La fragilidad del tiempo
me hacía correr sin pausa
por los extensos arenales, inspirando profundamente los aromas que sentía, los
murmullos que escuchaba, el amanecer sobre mí, pues sabía que sólo podría
vivirlos una vez. Mi vida había dejado de esperar la mañana: estaba con él, estaba
en él; la brisa me envolvía con su levedad. A mi lado el mundo amontonaba sus
gigantescos párpados y sus memorias; del otro estaba el hoy, el ahora, plagado
de papeles y de ornamentos. Cerraba los ojos… para sentir el peso de la
inquietud.
"Te veo muy
desmejorado- me dijo el tiempo. ¿Los amaneceres que vierto sobre ti no han
podido darte mi aliento?". Si, sí lo han hecho, tiempo amigo- le respondí
yo; pero no soy tan inmenso como lo eres tú. Mis alas son grises y opacas…
inseguras. Me he querido enfrentar a ese hoy que me apresaba porque me condujo
por sendas que desconocía… y ahora me ves así: rígido, inmóvil, inseguro.
Tus letras intensas pero bellas.
ResponderEliminarFelicidades!
LO MEJOR DE MI ESTA AQUÍ *
Desgrano pequeñas historias que nadan dentro de mi alma, por eso todas tienen algo que decir. En primer lugar a mí, que me hablan de un alrededor y de lo que siento ante su inmensidad. Pero todos nos podemos sentir de la misma manera alguna vez. Bienvenida a este espacio, Patricia, conocer sueños idénticos al mío me hace sentir más cada palabra.
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