Te voy a contar todo el día de ayer: fue fabuloso. Aunque al principio estuve sin hacer nada, encontré a Loli y me senté con ella. Antes había bajado a la pista grande y no sé si fue cuando me encontré con la prima de Isabelita o no. Sí que le dije que se arrimase a bailar, con intención de que lo hiciese conmigo: ¡pues lo hizo!. Después estuve sentado un poco con Loli y cuando empezó Bene, bailé dos con ella. Después se sentó y yo bajé a la grande. Bailé con… me olvidé de preguntarle el nombre. Me encontré con Luisa… a ella sí me gustó insistirle y lo terminé consiguiendo: dice “no” por decir. Me presentó a su amiga, Mari Carmen, y ella también me dio un beso.
Ya
sabes lo impaciente que me pongo yo buscando un baile. Lo hice con Angelines.
No quería que le hiciese eso de “ahora no” y no se lo hice. Le pregunté y
sonrió; le dije “si quieres, ¿no?, “Bueno”. Y se lo repetí como marchando, por
meterme con ella, pero bailé: fueron dos o tres. Al final perdí a Loli y a
Luisa. Buscaba a Luisa y justo cuando ya no buscaba la encontré delante mía.
Bailé un pupurri y lo corté a la mitad.
Si
le hubiese dicho que era mi cumple bailaría: yo sólo le pediría dos. Le ayudé a
buscar una excusa, me gustó que eso le valiese. Como decía un chaval que me
conoce y yo a él y subía por la carretera: “Lo de cojo es para despistar. ¡Cómo
se movía!. Pero el ánimo ya estaba echado.
Al llegar a Vigo le pregunté a un chico por unos
buzones y me indicó uno. Iba también hacia allí, así que podría ir conmigo. Y
fui… Buscando animarle un poco le pregunté por la clase y creo que lo conseguí:
me contó algunas peripecias. Ya no era el mismo chaval callado de antes.
A veces me inspiro en cualquier
cosa, ¿no crees?. El caso es animarse y empezar.
Tú puedes ser
de tantas maneras, que me da igual en cualquier sitio en donde esté
para descubrirte.
Tú estás en el aire,
en la mañana que me envuelve
y me serena.
Es el sentimiento
mayor a todos los que he sentido hasta ahora,
que nace.
Me gusta estar
contigo, me gusta colorear lo que soy.
Para que no se sienta
sola mi inmensidad.
Esa chiquilla de la que hablo ya
sabes que es Guadi, que acaba de pasar. Y aquella luna es la maestra que el
otro día me dejó pasar para calentarme la mano.
No sé a dónde me llevas, pero querré
ir siempre contigo.
No sé cuál es tu
nombre, te conozco tan relativamente
que callaría la
palabra que se interpusiera en mi camino.
Sólo te conozco de
una manera global, un nombre define toda tu belleza; pero no sé cómo te conocerá el mundo.
Me siento pobre, tan
pobre… que mi fe no es suficiente para abarcarte.
Tu nombre claro, todo
luminosidad y luz;
unas letras que
brillan por su intimidad y belleza:
querré saber que no
has cambiado.
Tu majestuosidad es esa luz que me
falta para colorear todo mi sentimiento;
ese saber que siempre
estás dispuesta a acompañarme,
para darme la
infinidad que posees,
para ser como tú.
Un deslizar tan
suave, una madurez joven, que pueda volar,
sentir.
Majestuosidad al levantar las alas y desafiar al viento, inmensidad delicada y frágil
que a todos acoge.
Tu majestuosidad,
para siempre contigo.
Podía estar esperando en el garaje que hay aquí,
bajo una casa, pero no vería entonces a Guadi.
Quiero ver de frente a mi amor, mi
joven amor: quiero ser él…
Y quiero estar
dispuesto cada vez que me encuentre la mañana con ella
cuando cruce el
umbral de las tinieblas.
No le diré nada.
que no soy nada para
ella, sólo viento
en su mirar.
Destaco los poemas y esa forma de colorear lo que eres...
ResponderEliminarEra una forma de autoproteger el sentimiento: el infante tal y como es. Necesita vivir intensamente cada momento
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