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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



viernes, 19 de febrero de 2016

¿Quién me marca el paso del tiempo?


  
¿Quién me marca el paso del tiempo, si mi reloj se ha parado en las doce en punto y no sé si es día o noche?, ¿quién marca la diferencia?. Las hojas de los árboles no, ellas me señalaban las estaciones, el cambio de las estaciones, pero han cesado de caer y de brillar. ¿Quién asume el papel ahora de lo que significa el día?, ¿el viento?, ¿el frío de cada mañana y el sopor de la noche?, ¿quién hay ahí fuera?. Mi reloj se ha detenido y no creo que este viejo argonauta pueda reflejar algo más. Asumo mi parte de  culpa como signo de inexperiencia y de rabia, asumo mi fragilidad… pero más que esto me importa el tiempo… que no se detiene y me está pasando una factura.

8 comentarios:

  1. El tiempo es una hermosa camarera que nos cobra una factura impagable por un simple café.

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  2. El tiempo sólo señala el tiempo, no la experiencia o la sabiduría. A partir de ahí los vestidos son más caros, requieren de trabajo y su insistencia, de su constancia también dependen.

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  3. Mi cartera no señala nada, y apunta a esa fragilidad peligrosa de los vicios baratos, los vicios mundanos y los vicios divinos... La experiencia y la sabiduría no entienden de monedero.

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  4. El vicio de vestidos provocativos aguarda en lugares muy visibles, por contra el interior ya no camina por las calles. Más allá del vicio está la razón, una especie de verdad; ¿con qué nos quedamos entonces?. El hombre entiende del libre comercio, lo ha sostenido toda la vida.

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  5. Si el alma está cansada debe buscar la provocación debajo de las faldas para postrar su frustración. La alegría de vivir es intentar meterle mano a los espacios invisibles entre la lencería.

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  6. ¿Propones cambiar el magnetismo por la sensualidad?. Tal vez no estemos del todo identificados para con ambos. La lujuria es una amanera de disfrazar nuestra pequeñez; tal vez estemos más ligada a ella de lo que creamos. El alma no se cansa de preguntar, porque así es su evolución. El tiempo es una pregunta: podemos escapar de ella o enfrentarnos, es nuestra la decisión

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  7. Yo abogo por una lujuria que no es tal lujuria, pues no se estrecha en pequeñeces ni reprime jamás su corazón. Tampoco recelo de la sensualidad de unas bragas ni del magnetismo animal que se oculta entre la lencería. Mi alma no se cansa de jadear porque es así su involución. Generalmente no contesto a las preguntas de los extraños y el tiempo, que nos interroga, no necesita nuestras respuestas.

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  8. Pero si nuestro tiempo se reduce a la eterna pregunta: ¿Quién duerme a nuestro lado?, para qué nos es útil nuestro tiempo. El alma jadeante, la lencería usada... eso también es poesía aunque de venderla se llenen los mercadillos de cada ciudad. El tiempo no nos interroga, tienes razón, está muy por encima de las cuestiones humanas, pero si alguna vez nos encontráramos frente a frente con él, con su desafío, ¿qué le diríamos?: ¡que he dejado las patatas en el fuego?. A veces el tiempo nos interroga, pero también nos hace comprender

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