Acostado
sin saber cómo pasar el tiempo,
desde mi cuna de sábanas blancas
le pido consejo al mundo
para hablar con él…
de cualquier cosa.
Y le llamo,
pidiéndole que me abran la barandilla verde
del jardín en flor
para que mi voz llegue hasta los confines
y respondan entre petunias
rojas de luna.
Quiero hablar con alguien,
que pasen por mí las edades secas
y puedan correr las olas que me quedan
hasta reposar sobre mi colchón mullido.
Las voces se deslizan entre notas de estrellas,
sus ecos, las voces fragmentadas en sueños
me buscan ardientemente
para amainar mi cólera.
Unos ojos imponentes me miran desde la puerta
de reojo, con el brillo del mazo
que taladra el horizonte
en alambres de vidrio y de furor.
-1982-
Interesante pero un poco atropellado hacia el final...
ResponderEliminarPues a mí me parece una secuencia interesante, pero entiendo tu atropellamiento: se suceden imágenes que hay que desglosar
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