Reptando
se acercó hasta mí
y apoyando su voz sobre mi
oído
empezó a decirme palabras
dulces que a mí
me llenaban de calor
y de paz.
Y dejé mis manos sobre su
cuerpo
buscando una libertad que
jamás había sentido,
que hoy era la primera vez.
Y me di cuenta que su cuerpo
no estaba cerrado
para mí y también yo quería
suspirar un nombre
a su oído
y así romper el muro
que tanto me había hecho
desconocer,
casi ignorar a veces.
Y sentir su piel fue para mí
como arrancar una flor
a punto de romperse,
a punto de quebrar su
inocencia
en este mundo cruel
lleno de sensaciones crueles
y amargas.
Y le amé... aunque fuera de mi mismo sexo.
-2003-
El amor no tiene sexo, edad o conciencia...
ResponderEliminarNo, no tiene. Ponerle etiquetas es violarlo. Interrogarle cómo es, qué hace, de dónde ha venido también es violar la condición del hombre
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