero que lo sepas, pues mañana te diré: “¡Olvídalo!, como tantas veces.
No tengo ganas de ir, pero voy a decidirme:
preparo una hoja de Vigo y voy. Son dos puntos de vista, ¿no crees?.
Voy a copiar la frase de Mayte. Pienso en los
recreos…
No sé,
voy a lavarme la cabeza. Muchas veces les veo tan lejanos a las palabras que
pronuncian, que siento moverme en una mentira, una cruel mentira sin fronteras.
A veces me pongo a pensar: No sé si será rabia, envidia o incluso ese sentirme
indefenso, ese no poder grabar, no poder tocar el aparato. Puedo grabar en casa
de José.
Sólo me queda…
Sólo me queda
el pensar siempre
que mañana será otro día.
Decir que el hoy ha acabado, aunque
todavía
el sol comience a despedirse.
Nacerá otro ánimo, volverá
el ser como ayer nuestra presencia.
Será verdad
nuestro pensamiento… no
sigo escribiendo, pienso que esto ya lo he dicho muchas veces. O ese
pensamiento al decir que un día serás mío. Y yo me sentiré tuyo. También tengo
ganas. Ahora voy a acostarme. Me parece que es más bien aburrimiento. Bueno, no
importa: piensa en Vigo.
Ella
quiere llenar
todos los momentos
en que te sientas abatido, quiere
recordarte
que también lo fue para ti.
Hasta que llegaste a su encuentro, hasta
que quisiste
fundirla en ti.
Ella quiere decirte
que también es parte tuya no lo paso a limpio: me parece que todos hablan de lo mismo.
Se
me fue
mi estrella
Me agrada comprobar que sentimos el mismo amor platónico, el mismo y significativo afecto por las lavadoras y sus vientres de ropa sucia. La placenta de algún ser futuro ha de centrifugarse y dar a luz al soñador oculto de la lencería y la colada de fuego, manchada con el menoscabo de la hediondez y las heces místicas. Brindemos por un parto de amor bello y por todos los pañales golosos que devorarán los perros con lujuria. Será significativo comprobar cómo la especial pestilencia de nuestro bardo poético deleitará a esas criaturas sarnosas y sensibles con sus degradadas abundancias (hijos de una lavadora virgen, aún no profanados por los suavizantes y la lejía).
ResponderEliminarSiempre nos dejas tu especial mirada:
ResponderEliminarTodo cuanto sea capaz
de serenar mi espera es felicidad
en mis manos.
Van a llegar esos ojos, va a llegar
la claridad
que nos ha encontrado.
El amor platónico es el primer amor que desnuda el corazón acabado de nacer "en esa lavadora con vientres de ropa sucia", como tú dices. Pero es donde tiene que estar para dar a luz a ese soñador. ya ves que el soñador no pide nada, sólo dibujos sobre el telón agridulce de su mente: ahí donde la virginidad es siempre virginidad y nunca romperá el embrujo. Pinceladas de un sentimiento que no existe, que se asoma como agua tibia y dócil: es el primer vestido del sentimiento
ResponderEliminarTu comentario es como una sábana limpia colgada de un tendal a mediodía, aireada por una brisa de autosuficiencia. Esa es la nueva poesía que estremece y dilucida (espléndido subterfugio de raciocinio y expresión).
ResponderEliminar