No
tengo por qué juzgarte,
por qué vencerte,
ni mis
escalones son más fríos y altos
que los tuyos.
Me llevo un
amargo recuerdo
de tu llegada, de
tu estancia aquí,
conmigo:
cierto que
juzgarte es juzgarme a mí
por encima de todas las cosas.
Y no puedo
hacerlo, ni debo
si no es para
reconocerme a mí
parte de tu emblema.
-2018-
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