La hora meditaba en el silencio
y sus pasos caminaban
dormidos,
el sonido retumbaba
lejano
en cruceros de besos
carcomidos.
La soledad saludaba a
la luna
y regaba con su manto
las voces
que salían al
horizonte muerto
y mostraban espacios
en la noche.
La oscuridad se
cernía en la altura
rodeando las
estrellas vividas
y la sombra de los
recuerdos ciegos
brillaban soldados en
las esquinas.
Allí estaré yo,
com o un mensajero,
anunciando las desdichas
calladas
que hoy se toleran
bajo los puños
de manos
enmascaradas.
- 1982 –
Suelen ser las mismas que reclaman dignidad, ésas que se enmascaran bajo la verdad...
ResponderEliminarEsas veces en que la verdad no es más que una mentira estamos falseando tal dignidad. No es fácil querer abarcar una locura pues terminarás enloqueciendo con ella. Esas manos que hoy nos abaten son las que antes nos mostraban el camino, pero ahora están viéndose a sí mismas como lo que son: sendas inacabadas. Y nosotros estamos tratando de comprenderlas... porque en esas manos que nos pegan también están nuestros miedos y frustraciones
ResponderEliminarTodo es una farsa: la democracia es la farsa de la libertad de elección, el amor es la farsa de la voluntad de trasgredir, nosotros somos una farsa de poetas pues la poesía sólo desea acólitos del engaño.
ResponderEliminarSi todo es una farsa, también lo somos nosotros y fabricamos con farsa todo lo que tenemos... pero debemos aceptar lo que hay. El hombre plantea mundos hipotéticos sólo en los sueños, en las películas: tal vez sea ésa la realidad y no ésta. Pero sólo podemos decidir enfrentarnos a ella o huir. Tenemos siempre la libertad de intentar construir una realidad a nuestra manera pues tenemos el libre albedrío
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