. El siente que es en su contra, pero ahora sabe que tiene unas palabras para luchar. Incluso ellas son pocas, incluso ellas, a veces, no saben qué decir. Y llora, si, aquí también lo dice. Todo se lo recuerda. Pues se va a armar. Porque me dijo la biodramina que llevé a Fátima y en el bus no tenía ninguna. Sólo una que me dieron. Olvídalo, mañana, sin nadie, qué bien. Tú siempre despistando, ¿no?. O qué buscas en la mesilla, o en el cajón, siempre igual. Bueno, no, ¿y qué?. Lo de Santiago es por lo que supone todo un día fuera. Ahora, por la noche, no le encuentro mayor ánimo. Si le dije a mi madre lo del reloj, es para que no tenga que despertarse tan pronto, o hacerlo de noche, pero siento que está muy lejos de entenderlo así. Bueno, allá ella. Me voy a enfadar también con Isabel, y va a ser un problema. Porque seguro que al final ocultaré mis verdaderas intenciones.
Fui a hablar con mamá. Estaba acostada. Me dio
pena, pero ¿qué voy a conseguir?. El único ánimo fue cuando le pregunté si
tenía allí mi reloj, el que usaba yo. No tengo remedio, ¿verdad?. Bueno, no voy
a destrozar de golpe todos mis ideales. Hay veces en que me gustaría saber que
todo me conduce hacia lo malo, para que siempre sepa luchar. Bueno, nada, te
pensaba dejar para leer el Follas Novas, pero no sé. La importancia de mañana,
creo que reside en que va a ser un puente tranquilo. Yo estoy en La Pintora,
esperando. Cierto que hubo sus más y sus menos, pero me animaba más, pensaba en
todo esto. Llevo mil pesetas y el reloj. Sus más y sus menos, digo, con la
biodramina. Mentiroso y cosas así. Pero fue sólo un momento, porque luego ya
estaba hablando conmigo.
Estoy escribiendo sobre un coche. Marchó Julio.
No viene el del coche. Me quedo a esperarlo. Si no, viene Julio. Acaba de pasar
el señor de la bicicleta. No sé si es que está mudo. Me hizo reír, me animó un
poco. Una palmadita en el hombro, me señalaba un coche y encogió los hombros.
Iba contento. Llevaba una bolsa de comida de La Pintora. Empiezan a trabajar
pronto, ya lo estaban cuando llegué. Al rato, unos minutos después llegó Julio.
No quería escribirte por si viene, pero el caso es que no sé esperarte sin
escribir. Julio fue andando. Me preguntó la hora, eso me animó. Vamos a ser
todos los minusválidos de Galicia. Habrá más.
Allí no creo que pueda llegar a escribirte. No
llevo poemas ni chistes. No van a hacer falta. Me sé la del incendio; Libre,
como las aves y Dios era poeta. No sé si alguno más y chistes, pero no van a
hacer falta. Todos somos extraños. No quieres reconocer que estás llorando. Si,
este autobús tiene micrófono. Podía haber traído. Hice mal. Al menos, una
cinta. Hicimos mal. Yo tampoco lo pensaba. Bueno, no importa, el ambiente
tampoco es de familia. Tendrías que esperar.
No importa, me tienes a mí. Se puede fijar en
ti alguna chica. Espero que entiendas cuanto escribo. Se escribe muy mal. Ahora
cambié porque estoy sentado. Me senté. ¡Qué música más aburrida!. Bueno, no
pienses en eso. ¡Bah!, déjalo. Parece que les gusta la tele. No te pongas así.
Empieza a conocer. Todo va a cambiar. Hay que animarse de alguna forma. Ya
viste, te apuntaron a un centro de la misma asociación a hacer conchas. Vamos a
terminar pronto tus hojas, si seguimos así. Ya ves que yo no te falto. Ya
pusieron una película. Si, creo que es mejor. Conmigo se aburrirían. Apenas me
conocen y apenas les conozco. Cada vez me entusiasma más la idea de escribir
toda la vida. Pero no siendo un solterón. Bueno, da igual, vamos a ver la
película.
A la llegada conocí a Ita, una chica. Me
gustó hablar con ella. Le dejaban atrás y fui a su lado. Procuré no pasarme. Me
cayó bien. ¿Viste?, ya empecé a animarme. Creo que no me acordaba del nombre de
la tercera. Teresa, Teresa y Begoña. Al principio del viaje, me anotó una chica
a un centro de AMFIP. Creo que ellas también van. El caso es que me caen muy
bien. No quisiera por nada del mundo que al final les resultase pesado. Siempre
que hablo, en el grupo de las tres, sonríen. Es un ánimo que no quisiera que se
fuese. No pienso dejar de escribir.
El bus se mueve. Creo que la que si me agrada,
me parece que le agrado yo más, es Bea. Me senté a su lado para comer. Ya la
estamos fastidiando. Y si me empiezo a poner triste, ya no voy a saber qué
hacer. Estamos todos aquí, en el comedor, y ella a mi lado. No hablamos, me
gustaría estar hablando con ella todo el rato, pero no sé qué le parecería.
Dejé tres, tres manchas de boli en toda la mesa. Y me miró. Eso ya me preocupa.
Parece indiferente, pero me gustaría que conociese el vínculo que me acaba de
unir a ella. ¿Qué podría decirte?. ¿Qué la comida?. No, ya lo sabes.