Delirando…
Si, es cierto…
no supe leer entre
líneas,
no pude ver cegada
por la ilusión
o la breve esperanza
de encontrarte,
desorientada,
tristemente desesperada,
me confieso desarmada
para combatir una guerra perdida.
Un pecado,
amarte deseando tocar
las estrellitas en el firmamento;
sin embargo,
embaucada por tus profazados deseos,
acusadores mal
entendidos delirios,
lograste beber mi
júbilo
y dejar sin bebida mi
fuente.
Engañar engañando,
liberar, pero
encadenado,
sin permisos…
catedrar con un
diálogo disperso
por desconocer esa
alma, mi alma,
acusada sin causa,
cuándo el amor le
desbordaba,
la palabra la
mantenía viva
y se anunciaba amando
con gritos de lágrimas contenidas.
Cuál fue la locura…
lo sé, sentir…
pero opuestos e
inalcanzables.
Sanaré mis heridas
con mis besos,
seguiré envalentonada
en mis complejos y delirios,
buscando segurizarme.
El miedo siempre me
avisará de cuidarme,
prometiendo no perder
la fe por amar siempre.
Y pretendiendo ser
amada aún más..
Me gusta el lenguaje, creo que promete, aunque debería concretarse un poco más. Tiene esa parte de desapego amoroso que puede embaucar (de hecho lo hace). Hay una parte femenina subyacente. Es inevitable que algunas veces lo femenino se enrede en elucubraciones, intentando mendigar una culpa o sintiendo un inopinado deseo de dolor. El justo equilibrio es difícil de conseguir, y esas palabras que se detienen en la cuerda floja son, sin duda, las más necesarias.
ResponderEliminarSé que esta nueva amiga y sus poemas enriquecerán más el blog y nuestros puntos de mira, pues le darán una variedad de expresiones y de imágenes sobresaliente. Dejaré pues que se desnude y dé personalidad y fuerza a través de las palabras.
ResponderEliminarEsa parte de desapego amoroso, que no ausente, y de desapego emocional es lo que le da fuerza al poema: a medida que descendemos por él es cuando nos va definiendo la figura sublime, el núcleo del poema: sentir.
Pero es necesario ver a dónde nos va a llevar ese camino, que se está definiendo y fortaleciendo a la vez: esa falta de concreción no es pues una muralla que le quite fuerza a lo que expresa
Sin duda..., debemos dejar que las musas jueguen en su Gólgota para apreciar los matices que nos serán solícitos para ver que nos depara esta nueva fuente de inspiración!!!!
ResponderEliminarTener hambre de poesía no es malo, pues el hambre eleva el espíritu. En eso coincidimos, la savia nueva nos trae nuevas maneras de mirar la realidad, ávidos de sensaciones que aparte de remover el alma nos traerán miradas nuevas de un mun do a través de otros ojos. A veces he pensado que también son los nuestros, enraizados en otro espíritu libre
ResponderEliminarNunca mejor dicho!!!! Y ahora tengo hambre!!! Estoy esperando por el banquete que nos haga arder el estómago con sus caprichosos manjares!!! Qué bien suena eso de "enraizar en los espíritus libres" como auténticos simbiontes a través de la mirada!!!
EliminarSeñores, comenté con mucho gusto anteriormente, pero no salió mi comentario en el blog… Agradezco sus observaciones, las tomo en cuenta… pero me gustaría mucho que pudieran analizar el escrito, porque veo un análisis al autor… y la verdad es que lo que escribo no me representa, es sólo un escrito… gracias!!!
ResponderEliminarCreo que en mi primer comentario me he referido al texto en concreto... Siempre que hablamos del autor lo hacemos con una especial prudencia (desde la idea de un espíritu afín del que tenemos cosas que aprender y sentimientos que compartir). Verdaderamente no busco centrarme en el autor; sino, más bien, en lo que sus escritos pueden aportar (desde la perspectiva de obra unitaria, a ser posible, porque como tú clarificas un único poema no es representativo). Le doy un cariñoso tirón de orejas a mi compañero en el blog y le conmino a que recupere, de alguna forma, ese comentario tuyo que se ha extraviado.
ResponderEliminar(conozco algún autor con el que hemos bromeado y juzgado de un modo imprudente y sarcástico porque era un amigo de confianza, y ya se sabe que donde hay confianza da asco.)
El hambre que no nos falte, si ese mismo hambre nos hace profundizar en el alma limpia capaz de crear ventanas en donde el mundo todo lo ve opaco. pues después de todas las batallas que el ser humano libra casi siempre sin cabezo, nos quedarán sólo eso dulces pastos en donde el espíritu reviva su libertad y su esencia.
ResponderEliminarEl compañero en cuestión es Ulises, ¡pobre!, nos aportaba su inexperiencia, pero también su cara más inocente. De ella manamos todos y eso está bien, pues la inocencia debe ser nuestro primera y más valiosa cuna. Cada autor nos abrirá una ventana y a través de ella veremos el sol desde diferentes ojos: no siempre nos hablará de la misma manera.
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