Ese niño que jugaba alegre
por las
calles adoquinadas,
con la
sonrisa pegada en la boca
que sonreía
bajo el azul de sus alas.
Ese niño
corría por el viento
en los
campos regados por las dichas,
la
esperanza grabada en un canto
y en algunas
palabras prendidas.
Ese niño…
aún le veo tras la puerta,
me llama
desde más allá del universo
con sus
caricias como bandera
y en sus
pies el cielo.
Ese niño
era yo y a cada golpe
devolvía un
gesto de ternura
y detrás de
cada árbol roto
guardaba una
sonrisa pura.
Ese niño
era yo y tras los ojos
llevaba la
blancura de la brisa,
con
delfines colorados en la arena
de las
playas celosas y dormidas.
Ese niño
que apenas enseñaba los dientes
y ya corría
por las calles de oro,
franqueaba
las legiones en el aire
y dejaba
águilas entre los chopos.
Era yo y
pensaba que el mañana
me
despertaría en todo su esplendor,
y no sabía
que acaso la distancia
rompería la
huella del amor.
-1982 –
Es un poema interesante, que se puede trabajar algo más. Te dejo una sugerencia (no la única).
ResponderEliminarJugaba alegre
por las calles adoquinadas,
con la sonrisa en la boca
bajo el azul.
Corría por el viento
regado por las dichas,
la esperanza grabada
en algunas palabras.
Ese niño… tras la puerta,
me llama desde más allá del universo.
A cada golpe
devolvía un gesto de ternura
y detrás de cada árbol roto
guardaba una carcajada (sonrisa).
Ese niño era yo y tras los ojos
llevaba la blancura de la brisa,
con delfines colorados en la arena
de las playas celosas y dormidas.
Apenas enseñaba los dientes
ya corría por las calles de oro,
franqueaba las legiones en el aire
y dejaba águilas entre los chopos.
Jugaba alegre
ResponderEliminarpor las calles adoquinadas.
Corría por el viento
regado por las dichas,
la esperanza grabada
en algunas palabras.
Ese niño… tras la puerta,
me llama desde más allá del universo.
A cada golpe
devolvía un gesto
y detrás de cada árbol roto
guardaba una sonrisa.
Ese niño era yo y tras los ojos
llevaba la blancura de la brisa,
con delfines colorados en la arena
de playas celosas y dormidas.
Apenas enseñaba los dientes
ya corría por las calles de oro,
franqueaba las legiones en el aire
y dejaba águilas entre los chopos.
ResponderEliminarCorría por el viento
la esperanza grabada
en algunas palabras.
A cada golpe
devolvía un gesto
y detrás de cada árbol roto
guardaba una sonrisa.
Ese niño era yo y tras los ojos
llevaba la blancura de la brisa,
con delfines colorados en la arena.
Apenas enseñaba los dientes
por las calles de oro,
franqueaba las legiones en el aire
Destacar el niño era mi forma de darle un sujeto al poema, pero me gusta tu versión. Hablas con imágenes cuando el mundo te da la espalda, pero a la vez es tu manera de ser el mundo
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