Deja
que la espuma
te moje,
que la sal
y el agua
te envuelvan.
Qué mil olas
te arrastren.
Deja
que tu piel,
tu cuerpo
y tu alma
sienta
el beso del mar,
la caricia
sublime
del viento
y el calor
ardiente
de la arena.
porque en ellos
estoy presente,
cuando mi abrazo
desesperado
no te quiebra.
que la espuma
te moje,
que la sal
y el agua
te envuelvan.
Qué mil olas
te arrastren.
Deja
que tu piel,
tu cuerpo
y tu alma
sienta
el beso del mar,
la caricia
sublime
del viento
y el calor
ardiente
de la arena.
porque en ellos
estoy presente,
cuando mi abrazo
desesperado
no te quiebra.
Deja
ResponderEliminarque la espuma
te moje,
que la sal
y el agua
te envuelvan.
Qué mil olas
te arrastren.
Deja
que tu piel,
tu cuerpo
y tu alma
sienta
el beso del mar,
la caricia
sublime
del viento
y el calor
ardiente
de la arena,
porque en ellos
está presente,
mi abrazo.
me parece fresca tu versión, pero también la de Pablo porque teje un puente con palabras: tú por cruzar a campo abierto, él por pararse a pasar la noche... pero tú no dejas títere con cabeza
ResponderEliminarMás bien es en la entrepierna donde vemos la abundancia, en las partes bajas (un poco apretadas por la lencería), que hemos querido sustituir por un simple y escueto taparrabos.
ResponderEliminarA veces la arena es muy sugestiva. como lo es también tu versión del taparrabos: no siempre la abundancia es lo penetrante, Raúl
ResponderEliminar!Siempre podemos penetrar con lo exiguo!
ResponderEliminar¿Y qué conseguiríamos de esa manera?: ¿sacar los defectos de cada uno?. DEJA que la realidad penetre en cada uno de nosotros y expanda lo que podemos ofrecer
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo: múltiples penetraciones reales...
EliminarUn abrazo envolvente con el mar de fondo, con la calma del mar. ¿Hasta qué punto lo que penetra en nosotros nos modela de alguna forma?
ResponderEliminar¡Aunque no seamos modélicos!
ResponderEliminartodos necesitamos que algo nos modele: es signo de vida
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