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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



lunes, 7 de diciembre de 2015

ALGÚN DÍA… FUE HOY


Alberto Villegas Villegas
Nació el 16 de enero de 1960 en Pácora, departamento de Caldas, pueblo que lleva como un paraíso en el fondo del alma. Su juventud la vivió en el corregimiento de Castilla, lugar apacible y acogedor que le brindó el espacio para recrearse con el maravilloso universo de la literatura. En sus primeros tiempos de su juventud, realizó algunas publicaciones de sus poesías en periódicos y revistas locales de aquella época. Dio a conocer su sentimiento por la poesía con la publicación de su obra La Espiga de la Esperanza. Participó en un concurso de poesía nacional convocado por el ISS, en el cual ocupó el primer puesto con su poema Al Nevado del Ruiz. Como obras inéditas tiene la novela La República Independiente del Cumanday, los libros de poesías Alma del tiempo, Quiero Entregar mi Equipaje, Emblemáticas y una recopilación de cuentos costumbristas, entre otros.

Es egresado del Colegio Marco Fidel Suárez y sus estudios universitarios los realizó en la ESAP. Desde siempre se ha inquietado por la lectura y por vivir a plenitud con su familia en un ambiente de armonía consigo mismo y con el universo.

El pasado 7 de noviembre de 2014 publicó su libro LA RAZÓN DE SER DE LA EXISTENCIA, El tema principal que argumenta su contenido como centro de gravedad, es el descubrimiento de nuestro yo interior por medio de la desmitificación del ser para lograr la superación personal y el encuentro con la felicidad.


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Hoy te ví,
la tarde gris se mezcló en tu pelo,
tu mirada no estaba en la distancia,
no me reconociste,
tus pasos lentos
detenían los instantes,
acaso tu silencio era silencio,
y yo estaba, quizás, en ese olvido,
o pocas veces estuve en tu recuerdo.

Hoy te vi,
te quise saludar, sin compromiso,
descubrir en tu mirada mi recuerdo,
sentir de tu risa la inocencia,
escuchar de tus labios tres palabras,
mirar tu piel de amaneceres lleno,
saber de esa historia de tus años,
descubrir en el fondo de tu alma
un recuerdo de mi, tal vez lejano.

Te fuiste alejando paso a paso,
andabas serena y distraída,
imaginé caminar siempre a tu lado,
no ser más en tu vida aquel extraño
que te vio pasar desprevenida.

No importa,
nada queda en mis haberes,
nada espero de tu ausencia,
nada sufro de tu olvido;
ese amor,
de un recuerdo casi yerto,
de un tiempo lejano en la memoria,
que no causa tormento su recuerdo,
solo tiene cabida en el olvido
para no despertar hondas heridas
y que perdure, por el bien, en el silencio.

¿Eres feliz?
Tal vez nada reproches,
habrás tenido un amor de dulce encanto
que te supo apreciar como mereces,
que te brindó alegría en vez de llanto.

¿Soy feliz?
No cambio mi destino en esta hora,
mi conciencia es de amor y de ternura,
nada ofrezco al final de mi partida

y estoy lejos del dolor y la amargura.


2 comentarios:

  1. No cambiamos nuestros destinos porque todos los caminos se reconocen en nosotros, en esa confluencia de conciencia, amor y ternura.

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  2. Son los recuerdos que más prevalecen, los que sentimos. Después de eso llegan las preguntas a mezclarse en nuestras mentes, tal vez no nos sintamos merecedores de tal frecuencia. O sí lo seamos y el deseo sólo se convierta en la manera de afrontar del destino. Sufrimos a través de los deseos para no revelar nuestra propia identidad. Hoy te vi y ya te conocía desde siempre

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