Amaia fue un arco iris detrás de la montaña.
Se despertó, extendió sus colores y deslumbró al hombre… que estaba escondido
en el valle buscando tesoros entre las rocas. Y cada color era un sueño y cada
sueño un más allá; Amaia era fácil de creer, fácil de sentir… todo parecía
sencillo en sus manos. Y el momento más álgido fue cuando ella penetró en la
montaña y se sintió mujer: allí ella se transfiguró en una luz más fuerte.
Después siguió su camino a lo largo de la noche, a través de sus velos negros. Amaia
fue luz hasta tocar con sus labios el cáliz de la cima invicta. Entonces se
hizo luna.
Lo estaba saboreando y a través de las palabras me llegaron ecos de una canción de Enrique Bumbury "Alicia en el País de las Maravillas"-
ResponderEliminarRaúl, tengo escuchado el título del disco, pero no conozco la letra, así que poco te puedo decir de ella. Estos días, como ando tan lento algunas veces a la hora de publicar algún trabajo, me pareció bien escribir éste: una mezcla entre lo sencillo del arco iris y lo complejo de la cima.me pareció que hacía pensar y con esa intención lo edité. Es un honor que encuentres semejanzas con otros textos, sólo me pareció interesante quizás por lo simple que es
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