Resistí, mi cielo...
Ese torbellino de agua que vino hacia mí,
amenazante; que se llevó por delante todo mi alrededor... o lo que yo creía que
era mi alrededor.
Si, resistí... aguantando sereno las
primeras aguas, soportando el peso de la pendiente: yo sabía que su fuerza no
era como la mía: tuve fe... y ahora sé que valió la pena, porque veo un prado
limpio, lejos de los barrizales que arrastraban las aguas impetuosas; manso,
dócil.
Resistí...
y por ver lo que estoy viendo resistiría
cien veces si hiciera falta, lo que estoy sintiendo, lo que estoy soñando. Las
primeras aguas me hicieron temblar al arrebatarme mi candil de cuarzo con su
feroz remolino de hojas secas, pero se transformaron en pétalos al mirarme a
mí, que nunca les había hecho daño.
Si, cariño mío, resistí.
Y hoy por hoy me siento orgulloso de
haberlo hecho, porque ante la fuerza de las aguas pensaba que no lo haría, que
no sería capaz. Pero hoy me doy cuenta que valió la pena... y sé que esto me
hará más fuerte. Y a ella, que ha resistido conmigo y tanto se lo merece. Ya ha
pasado todo, cuando las aguas se hicieron más débiles extendí mis manos... y
sentí sobre ellas el calor de las mismas, que dibujaban perlas para mí.
Sé que nunca estuve solo,
sé que tú estabas conmigo.
SÉ QUE RESISTIMOS LOS TRES.
2010
Hermoso poema y espacio.
ResponderEliminarUn placer mi primera visita, te enlazo para seguirte mejor.
Cálido abrazo.
Paco, te agradezco mucho tus pslabras. Cuando escribí este texto me gustó porque estaba dirigido a una persona que lo estaba pasando mal... y quise sentirme dentro de ella. Esperaba que llamase la atención, pero no la llamó; sspero recuperarlos a todos en los siguientes escritos
ResponderEliminarSólo el título ya es la mejor carta de presentación. Después de la tormenta siempre llega la calma...
ResponderEliminarSiempre, Raúl, no lo dudes. Y hay que estar preparados tanto para la tempestad como para la calma
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