Del silencio naces
y te quemas
y es la soledad
una enorme vertiente
que me cosecha por
dentro.
El mar y tú,
la vulva, una
cascada de ónice
esponja sobre su
rostro
la vida.
Y te haces
demasiado grande
cuando no te tengo
en mis manos
ni en mi siembra
y tiemblas como
una niña.
Tu vulva de nieve
en mis manos,
poesía.
-1991-
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