Me llamo José Angel
Carbajal Abal y nací en La Ramallosa en 1961. Eran ya los últimos años del
tranvía
y
era una aldea pequeña, rural.
Empecé a estudiar en Sabarís, allí había un colegio de religiosas. Después
seguí los estudios en una escuela pequeña que había en Mallón: eran dos aulas,
una para los estudios primarios(1º,2º y 3º de EGB) y la otra para los
siguientes. Pronto destaqué en las matemáticas, pues estando en quinto ya les
resolvía los problemas a los de octavo y los vendía por una peseta. Era muy
pillo.
De cuando niño recuerdo, me dicen, que me gustaba mucho correr y que era muy
veloz. A mi abuela le gustaba salir conmigo a pasear y me tienen comentado que
sujeto por una goma para no alejarme mucho de donde estaba ella, pues era mayor
(así cuando tirase, era el momento de recoger y se daba cuenta de que estaba
lejos).
Mi
madre trabajaba en la Ferretería, que era un negocio familiar y éramos todos
los vecinos bastante conocidos y cercanos unos a los otros. Todos lo sintieron
cuando me atropelló un coche. Yo iba con mi hermano al colegio por la
carretera, un juego casi teníamos era bajar corriendo por un camino hasta la
carretera, en momentos en que no circulaban coches, al mediodía. Pero ese día
pasó y me llevó a mí por delante(1 mes en coma profundo y tres meses en coma:
tres años en el hospital).
Cuando salí seguí mis estudios en un colegio especial de Murcia. Terminé
Bachillerato en los Salesianos de Vigo.
El primer poema que escribí data del año 1978.
Había
terminado mis estudios de EGB con unas notas bastante satisfactorias, me
gustaba la Literatura y ¿por qué no?, también pensaba que podía escribir como
ellos, al menos intentarlo. No sólo era curiosidad lo que sentía, no, era algo
más; era inquietud, fascinación quizás. Pero sólo podía reflejar el mundo que
veía, el que sentía.
Y éste fue mi primer poema. (empezaba así como imitando a los clásicos).
El amor.
¡Cuán cosa maravillosa
es hacer la vida hermosa
a cualquier persona
ajena,
demostrarle tu
honradez!.
Ella se sentirá prendada
y verá lo equivocada
que estaba cuando sentía
ella
demasiada timidez.
Toda la vida pasada
se quedaría como llana,
sentirá que la vida es
bella
si se mira con
sencillez.
Comprenderá en ese
instante
que la vida tolerada
es bonita y alegre
si se vive con amor.
Y miré lo que había escrito y me gustó. Ya empezaba a sentirme como todos
aquellos poetas que había estudiado en el colegio: Quevedo, Calderón de la
Barca, Machado…
No
era tan descabellada la idea de escribir toda la vida, debía intentarlo. Las palabras
me salían así, fácilmente. No piensas que eso te ha de durar para siempre, pero
podía ser ese alguien más que estuviese a mi lado para ayudarme a caminar:
estaba empezando a recrear algo muy bonito. Pero debía decidirme, si,
decidirme.
Y
entonces compré una libreta de bolsillo y en ella empecé a escribir todo lo que
se me ocurría.
Me sentía bien, podría guardar de esta manera todo lo que escribiría como lo
hacían los grandes escritores. Me sentía como ellos. Había hecho bien
escribiendo aquellas palabras.
Quería escribir rimado, como lo hacían ellos. Pero sin copiar, debía ser algo
mío. Sentimientos, sueños, fantasías… mi mundo de niño, que iría cambiando a
medida que pasaba el tiempo. No pensaba en cambiar, sólo en escribir: empezaba
a imaginarme una vida escrita en palabras, una vida escrita en imágenes. No lo
pasaba del todo bien, pues me sentía diferente a los demás, lejos de ellos.
Pronto me estaba dando cuenta que la tristeza iba a ser una constante, la
soledad, que los poemas iban a ser algo más que una lucha. De todas formas,
estaba definiendo la realidad que miraba, pues el accidente me había dejado
tocado y me sentía lejos de ella, que la realidad no se había estancado y yo
si, que no me había esperado.
Y el tema también de la mujer, de la amiga. En ese colegio había empezado a
sentir algo más, cariño, pero no me hacían caso y me preguntaba por qué, tal
vez sería yo el raro. Una mujer que era mi fantasía, que debía darle una forma.
Esa
chica 14-III-1982
Esa es mi mujer,
ésa es la que yo quiero.
Es una, pero representa
a todas.
Aquélla
bajo cuya sombra me
envuelvo,
bajo cuyo manto me
pierdo.
Es aquélla
que me vuelve feliz a
todas horas,
junto a la cual mi alma
palpita
velozmente.
Esa chica que sólo es
alegría
que sólo es belleza,
cuyos ojos me sepultan
en la fantasía.
Ella es la chica.
Es mi mujer.
La que yo quiero.
Mi amor es tan fuerte
que salta
en cemento.
Pero me es impedido
llegar hasta ella;
y por ello
la llevo en el recuerdo.
Poemas de rebeldía, de clamor, de pedir ayuda. Hablaba de lágrimas,
dada mi relación con un grupo de jóvenes que se reunían en convivencias y
hablábamos de temas religiosos, empezaba a hablar de Jesús buscando un apoyo.
Era el grupo de la J. U. M.
Ya la soledad se había hecho más una compañera que un martirio. Y
aprendía a refugiarme, le llamaba amiga, aprendí a hablar con ella, al mismo
tiempo que le daba una forma, una imagen de mujer.
Silencio.
Silencio absoluto,
soledad,
tiempo de meditación,
la luna la calma rasgará
tocando bella canción.
La ventana está
entreabierta,
el frío se cobija y
conmueve,
una mesilla vieja y la
puerta
acompañan el silencio
breve.
Una casucha de madera
por donde han pasado
muchos años
sirven de compañía al
farero
en sus pesadas horas de
raso.
Solo en la lejanía se
queda
oyendo a las olas su
canción,
silencio absoluto,
soledad,
tiempo de meditación.
Dios era
poeta. 18-II-82
Dios era poeta
y sus poesías eran de
amor.
Mi alma es poesía
y, mi alma, pertenece a
Dios.
Hizo, de su mundo,
poesía
y, la inspiración, se la
dio su amor.
Amor puro, amor santo,
infinito amor de Dios.
No
me era muy difícil escribir y eso me hacía sentir muy bien. Aprendía a escapar
del mundo y de sus dolores, aprendía a demostrar que quería ser normal.
Aunque
seguía siendo un niño…
Sueños infantiles.
Anoche vi una estrella
del universo bajar,
y tanto me fue a gustar
que me acerqué
para verla.
Tan cerca me aproximé
que pude ver lo que era:
Era un arcángel de cera
de un color como la
miel.
Angelito, angelito,
en mal momento has
bajado,
el hombre está
obsesionado…
sólo hay llantos y sólo
hay gritos.
Todo sufre, todo calla
porque no puede gritar.
No te vayan a matar
por no seguir a la raya.
Y este juego peligroso
continúa y no se para.
Continúa la algazara…
siempre manda el
poderoso.
Y fue a finales del año 1978 cuando quise introducir un cambio en lo que
escribía. Había estado escuchando que la poesía que se escribía estaba dejando
a un lado la rima, que no la abandonaba del todo, pero si que ya no se sujetaba
tanto a los cánones clásicos. Y quería intentarlo, pues la métrica, la medida…
eso a veces me confundía. La realidad me presentaba muchas identidades
diferentes, quería hablar de ellas. Y me llamaron la atención los fuegos
continuos cada verano.
Un
incendio. 3-X-1981
Alerta!. Humo en el
bosque.
Humo entre los verdes
pañales de un monte.
Gallego. Es fuego!-
gritan.
Es fuego. El gran señor
del manto rojo
se levanta amenazante.
Y nace arrasador,
sepultador y carnicero.
Ese cruel destino de
Galicia
amenaza, tempestuoso, su
destrucción
El paisaje se rompe.
El campo deja su
expresionismo a un lado,
porque muere.
Galicia pierde un hijo.
Ella le cuida.
Ella le baña.
Ella le viste.
Y, ahora, la abandona.
Ayúdame!. Aún podemos
evitarlo.
Agua!. Sólo un cubo!.
Un riego del corazón que
surge.
Galicia muere.
Su gigantesco manto
verde
va dejando de existir.
Galicia pierde su campo.
Galicia se va, y yo
me voy con ella.
Me sentía importante, lo que estaba escribiendo me daba vida, aunque me
siguiese sintiendo fuera de la realidad; el atropello, la pierna defectuosa,
casi un inútil… la misma realidad a veces me lo echaba en cara y yo no sabía
contestar, no podía detenerla.
Me refugié en lo que escribía y empecé a hablar de sentimientos: ya no era la
realidad a mi alrededor, era lo que sentía lo que debía proteger, parecía como
si a nadie le importasen… pero a mí si.
El
amor
11-II-1982
Silencio!. No hables.
Pongámonos a meditar.
A recordar nuestra
infancia,
olvidar nuestra
ignorancia
y a volver a amar.
Piensa!. ¿Qué hemos
hecho?.
¿Cuál es nuestra
verdad?.
Si nos ponemos a andar,
empecemos a recordar.
Ahora!. Hablemos de
nuestras cosas
para conocernos mejor,
cavemos nuestra misma
fosa
y encontraremos el amor.
Ya había empezado a pensar en transmitir, en crearme un mundo, en darle una
forma… y eso era algo que me atraía mucho, aunque siempre tuviese que volver a
la realidad con dolor, con soledad, aunque nada cambiase.
Ella 26-II-82
Verdes son sus ojos
cuando, refrescantes,
brillan bajo el sol,
se vuelven hermosos,
brillantes de gozo
ante la mirada del
ruiseñor.
El ave le canta
las alegrías de poder
vivir,
y saluda el ara
de los ríos plata
y de las fuentes color
de añil.
Sonríe la mañana
y muestra su delicado
color,
a su bella casa,
al claro del agua,
en un rumor de tibio
resplandor.
Ella era la amiga, el sueño, todo mi alrededor. Ella era la naturaleza, la
vida: estaba despertando un sentimiento especial en mí. Ella podía ser mi alma.
Y los poemas podían ser una manera de hablar con ella. Iba a ser difícil
escaparse de un mundo que a veces era muy cruel y muy superior a ti, pero ése
era un camino y no me gustaría dejarlo a medias: ya me había enseñado a sufrir.
Viviré de
mayor 11-III-1982
De mayor viviré de mi
sangre
y de mi trabajo, sin
espacio
ni silencio que me
impidan llegar
a la meta que me llama.
No sé si resucitaré
de entre las entrañas de
la noche,
pero si sé que mi alma
ganará la libertad que
busca
y, hoy, no alcanza
... porque es libre.
Matará con espadas las
sombras
que no le dejan respirar
y saltará las piedras
que le entorpecen la
mirada.
A pasos agigantados
cruzará el salón del
tormento
y se dormirá en las
sombras del recuerdo,
las burbujas de la niñez
que pasan sin respirar,
porque brotan del amor.
Son burbujas de papel
que mueren en el mundo
y quedan pegadas en el
mural del olvido.
Parecía que había andado casi la mitad de la vida.
Si, me gustaba sentir, me gustaba ser niño. Aunque sólo fuera por soñar.
Amigas, sueños, podía conocer, podía sentir, les escribía cartas, les mandaba
versos, no era difícil escribir. Escribía por el camino, en la noche, a solas…
podía sentirme reflejado en las palabras.
Me sensibilizaba ante la realidad sola, casi abandonada, la realidad que sufría
quizás como yo.
Me sentía bien escribiendo, tapando de esta manera el dolor, empujándome
también.
Místicamente
22-VIII-1983
Latiendo en cada
naufragio
a punto de disolverse en
el mar;
sin miedo, sin
desilusión, sin
haber conocido la
traición.
Un suspiro, un aliento
invisible
existente en cada
realidad.
El místico entorno de
una palpitación olvidada
todavía musita tu
nombre.
No quiere que
desaparezcas de su presencia;
cogerte, estrecharte en
sus brazos,
quiere llevarte en alma
con ella.
Aquellos silencios
entregados por tus manos al vacío
volverán
para agradecerte el
haberles enseñado la soledad.
Y tú, secreta e
íntimamente,
seguirás viviendo en
cada obra.
Ya cada poema estaba tomando una imagen concreta, y eso me alegraba: no era yo
quien escribía a través del papel, era mi alma la que latía de esa manera. Y
había algo más: me hablaban también a mí. José Ramón me animaba a que siguiese
así, siempre me decía que podía hacerlo mejor. Y Raúl también. Aunque todavía
miraba el camino muy lejano.
Libre, como las aves
Decid de mí lo que
queráis.
Yo soy como soy,
porque así no soy un proyecto
de nadie ni el reflejo
de un hombre
fracasado.
Soy así porque mi
corazón
me mueve a ser así. No
quiero ser
lo que los demás quieren
que sea.
Ya sé que no invento
nada nuevo,
que todo está
descubierto antes que yo.
Pero sé también
que si la vida me
impulsara
a crear un nuevo camino
que pudiesen seguir
otros luego,
os ganaría, pues mi
mente
está llena de secretos
que vosotros no
conocéis.
No quiero ser vuestro
emblema
porque soy libre.
Libre, para volar.
La vida empezó a ser lucha, ¡si yo pudiera transmitirla!. Debía luchar yo,
convencerme que podía, aunque no fuera sencillo convencer al mundo. Debía
romper con mi ayer, un ayer que me había arrastrado hasta donde estaba ahora y
que me llevaba… No, dejarme llevar no, sentía el peso de los años: podía
hacerlo. La vida debía ser algo más, podías ser algo más… y yo era vida, como
todos los que había a mi alrededor. No sabía quién se oponía a mí, quién ponía
trabas en lugar de horizontes.
Fuerte contra ti
Me siento fuerte contra
todo.
Menos contra ti
que eres el principio y
el fin del mundo.
Y eres la verdad
y un reino en mi mente
y en la tuya.
Fuerte contra ti
como todo lo que invades
cuando susurras, pero no contra tu silencio
ni tu destino.
Porque hoy me he
levantado distinto
a como era ayer,
hoy todo es diferente
y es mío. Me puedo
vencer
si pronuncio tu nombre
o tú si me reconoces
podrás hacerme débil.
Y entonces quise buscar ese algo más, esa vida que quedaba en cada palabra, que
se escondía en cada palabra.
Debía
creer en lo que escribía, me daba cuenta que estaba ante un momento crucial en
mi vida, un momento que iba a definir toda mi existencia. Debía luchar.
Llegado a este punto, me gustaría que me permitiesen hacer un alto en el
camino. Y no es que me distraiga, no, “digo un alto en el camino” porque por
aquel tiempo empecé un trabajo de verano en un puesto de helados. Sería algo
diferente, sería un trabajo por fin. Y llegó el primer día y pronto me di
cuenta que debía buscar algo más que hacer, algo que escribir… pero era cierto
que tenía que ser algo diferente, pues había conocido a unos chicos en Bayona
que también tenían inquietudes por escribir, y me estaban haciendo ver que
muchas veces escribía poemas muy simples, muy de amor, de amigas… y seguro que
podía hacerlo mejor.
Ahora me gustaría leerles el comienzo del relato que allí empecé a escribir.
"A él tal vez le gustaba ser como yo:
Algo
borracho, embebiéndose continuamente en todo lo que hacía, de aquí para allá.
Y
quedaba ensimismado; aquello le conducía a otros lugares, a otros pasados.
No
podía olvidarlos, quisiera dejar aquella pesadilla, pero sólo estaba él en la
habitación.
- ¿Te acuerdas de
aquellos días al calor de las palabras?. Nunca podrás sentirte solo.
- Si, claro que lo
recuerdo. No lo podré olvidar. Además, siempre lo llevo conmigo, en cada
paso, en cada mirada. Queda su sombra en cada huella. Conmigo él sabe que
siempre existirá alguien a quien le gusta oír sus viejas aventuras.
- ¿Quién eres tú?. La
sombra de mis manos en las paredes quiere sentir tu belleza.
- No sé. Soy tú mismo.
Inventando historias, como tanto te gustaba. No un payaso aburrido que vaga
siempre a donde quiera que va. Soy ese rostro que siempre te encontraba, esa
sombra que te seguía, siempre supe que te iba a encontrar.
Era él, sin duda, cómo hubiera podido olvidarse de todo aquel ayer. Lo poseía,
lo llevaba arraigado en la sangre. Siempre sabía a dónde viajar. Cruzaba
bosques, caminos, no estaba lejos. Detrás de cada monte emanaban de su corazón
partículas de esperanza. Entre todas formaban a sus pies una inmensa alfombra
donde iba a discurrir su paisaje.
-¿Te
acuerdas?. Eramos nosotros dos. Solos tú y yo. Me gustaría descorrer tantas
cosas del pasado… como tú. Me gustaría lograr todo eso que siempre fue
una ilusión.
-
Ahora estoy solo. Todo es mío. No, no me hagas vacilar.
Era él. La habitación no sabía de qué hablarle. Había quedado muda. Sólo
admiraba su entorno.
- Yo
te diría todo eso que siempre estuve enseñando.
Ahora
tú has llegado a ser mis oídos y toda mi voluntad. Ya sabes que es este
ambiente, siempre me lo querías recordar.
-
Adelante!. Mañana está con nosotros. Como siempre, ya es otro. Yo no seré
igual.
Era todo un revoltijo de ideas. Pero a él le gustaba. Siempre había sido lo que
más le llamaba la atención. Y aquella sala le permitía combinar todos sus
colores tan agradables, todos aquellos pensamientos tan variados que habían
surgido para inventar. Allí se había liberado el duende siempre oculto de sus
labios, el misterio abstracto de sus sentimientos.
Aquellas paredes no estaban solas. El había construido sobre la fantasía todo
el conjunto de sus momentos para descansar. Y se entretenía con ellos.
No, aquellas paredes no estaban vacías. Siempre había soñado encontrarse allí,
dar vueltas, intentar ver la realidad del mismo modo que la veía él.
-
¿Qué más puedo decirte?.
-
Calla!. Sigue pensando.
- Ahora veo claros unos sentimientos tan silenciosos, ahora me parecen vivos,
quisiera darles la libertad, porque siento que todos los días me harían falta.
¿Sabes?, me gusta hablar contigo, aunque sepa que no existes. Creo que todo
tiene significado en la vida si se vive en todo su amor.
Algo le decía que allí había alguien más. Aunque ya estuvieran las paredes
enmohecidas por el vapor. No oía unas pisadas, por interiores y silenciosas que
fueran, pero él sentía su presencia, incluso podía sentir sus movimientos.
Ya había empezado a imaginarse a aquel espíritu sin rostro ni aliento, aquellas
palabras que no estaban escritas en ninguna parte, pero que él sentía como
suyas. Era bueno hacerse amigo de la soledad…"
En él describo un mundo de niño, lo que sentía entonces… empezaba a
ilusionarme, a enamorarme. Lo titulé: “A él le gustaba ser como yo”. Y era ese
ser que latía conmigo, ese niño que estaba dentro de mí… Un camino que me empujó
tres años.
Cuando retomé otra vez lo que había dejado atrás, pensé que había valido la
pena. Pero otra vez me pilló a contrapié la realidad dura, cruel.
La vida ya no
es 3-II-1988
como antes, y siento
como si me robaran
algo de muy dentro
de mí. El cielo
ya no es azul, ni claro,
y en mi alma
siento la ausencia
de un amor
que lo ha dado todo por
mí.
No veo sus ojos, eso
es lo que más me
revienta. Que me quiten
el tesoro que le dio
vida
a mi niñez.
El amor dolido no
siente 6-II-1988
del mundo. Ni espera,
aunque haya recuerdos
que antes podían darle
un sentido. Y hoy
le llega la hora de
partir.
No hay caminos, aunque
los árboles pasan
y apenas se ven, aunque
las piedras
te molestan y se pegan a
tus pies
las arenas sin sentido.
Sé que corro, pero es muy adentro que el paisaje
tiene un nombre y un
adiós
que se debilita.
Quisiera escapar a decir que no hay
silencio, pero es tan
profundo, vuelve a ser
de nuevo tan profundo
que escribo, escribo solo
y apenas pienso en lo que pudo haber sucedido.
Queríamos hacer un grupo poético entre los tres, pero al final no fue posible.
Pero a mí me ayudó, porque podía creer en lo que escribía y darle una imagen.
Salía de casa, compartía otras inquietudes, y así lo que escribía fue tomando
cuerpo. La lucha dejó de hacerse algo únicamente mío, algo que podía compartir,
entender.
Ellos me ayudaron a salir de toda esa vorágine mental en la que me había
metido, estaba conociendo el amor, comprendiéndolo también. Y todo empezó a
tomar sentido a mediados del año 1990, 1991 y 1992: unos años bastante
fructíferos.
Mi camino estuvo sembrado de
guerras
27-VIII-1990
y de gritos
para llegar a ti. Fue
difícil comprenderlo.
De tristezas y lamentos,
de caminos confusos
y de sangre. Mi camino
estuvo quebrado
por el tiempo
y por el barro de los
caminos. Y las guerras eran tan grandes
que nunca sabía
dónde iban a llegar. Mi
camino estuvo lleno de pequeñeces
y
de instantes deliciosos
que merecían la pena recordar
y escribir.
Muchas veces pude
hacerlo. Yo era como tú,
errante y callejero,
lleno de amor,
de alegría.
Como tú, esperanza
y sueño, siempre
dispuesto a escuchar palabras
y a volar.
Hoy puedo, mar, hoy
olvido mis tristezas
y me fijo en el blanco
de tu aurora,
de tu orilla.
Hoy siento que puedo
cruzar tu ternura
y tu arrogancia,
por eso
me escapé del mundo un
instante
y estoy ante ti.
Hoy mi libreta se ha
hecho infinito.
Tengo los labios manchados de
orgullo
4-IX-1990
al sentir la savia de
otros cuerpos diferentes
sobre mí
y tocarme después. El
azufre de la tierra
quebró el vidrio de mis
sábanas rotas
y sucias.
Tengo las manos
manchadas de ira
y la cal de las paredes
se pega a mis pies
cuando atraviesan el cuarto
y renacen.
Me quedará sólo eso:
unos labios manchados de
tierra
que agrieten mis
tobillos
ya sin vida.
Las calles están
vacías
4-IX-1990
y las sombras
lentas:
son las últimas horas
del día.
Cuando tú ya no existes
y es todo
un inmenso panorama
donde el despertar más
frágil
se hace ausencia.
Pensé que me habías
enterrado 16-XI-1990
a la soledad más
horrenda
que existe. Pero
apareciste tú
revestida de ángel
y de luz y me ayudaste
a recomponer la vida. Y
de un mundo oscuro
y pobre
tú sacaste todo lo que
soy ahora.
Si algún día nos
encontramos
en otro mundo
tengo que reconocerte,
te lo juro, tengo que
salir de esta realidad
y vivir siempre contigo.
Me llamaré como tú:
poeta.
Puedo emplear esta noche para
vivir.
23-XI-1990
En vez de vagar
y escuchar los aullidos
del silencio,
tan monótonos,
tan crudos, puedo
emplear esta noche
para salir
a las calles, ya no me
vence el miedo
ni la timidez
de un día más,
pero me vence el
espanto,
la angustia
de no haberlo hecho
antes.
Hay sangre
30-XI-1990
en las sábanas que te
compré, me parece
que ha sudado un niño
en la soledad
de esta vida.
De un dios
que es el vacío de tu
lecho,
mi vientre será tu
hogar,
mi futuro.
Silencio,
una razón sin sentido.
Te amo.
Un efímero
placer
4-XII-1990
cuando tu profundo
cabello
atraviesa mi cuerpo sin
manos
ni estola. Comprendo la
juventud
que es dulzura.
Un efímero placer
que busca en su sentido
la esencia.
Mi cuerpo se hizo
llama
27-XII-1990
por dentro
y fue penetrando poco a
poco
por mis pies,
hizo brillar mi estera
como si fuese de oro. Y
pronto comprendí
que era a mi hijo al que
buscaba
en el fuego, por eso me
dejé llevar
porque mi fe tenía
fuerzas
suficientes.
Dejé que llevara mi
alma,
mi creencia
y me llevara a mí
también
en aquellos sentimientos
tan pueriles. Se
despertó mi habla
y lo comprendí.
Me dejaba llevar.
Conocía el amor.
La
soledad 26-XII-1990
me unió a los seres que
me sueñan. Ya no vivo
del instante
por mí solo. Pasan los
días,
pero algo queda que me
una al ser. Es la soledad.
En otro tiempo penetró
en mi vida sin llamarme
siquiera,
sin ofenderme.
Yo no creía,
pero ella sí.
Mucho
más 20-IV-1991
allá del bien y del mal
te haces tierra,
ser humano
que nos hace comprender
el bien y el mal de
nosotros mismos.
Palabra
en la voz de los que
viven,
templo en la voz de los
que mueren, mucho más
que la existencia
ama.
Sueño
en la voz de los que
sueñan, mucho más,
reencarnación en la voz
de los que sienten
aunque no lo sepan.
Mucho más
que el olvido de los que
escriben para vivir,
mucho más que los que
mueren
para ser libres, así tú:
la esencia de tu
vientre, la vida
por ti dada,
mujer.
Buscaba algo casi perfecto para lo que sentía, a veces jugaba con las palabras,
con las imágenes. Recuerdo que tenía una bicicleta y conmigo llevaba siempre
algunos papeles para escribir, para detenerme y escribir.
Mi ilusión era llegar a Bayona y reunirme con mis amigos. Me sentía bien al
escribirlos, pero debía leerlos en el grupo. Llegaba a Bayona, pues, con
bastantes papeles escritos… y éste sorprendió. Y fue el que abría el primer
libro que editaba… pensaba que debía ser algo más que un poema. Y de ahí
vinieron otros y otros. Ahora quería luchar, me estaba haciendo mayor y debía
luchar. Y los poemas me salían así, escribiendo con el corazón, sencillos. No
tenía mucho vocabulario, pero no me importaba: debía saber ordenar las palabras
justas.
Mis amigos se propusieron que era necesario ayudarme a sacar un libro y así lo
hicieron. “Ónice”, fue éste primero; luego vinieron “Camino viejo”, que era una
recopilación de algunos pasados, y “No hay silencio”.
Conocerte
15-VI-1991
no es sólo encender la
luz de tu cuarto
y a través de la ventana
mirar
si ha nacido el día
para volver a tus
arrieros.
Conocerte es luchar.
Y morir también,
pero mientras te guíe la
palabra
y vivas la luz del
espíritu
no habrás muerto.
Conocerte es seguir
cultivando el pan de
cada día
en la argamasa de ti
mismo
y creer en quien te
espera
y te siente.
Conocerte es amar. Que
es más
que toda la vida
porque hoy empieza para
ti una sensación
nueva.
Conocerte es más
que vivir para ti mismo
porque vivir y morir
se aprende
y con el tiempo se
posee.
Pero conocerte lo es todo,
es ser tú y ser yo
a un tiempo,
compartir.
Pero en el año 1992 dejé de escribir. No debía hacerlo, pero necesitaba aclarar
el camino: era escribir o luchar… y yo debía luchar. Necesitaba cambiar mi
manera de escribir.
No conseguí nada. Pero tal vez fueron otras experiencias, otras oportunidades,
no lo sé. Volví a escribir en el año 2001.
Y te quise 20-VIII-2001
por tu dulzura,
por tu ternura, por esa
suavidad que ponías
al pasar las hojas
y abrir la ventana
de nuevo.
Te quise desde antes,
como en la primera vez
que amé
cuando era niño.
Desnudaste las hojas
una a una
cuando ya estaban
cubiertas de musgo
y azufre.
Abriste la ventana
y otra vez el sol
dibujó una verdad.
A ese hijo que todavía no
conozco 20-VIII-2001
Veía al niño
en sus ojos,
en sus pupilas, en sus
miradas dulces
y tiernas.
Veía al niño en su
lecho,
en su cuarto, en la
soledad
transparente y mágica
que llenaba aquellos
momentos
compartidos.
Veía al niño
mago,
aunque no le sentía
ni le tocaba.
Sólo a ella.
Rozaba el niño
cuando rozaba su vientre
y sus ojos, cuando
acariciaba su piel
y su sangre.
Rozaba el niño cuando
era un dibujo
en el iris, en el arco
iris,
en la luna.
Y le desnudé entre mis
brazos
para tocarle yo también
como le tocaba a ella
cuando estaban dormidos,
cuando estaban desnudos
y a solas.
Tocaba al niño
cuando le tocaba a ella
y sentía sus voces
de ángel.
Tocaba al niño y sentía
miedo
por mí, pero después le
tocaba a ella
y le sentía entre mis
dedos
como el cáliz.
Ya había empezado a
quererle.
Pienso
que la poesía va llenándose de momentos, de detalles puntuales que definen de
una u otra forma tu existencia. Que debes estar preparado para recogerlos y
escribirlos.
Hace dos años sufrí un amago de infarto y, estando en Povisa y con la compañía
de una libreta, el primer día me desperté en la noche y pensaba si podría
describir esos momentos…
Hay un mundo
en el que ya todo da
igual.
La vida y la muerte se
confunden,
se pierden en el camino.
Hay un mundo
en que mirar las cosas
dulces puede ser lo más hermoso
o lo más mísero, lo más
incierto
o lo más doloroso
también. Es un estado
gris, el cuerpo se
desvanece,
se duerme. La vida y la
muerte son,
se confunden.
Nada importa más que la
verdadera
fuerza.
Entonces deja de existir
la mañana, las horas
ya no son las horas,
son espacios. El viento
se hace más seco
y más grande y los ecos
mismos
ya no son los ecos,
ya no lo son.
Y amanece muy despacio
en la ciudad,
tras los cristales.
Se lo leí a una señora y
le encantó. Y cuando, unas semanas más tarde, murió su hermana debido a un
cáncer, y nos encontramos los dos en el tanatorio, me lo recordó.
Me
ilusionó mucho aquel instante.
Un día que estaba en Vigo esperando a una amiga muy especial estaba sentado en
unas escaleras y tenía ante mí una rosa de plástico en una jardinera de piedra.
Necesitaba contarle la felicidad que sentía.
“¿Qué esperas?”- me dijo la flor
desde su tierra
adormecida.
“Le espero a ella”- le
dije yo,
sé que ella es tan
hermosa como el día.
“¿Sabes que vendrá?”- me
preguntó después
con expresión dolorida.
- “Si, lo sé. Porque
ella
es para mí como fruta
prohibida”.
- “Está bien. Me duermo
en paz
porque entiendo que tu
fe es tu alegría”.
- “Hasta otro día,
flor”- le dije;
hoy es un día desnudo
para mí y tú...
tú has sido mi vida.
Conocía un nuevo amor, ya tenía más claro lo que reflejarían los poemas. Y si a
todas las libretas anteriores las definía como “Poesías de mi juventud”, a
éstas nuevas les llamaría “Mi segunda vida”. Así empecé a colaborar en el
periódico A Rúa…
Mi segunda vida reflejaría un paso más en mi lucha. Y, desde entonces, estoy
escribiendo: reflejando lo que miro, lo que siento… la vida.
Tal vez sea lo único que sé hacer y sé que a los demás les gusta porque me lo
dicen
UNA LUCHA, UNA ESPINA…
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