Ayer no sabías casi escribir y hoy miras a tu
espalda y ves apiladas una pira de palabras… ¿qué ha cambiado entre los dos
puntos?: nada… sólo has escuchado tu tiempo. Tus palabras son tu testimonio. ¿Has cambiado tú acaso cuando el mundo te hizo su rehén?: no, tú no has
cambiado. Ni yo. Sólo hemos aprendido.
Si hace demasiado frío haríamos con nuestras palabras un pira para calentar los dedos. ¿Qué es un poema comparado con la hipotermia o los sabañones? ¿Qué es un poema ante el rigor solitario de la helada? Lo que una vez ardió en el alma es insuficiente ante la azul palidez del raso. Hagamos como la cerillera: incendiar nuestra poesía para ver morir la última llama en los ojos.
ResponderEliminarLa última llama no la verán tus ojos ni los míos, porque es el sentimiento de lo auténtico y de lo informal. "Tome, coma mis poemas y espero que el papel no se le atragante"
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