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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



sábado, 22 de diciembre de 2012

Me preguntó si quería que lo cortase ella.


 Podía yo hacerlo mal, le dije que sí. Fui a buscar la sierra al sótano. Pensaba: ¿Más inútil todavía?. Cuando subí, estaba en la lavadora. Le dije que lo hacía yo y empecé a cortar. Después apareció ella. Hasta me cuesta a mí. Déjame. Yo estaba enfadado, porque sería el inútil. Y murmuré: Mejor callarse. Mamá lo oyó a medias: “¿Qué dijiste?”. Me callo- le respondí. “Pues hasta que no digas la verdad no vengo”. Ya lo terminé. No me costó tanto. Después de ocurrir todos los enfados, me da pena el escribirlo. Ella habla ya como si lo hubiese olvidado, supongo que el que falta soy yo. Al mediodía llegó mi padre y, cuando iba a comenzar la película, yo pensaba: Quico va a la otra, no importa que pregunte o no lo haga. A mí me falta personalidad. Supongo que a mí me dirá lo contrario porque soy más blando. Me dijo que sí.

  Antes de llegar a él, le pregunté a mi madre. ¿Vas a quedar tú en la cocina?, porque así termino la libreta a máquina que me queda poco. Y me respondió que bueno, que subiera. El decir que me quedaba poco era más bien una mentira. Me quedaban siete poemas y hoy no los iba a poder terminar.

  Hoy también me puso de malhumor, pero ya fue menos. Como todos los días me levanté a las ocho. Me da tiempo para abrir el portal y después ir a escribir. Siempre confié en que mi madre respetará ese tiempo para que pueda escribir. Varias veces me lo interrumpió con alguna llamada, pero podía seguir rescribiendo. Cada vez más desolado. Ya ves, me parece que son momentos críticos. No soy capaz de concebir que en un momento se pueda echar toda la vida por tierra y, al momento siguiente, estar tan tranquilo, y olvidarse. No sigo ese caudal. Me parece que estoy equivocado desde hace mucho tiempo. Pero ya viste, ahora parece que se ha puesto de moda el decir que tomo el pelo a todos, y sobre todo a ellos dos. Creo que lo tomo cuantas veces quiera y me salga de las narices, pero son en cosas que no quieren dañar a nadie, ni quieres entre mezclarse con cosas de barro o de la tierra, como dinero y cosas así. A mi madre le gusta decir que le tomo el pelo gastando el dinero en chupitangadas.

 Hoy, cuando marché a Vigo, me dijo que si a las cinco estuviera en el dentista. No sé cómo me metí en esto. Llegué a las diez y media y fui a visitar a Mercedes, y le gustaría que fuese a preguntar sobre los mimbres.

  Pregunté para ir allí. Quise hablar con alguien. Y un señor se ofreció a llevarme. También iba. Llegamos a las doce menos veinticinco, pero ya era tarde. No me esperé este recibimiento. “Juegas y tiras el dinero, ahora qué dirá papá. Otra vez perdón”. También ella me tocó. Hipócritas, jolín, me cago en la leche. Mierda. Empezó a decir que había llegado tarde, que nadie es capaz de estar en el Serén a las diez y media, y llegar a tiempo. Me hartó. Hasta que se desahogó diciendo que el domingo no iba a salir.

  ¿Qué hago?. Bueno, no importa mucho, porque hay fiesta. No era última. Que llegué diez minutos antes. Jo, y una se puso diciendo que todo era mentira. Tenía ganas de mandarla a tomar por saco. Le quiero pedir ayuda a todas mis amigas. No me creo poder resistirlo. Toda la tarde la pasé un poco preocupado, aunque al menos no me había prohibido lo que tanto había ansiado por la mañana. Me dijo que regase las plantas de la entrada. Al menos nombró a Malena diciendo que ella se había decidido a cuidar esa parte. Pero pronto rompí esa ilusión: lo decía sólo porque estaba yo, para controlar al tontito, se puede decir. Por la mañana, cuando había abierto el portal, me había dicho que eso lo haría al subir de Ramallosa (aunque la verdad era que no iba a ir). Ya sé, después de escribir a máquina. Me puse a regar con la manguera. Así, dijo ella, no porque el agua resbalaba. Me resbala igual con el cubo. Aquello no llegué a entenderlo del todo.

  Pero en esto que llegó Lita y se pusieron a hablar. Iba a ir a la iglesia, así podría escribir. Bueno, da igual, ocurrió todo eso, y por la noche llegó mi padre. Yo tenía mi razón, aunque mi madre no quisiera entenderla, pero eso iba a ser lo de menos. Estaba viendo la televisión en color, el baloncesto, pensé que lo iba a quitar pero no fue así. Cuando terminó salí a recoger verdura a los conejos, ya lo pensaba hacer yo, aunque ella me lo quisiese decir. Igual cuando llegué de Vigo. Me dio cien, las otras eran de la vez pasada. Quise ir a dedo, pero cogí el autobús. Si, vine a dedo. También me daba miedo el jurar en falso, siempre lo temí, pero me preguntó si había venido a dedo, que lo jurase. Le mentí. Aunque me dio un poco de miedo al principio, lo tuve que hacer así. Total, una de las cosas por las que chilló fue que había llegado tarde. Estaba convencida.

2 comentarios:

  1. ¡No se puede tener esa moral de carpintero con carcoma, hay que apuntalar el alma!

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  2. "Moral de carpintero", buena definición. Bueno, la vida no siempre te entrega la realidad masticada para que tú la digieras, a veces hace falta un poco de carcoma para ver la verdadera realidad, no crees?

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