Hay algo escondido
que no entiendo.
Es bello,
pero no sé por qué
está condenado
a seguir oculto.
No voy a dejar de
escribir
por estar cansado de
estar aquí: sentado
en este portal.
Ya salieron varias
personas, aún siguen saliendo,
también se ve un poco
de juventud.
Pasan muchas verdades
seguidas;
¡qué difícil se me
hace conocer una sola!.
Me agrada su forma de
expresarse,
su sonrisa, esa
mirada entre pícara y cariñosa,
su carácter,
la alegría que reluce
en su rostro.
Me agrada cuando
habla conmigo, su dulzura,
y cuando no, cuando
la miro de reojo
y todo el universo
quisiera reunirse conmigo.
Yo las vería como entidades separadas, independientes (cada una ostenta una fuerza suficiente como para ser una unidad definitiva). Ya te he comentado, en otra sección, que para mi constituyen un verdadero descubrimiento (un universo destilado en unos pocos versos no carentes de sencillez y plenitud). Esta es una senda que deberías dejar abierta pues, a mi entender, es merecedora de lo sublime.
ResponderEliminarSolo retocaría algo el último poema para otorgarle algo más de resolución y peso (siempre desde mi punto de vista, obviamente):
"Me agrada cuando habla conmigo, su dulzura,
y cuando no, cuando la miro de reojo
todo el universo quiere reunirse conmigo".
Si, son entidades separadas, claro que si: comprendidas en su unidad. La razón de escribirlas juntas es la rotundidad reducida a la mínima expresión: te dejan un aliento prometedor y una edulcorante savia, pero te deja también poner tú el resto: un sueño.
ResponderEliminarComparto contigo ese pequeño universo del que me hablas, a veces cuando estás en medio de lago no sabes ver la hermosura de la orilla: eso es algo que tienes más facilidad de captar tú, pero sí te digo que de todo es bueno aprender aunque no todos tenemos idénticas cualidades
Puede que capte algún tipo de hermosura desde la antena parabólica de mi mente, pero no siempre observamos con la prudente suficiencia: quiero decir que la belleza no es igual para todos y esto constituye un matiz.
ResponderEliminarSi la belleza fuera igual para todos, ¿dónde estaría entonces?, ¿qué cosoderaríamos como feo?. Es bueno que sea diferente, para que la vida sea un alimento continuo en los valores del alma, para que todos le aporteemos vestido nuevos (cada uno según su alma). Yo lo que aprecio es un punto de vista de poeta, o sea, no identificándose con la realidad, pero a la vez definiéndola desde más adentro, desde el punto en que la sientes parte de ti: es como hablar de una niña y narrar lo que siente pero a la vez vivirlo porque sabes que vivirlo es lo que te da fuerzas. La niña no desaparece, se queda contigo: sólo le habrás robado un pedacito de su alma y ella lo sabe porque tú siempre has respetado su espíritu.
ResponderEliminarY así siempre os estáis construyendo, con figuraaaando
Si la belleza fuera igual para todos, ¿dónde estaría entonces?, ¿qué cosoderaríamos como feo?. Es bueno que sea diferente, para que la vida sea un alimento continuo en los valores del alma, para que todos le aporteemos vestido nuevos (cada uno según su alma). Yo lo que aprecio es un punto de vista de poeta, o sea, no identificándose con la realidad, pero a la vez definiéndola desde más adentro, desde el punto en que la sientes parte de ti: es como hablar de una niña y narrar lo que siente pero a la vez vivirlo porque sabes que vivirlo es lo que te da fuerzas. La niña no desaparece, se queda contigo: sólo le habrás robado un pedacito de su alma y ella lo sabe porque tú siempre has respetado su espíritu.
ResponderEliminarY así siempre os estáis construyendo, con figuraaaando
La niña del exorcista, diría yo, a la que no le importa que le roben parte de su espíritu (es lo que se llama posesión). El poeta es un poseso, obviamente también un ladrón de afectos, un atracador con dulces y golosinas infantiles que vive en el alma de todo sin llegar nunca a nada. Ese pedazo de cielo que es capaz de hurtar a los Dioses es su única patria.
ResponderEliminarNo sé si el poeta es un poseso, quizás de alguna forma si, pero la niña fue poeta antes que niña, porque concibió una realidad muy diferente a la realidad que acabará viviendo, una realidad que es su mismo interior inocente.
ResponderEliminarEl poeta se construye su propia mansión de sueños y de ilusiones, de festejos navideños y de reyes magos... y los comparte con el universo. No lo roba, lo pide prestado porque sabe que en su camino devolverá todo lo que consiga: él no lo quiere hacer suyo, sólo busca que su camino le transforme a él y le haga un ser nuevo.
No llega nunca a nada, cierto, pero lo que ha vivido lo volvería a vivir una y mil veces y en todas conseguiría extraer de un vacío caminos diferentes. Su vida ahora es eso: modelar objetos hechos de palabra, describir el que hay en su interior.
Todos estamos poseídos de alguna manera por algo externo, pero lo hemos identificado tanto que ya no somos capaces de verlo como posesión
Generalmente te entiendo y me agradan esas imágenes tuyas de tesoros y reyes magos; y, sobre todo, de ese Robin de los bosques que hurta primaveras y devuelve flores (o sisa cortesanas y agasaja engendros de juvenil exaltación). Lo devolveremos todo mil veces pues estamos de acuerdo con la dación en pago, ya que los bancos no merecen ninguna navidad.
ResponderEliminarMe siento identificado con tu última frase (poseídos y posesos), hombres gentiles en la mansión de los sueños en ese camino de transformaciones.
(Enmarcaría tu comentario como una verdadera alhaja pero barrería a la "niña" de un escobazo, siempre con tu displicencia).