Hoy,
mi alma no tiene
melodía
no hay sonidos,
ni aún el eco de mis
sueños
logro escuchar.
Las nubes de la noche
se perdieron en mi
silencio
no se si durmieron
o tal vez,
divagaron con la
esperanza
de ver el sol.
Mi dolor
se incrustaba
entre las piedras
de tu ausencia,
mientras tu recuerdo
taladraba mi piel,
sangraba mi boca,
enrollando tu sábana
en el calor mi cuerpo.
Un vapor gris
se hace visible
al saberte lejos de
mis deseos.
Tus besos
se desvanecen
antes de tocar
mis tierras húmedas,
y mi cuerpo
percibe el olor
a encino quemado
cubriendo el cielo de
cenizas.
Mi boca
arrodillándose en tu
cuerpo
reclama tus labios;
y tus besos
salpicándose con el
rocío
de mi piel,
graznan en la
oscuridad
de mis mares.
Tropiezo con las
sombras
de nuestro amor
y te deseo,
te resabalas en mis
cauces
y una rama de tu
cuerpo
se pierde en mis
remolinos
sin que se oiga el
quejido
de nuestro silencio.
sentí el frío
de aquella noche
nublada,
una porción de lodo
se zambulló en mi
pensamiento.
Resbalé en mis sueños
temblaba de frío
tu boca,
tus labios,
tu piel,
y tu cuerpo;
ya no eran mios.
Quizás...
Hoy besas otros
labios,
acaricias otro cuerpo,
calmas la sed de tu
piel,
sumergiéndote en
otras aguas.
Mientras yo...
Te espero amor mio!
¿No es vano esperar lo que ha huido de nosotros hacia otra piel?
ResponderEliminarEsperar, ¿por qué?. Tal vez nuestra evolución se encuentre en otros amores... o tal vez sea el silencio el que nos haga comprender. Si no está es que no nos merece
ResponderEliminarHay una evolución o involución programada en las reyertas y el gozo del amor como la obsolescencia en una lavadora.
ResponderEliminarMuchas veces en la distancia luchas contra ti queriendo convencerte de que lo evidente no existe, pero la evidencia siempre te despierta y te sacude con las mismas sábanas en las que has dormido
ResponderEliminarLa evidencia es como una batalla de almohadas cuando nos sacuden tímidas adolescentes en camisón...
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