Peregrina se me
marcha la ternura
entre las sombras del
ayer que ha cobijado,
caminando cabizbaja y
vagabunda
por los mares del
recuerdo que han marchado.
Se resiste… mas el
silencio le empuja
a integrarse en el
olvido marchitado,
las sirenas que
descienden a la pura
imaginación del qu e
no ha estado.
Recordar los momentos
de alegría
en que en la noche
brillaba la luna,
volando a la
eternidad concebida
como besos de un
pasado que no dura.
La vileza abandona su
poderío
para refugiarse en
los crisantemos,
la maldad agoniza en
torno al bramido
de los ojos azulados
del veneno.
-1982 –
La ternura se marcha y persiste en los ojos un veneno, ¿si pudiésemos comer crisantemos, ingeriríamos también la vileza?
ResponderEliminarSiempre los ojos del veneno y la soledad son símbología de un malestar que comparten Jean y Fausto. "Violando la eternidad" pondría yo, ahí se mira la inocencia de Fausto, que quiere expresar lo que siente sin más recovecos. Peregrina, cabizbaja, olvido, abandono... son términos que se repiten. Fausto no tiene ataduras ni limitaciones, por eso sus imágenes son transparentes. Eso no es vileza, vileza es callar
ResponderEliminarVileza es otorgar. Nunca he sentido a Fausto un ser mezquino, más bien un amador de eternidades cristalinas (claro está que la eternidad siempre ha deseado ser violada por su poema). Fausto es tan trasparente como el Rey desnudo que se creía vestido y que todos alagaban, sólo que a él no le importa mostrar sus encantos traslúcidos y que lo alaben en su pundonor dejando que el engaño de los ojos se acerque a su tibia vestimenta (es de recalcar lo bien que le sientan las prendas íntimas).
ResponderEliminarFausto aporta su visión cristalina e inocente mientras Jean navega por la rabia y el dolor, pero siempre gana Fausto pues su mirada no tiene maldad: esa frescura es lo que anhela Jean. Me agrada que se vayan desnudando poco a poco, pero anhelo ver el paso del uno al otro, sé que la rabia es sólo la hoguera
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