CROSSWORDS

CROSSWORDS
Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



martes, 26 de febrero de 2013

Amor en silencio...




Te esperé por tanto tiempo...
pensé que no vendrías,
y que jamás sabría los que es amar,
llegaste a mi vida a cambiar el tiempo,
a cambiar el rumbo, y mis ansias de amar...

                                         Rompiste la monotonía de mi vida vacía
al tener un amigo con quién platicar,
contarle mis cosas, mis íntimos anhelos,
mi infancia perdida, las ansias de amar...

                                        Y al paso del tiempo, sin darme cuenta,
día a día, te comencé a pensar,
los días eran horas, las horas minutos,
los minutos segundos sin poder esperar
para volver a verte y ahora si atreverme
a decirte mi verdad...

                                   Desde que te conozco, te he amado en silencio
he deseado tus besos, y poderte abrazar,
pero tengo miedo, muchísimo miedo,
de decirte te amo... y perder tu amistad.


lunes, 25 de febrero de 2013

Bueno, ya sabes lo que es para mí.



Para que después diga yo que, total, soy inútil, y me responda él (por que se lo haya dicho a mamá): Pero, pero ¿quién te llama inútil, ¿es que te crees un inútil?. Me voy a meter en cama. Al parecer, allí no pinto nada. Nunca lo pintaste: ¿es mucho pedirlo?.
  Bueno, ahora llega tu noche y ya estoy en cama. Déjalo, escribe. Sé que hasta que abran la cocina, sepas que es él y hagas una de las tuyas. Le trajo un reloj a Quico. Le dije a Quico: Así queda para mí el tuyo. “El negro- me dijo-, la pila son 500 y le falta”. Pero se dio cuenta más tarde: “Así le dejas para él el que se parezca al de papá”. Yo también le había querido dar un beso cuando llegó, pero se pegó Malena a ella y no pude. Sólo cuando entré en la cocina vi el gatito que había encontrado Malena y se lo enseñé. Bueno, yo ya me bañé.
   Aunque al principio me dije: Me pongo el pijama y sólo me baño los pies. No, me bañé bastantes días. Si había uno que no, el siguiente si. Me bañé el viernes, el sábado un poco, el domingo al salir. Me sentí más a gusto. Poder bañarme tranquilamente, sin prisas y sin apurarme o mandarme nadie. Cierto es que quien me emp…
    La idea era buena, pero no supe seguir, o no quise seguir. Cada palabra tiene una razón. Y es ese nombre que le da significado a esa peli… Ayer ya lo creía demasiado pronto para echar un juicio. Hoy, porque estaba la cama un poco desarreglada que parecía de haberme sentado yo, me dijo que ya estaba sentado. No, yo estaba leyendo un selecciones, ¡pues sentado!. No, pero estaba de pie apoyado en el armario. ¡Júralo por mi muerte!. No cambia. Pero bueno, me da igual, porque yo espero que si y que me ayuden todos a seguir así.
   Empezó diciendo que las sábanas estaban en la lavadora porque estaban hechas una mierda y yo las controlaba todos los días para ver qué me quedaba por lavar, y no me parecían casi sucias. Al contrario, no quería ponerle de ese malhumor.
   Ahora habla por teléfono. Salió tres veces al pasillo, pero cuando estoy escribiendo en el armario lo dejo todo en el mismo armario. Voy a decirle que antes sí había estado sentado en la cama, viendo el papel de Fátima, el recorrido nuestro, pero mucho tiempo antes. No se lo dije, porque me mandó ir a buscar un bote con tomate y uno vino malo. El otro no abría y yo lo intenté.
  Cuando iba a buscar otro, aún lo intenté otra vez sobre la mesa. Quería que abriese, no por el trabajo de ir a buscar otro, pero se enfadó y lo dijo en tono de mandato, como si no quisiera. Me enfadé y no se lo dije. Cuando llegó Quico, le conté el episodio de los pollos, y todo lo que gritó mi padre. Pero sólo sonaban a palabras, y eso no lo entiendo.
   No le dan importancia. ¿Qué se ha creído?, ¿Qué soy el mismo miedoso de antes?, ¿que se llena de miedo ante él al oír una palabra más alta?. Pues no. Hoy tuve una riña. No sé si te dije, me parece que si, que las botellas las iba a hacer esta tarde. Cuando terminé de comer, subí a escribir, terminé el damero y, cuando cortaba hierba, me decía: las botellas después. Terminé y mi madre me preguntó si quedaban más, le dije que creía que no pero vi dos racimos. Luego fui a buscar unos pessegos y le subí el gato de Malena (se lo subí con las uvas). Cogí ayer unos pessegos y la última manzana de las rojas, blandillas que tanto le gustaban.
  Entré, hablaba por teléfono, los dejé sobre la mesa y puse la tele. Antes de ver imágenes, entró mi padre y la apagó diciendo: “No hay nada. ¿Cuándo colocas las botellas?”. Iba ahora. “Ahora ibas a ver la tele”. Ahora esperaba a mamá. Y ya sabes. No me tocó, pero le dije: Tú no sabes el daño que estás haciendo llamando inútil. Entró mamá y lloró. Yo le cogí por los hombros y le dije que se fuera. ¿Te vas?. “No, no me voy”. Pero debí decirle a mamá que sólo era un roce entre él y yo. 


lunes, 18 de febrero de 2013

Mientras tú lo quieras


Mientras Tú lo quieras                       
yo le seguiré queriendo,
mientras Tú me necesites
mi sueño será su amor…

porque sé que nada existe
más allá… detrás de ella,
mientras seas Tú quien me empujes
ella estará en mi corazón.

  Yo no sé qué es lo que siento
cada vez que estoy contigo,
tal vez sea esa luz que me envuelve
o un sentimiento especial…

pero en mi camino encuentro
destellos que me saben a vida,
emociones que me llegan al alma
y aromas que me huelen a mar.

Mientras Tú me des la vida
yo le seguiré amando,
mientras Tú aún me escuches
ella será mi luz…


porque sé que su amor es grande
y el mío sólo es una gotita,
mientras Tú me des fuerzas
ella… en mi universo azul.

   Yo no sé qué es lo que siento,
pero sí sé que tu ser me abriga
y en él me siento amada,
por ti me dejo envolver…

no me hace falta sentirte
para saber que estás conmigo
pues siempre encuentro tus brazos,
desnuda al amanecer.

  Somos dos velas ínfimas
que persiguen a un Ser más grande
y en su camino lo encuentran:
Amar es como una oración…

somos dos almas nítidas
que con su llama expanden
la luz… que es como una flecha
que emana del corazón.

  Ahora ya sé lo que siento
cada vez que te tengo a mi lado:
el mundo me pone las piedras,
mas Tú… Tú sólo me tiendes la mano.

  Y sé que aún camino entre dudas
y sé que el camino es dolor…
estoy junto a Ti… y eso me basta:
Tú me contagias   “AMOR”.



  La  luz en el agua me habita
y hoy tiene un aroma especial:
refulge cuando todo se apaga,
se agranda cuando todo va mal.

  La luz en el agua me indica
las sendas que yo he de seguir:
algunas las  veo lejanas,
y otras muy dentro de mí.

  La luna en el agua dibuja
sus mechas de color azul
y sé que es el alma del agua:
un sueño que es como tú.

                                         -2013-


Ahora iba a buscar algo para los animales


 y me dijo que me pusiera el gorro. No sé dónde está, pero a ver quién le dice que ya consiguió lo que quería y es que temiese cualquier movimiento suyo, que tuviese miedo. Y así está arruinando mi vida. Creo que lo malo es no escuchar mis razones. Yo sé que dejaría de mentir. Llegó él por la cocina. El gorro estaba debajo de los jerseys en el armario. Menos mal. Hoy, cuando iba a misa, vi más claramente lo que me contó Víctor en el bus a Fátima. Cogí a Pedro, que pasaba justo por aquí cuando yo salía, y fui con él hasta el cruce de San Pedro. Le pregunté sobre ayer, también había ido, y le conté lo que me pasó hasta San Pedro. El me dijo como todos: Tantas chicas, aunque no con una persona de Ramallosa, a él parece que le gustó de verdad. No creo que después me llame plomo. Con todos los de aquí, hace mucho que pasó de edad esa palabra. Pero cuando iba a Vilariño, pensé en Víctor. Y es verdad, ¿a Pedro le puede interesar que Fulanito, que él no conoce de nada, hablara conmigo?. Cuando le vea, pienso hablar con él.
  Nadie me dio un beso en Vilariño, al final me consideré una lapa detrás de Tere. Hasta le quise contar lo de la caída, pero no se lo conté. Ni le entregué los poemas. Bueno, pero en la misa estuve animado. Me llama la atención una de las dos hermanas, delgaditas, hoy estaban fuera y, como llegué tarde, me quedé afuera y, aunque quise entrar, al final no me moví, era distraer. La morenita, va mucho de blanco y negro, me miró dos o tres veces, aunque yo no hice nada. Recuerdo que muchos domingos que estoy dentro, a ella la veo en un banco a mi lado. Muchas veces recuerdo darle la paz. Hablo y no conmigo mismo, eso creo que lo hago, en el fondo, porque hace que miren para mí. Al ir a comulgar, fui con Teresa, que estaba en la fila en ese momento. Hoy viene mi madre. Bueno, tampoco fueron muy negativas estas dos semanas. Cierto que hubo sus más y sus menos, pero ya pasaron. Hoy traje la carne picada, y todo. Pelé, herví, más me preocupé por las flores. Las regué esta mañana y ahora parece que tienen mejor cara. Grabé la cara que me había quedado. Ayer bailé con Paz, Loli no había ido, con Ester, con una amiga suya que no quería. Lo peor fue el no ver a quienes esperaba. Pero bueno, eso me ayudó a pedir. Bailé con una de Porriño, se llamaba Pily. Supongo que me ayudará a reconocerla otro día el que llevaba unos pelos como Malena, y unas gafitas redondas. Al final bailé con, creo que es Angeles, bajita, un poco gordita y muy cariñosa, aunque no me acuerdo muy bien de su nombre. Hoy va a venir mamá. Sólo Mariora y yo en casa. Manzanas es lo que abundan y, antes que me lo digan, las como. Pero cortadas, porque enteras le afectan a los dientes. Creo que una de las cosas que hace Quico y me parece muy bien es no tomarse las llamadas.
  A todo meter, hacer esperar aunque sea al que llama. O cuando comía alguna vez nueces, me molesta que Mariora piense que como sin pensar en los demás. Ya sé que le gustan a ella y a mi madre.
  No sé si te conté las manzanas que cogimos él y yo. A mí me dijo: “Coge las del suelo, que están bien”. Y yo me pregunto: Si caen, se golpean; pudren más pronto. Hoy fue él a buscar unas oscuras que habían quedado amontonadas y me preguntó que qué había hecho durante el día y suponía que perdiendo el tiempo, lo sé hacer muy bien.
  Le pude decir que al ir a las 10 menos bastante Rosa no estaba y cuando fui a las diez y algo seguía sin estar, así que le dejé el cacharro. La rueda estaba pinchada, fui a lo de Chicha, con la de Quico y bajé. Cuando subí eran las doce y algo. Aún por la mañana estuve quemando un rato, pero tuve miedo y le dije que había estado cogiendo y puse arriba. “Inútil, que no sabes. Inútil, no sirves para nada, un rato: inútil”. Terminó diciendo que fuera arriba y bajase las mías. A lo más que le dije fue: de las que cogimos tú y yo. Cuando me preguntó por qué no las había cogido, le dije que había arriba pudriéndose. Fui arriba y aún saqué bastantes podridas de lo que hizo él. Pero no se lo dije. De todas formas, ya no tuve tanto miedo. Incluso cuando llegó y pitó, tuvo que abrir Malena que iba con él, y yo fui casi al final. Me preguntó y le respondí que apagando la tele y la luz. Me dio la impresión que él no quería oír eso.
  Paró el coche, y ya había salido, de pie delante de mí. Sé que dijo una palabra, quería atemorizarme. Le respondí lo de la luz y me la repitió. Murmuré un “bueno”, pero creo que no me lo oyó. Pues aún lo repitió una tercera vez. Pero todo esto me sirve para entender y poner en práctica cuanto antes, que ya tengo menos, pero todavía un poco, y tengo que desterrarlo. Pues aún quería que subiese para que viera la caja de podridas. Y luego bajé, pero ya no dijo nada. Ahora marchó a buscar a mamá. A ver si se gana el nombre de mamá…, para siempre. Debe traer un gripazo o una afonía de campeonato. Prepararle leche caliente. Le trajo llaveros. Le voy a llevar yo el de Fátima a ver si se entera. Pero ya me mandó a la mierda al guardar el coche. “Cierra la puerta”, “queda abierta”, “las dos manos”, “de mierda”. No se lo voy a dar, ya pasaron el valor de los llaveros. Los tiene sobre la mesa. Voy a llevárselo. Se los puse, pero no se enteró. Tal vez después al contarlos pregunte de quién es el otro. Fue a la cocina a tomar esa leche y Mariora le dijo lo de la leche ir un domingo, que quería bajar a Ramallosa (debió ser algo que le dije de que el sábado llenaba un cacharro para no coger el domingo). “Y encima se ríe”. “Y encima se ríe”. Tengo ganas de meterme en la cama. Por culpa de él. Me cago en diez, si se diera cuenta. Me voy a meter en la cama. Nada puede resultar bien. Si se metiera la lengua en el culo.


jueves, 14 de febrero de 2013

Ahora necesitaba expresar

 lo que significa un segundo para mí, un segundo es una vida. Ahora por la tarde quise ir a quemar, le pregunté a Mariora si iba a abrir la cocina y me dijo: “Tú solo nunca quemaste. No, ahora no quemes”. No sé si significó lo mismo que pienso yo, pero tampoco quiero decirle “no” a la ilusión.
  Hablé con Pily. Ya le conté que dijo que me escribiría y no lo hizo. Esperaba que lo hiciese yo. Bueno, ahora le escribo. Será una carta larga. Mariora dijo que bajaba al pueblo a hacer las compras ya subía. Se va a ir. Estoy esperando en el portal y escribiendo. Me importa unas narices lo que piensen: Mariora aún no llega. Escribí la carta y así paso el rato. Son las 8 y 20. Pensé que era muy tarde. No sé si Quico me verá escribiendo. Hoy hay que ir a misa. No lo sabía. Con esto de obligatorio y no obligatorio…
  Yo voy a ir por Tere. Y, si esta tarde salgo, iré hoy y mañana al baile. Tampoco él me dejará escribir si me ve. Voy a pasar. No sé qué decirle. Me levanté, tomé la leche y, al mismo tiempo, puse un poco de agua para afeitarme. Me imagino que se levante mi hermano y me diga: “Tomaste mucho pan y no pensaste en los demás”. Si, en efecto, quedaba cerca de media barra y ahora no queda más que un puñado. Pero se me ocurrirá responderle: De tanto preocuparme por los demás, mira en qué me he convertido. Y me parece que todo el problema comenzó cuando me quise volcar.
  Si, ya veo que me equivoqué. Antonio habla muy bien, pero cuando se va o incluso cuando hablo me gustaría contestarle que yo creo en Dios, pero le haría daño. Hasta le pregunto si en verdad hay obligación de oír misa. ¡Qué ridículo!, ¿verdad?. Voy a afeitarme. Y creo que va a desconfiar. Ahora entré en cama y fui dos veces a coger la libreta. No creo que pueda hacer tantos poemas. Son las diez y media y no tocaron las campanas de San Pedro. Mariora y mi padre se acaban de levantar ahora. Creo que me engaño otra vez. Se lo pregunté a mi hermana y ella me dijo que a mi padre, se lo pregunté a él y me dijo que no. Al menos me distraje un poco, aunque me haya afeitado hoy.
   ¡Demasiao!- dijo Quico. Tal vez no lo sabía. Cuando Antonio habló conmigo me dijo que a mi padre le daba rabia verme con 33 años y hecho un niño. Me gustó, claro, me gustó pensarlo así. Ahora veo que no. Luego le contaré por qué. Ahora estoy en la habitación y no quiero que me cojan. ¡Bah!. Olvídalo. Creo que lo que le quería decir es que debo ver para mí en primer lugar. También recuerdo un día que me dijeron: “Tú lo que tienes que hacer es atender la casa y los animales, hacer lo que se te manda”. Creo que un día me dijo: “Buscar ya te buscamos nosotros”.
  Hoy es sábado y también fui al baile, aunque piense ir mañana. Fui. No fueron ellas, sólo… y su amiga. Hablé un rato con ellas. Cuando empezó (le decía que al menos el bailar una me bastaría. Ella decía que si pero más tarde). Sé que bailé la primera y le dije que si se enfadaba al bailar otra, que bailar sólo una… bueno, eso. Bailó otra y la tercera era “Hedí”, le dije que ya no le iba a pedir más. Ella me dijo que me lo pedía ella. Y bailó. Me animó, también me dijo que debía ser yo mismo. Y hablé con Manolo al salir. Me dijo que le contestase: si no lo fuera, no me tocarías. Pero no me atreveré.
   Me parece bien el pensar: Tú me lo hiciste y parece que me lo quieres seguir haciendo. Me molesta el que me digan: “te aconsejo”. Muchas veces no hace falta decirlo o tal vez soy yo que lo veo en todos los sitios, pero porque me molesta. Guardé los animales y le puse manzanas cortadas a los conejos. Fui a la habitación y me cambié. Después fui a la tele (Ahora es domingo por la mañana. Todos durmiendo, puedo hablar tranquilamente) donde estaba mi padre y le dije: Buenas noches, no contestó nada. No es ya porque me molestara sino que no le pareció tan tarde. No sé qué hora era, supongo que pasaría un poco de las diez. Total, me vine a la cocina y, al cabo de un rato, llegó Malena preguntando si había cerrado todo, que lo había preguntado él. Y es esa manía de decir “te aconsejo”…, ya parece escrita en las palabras. Le respondí: Si, lo acabo de hacer. Pero no quedé conforme, porque siempre habría una pregunta más. Además, ella me preguntó: “¿Seguro?”, dos veces. Y yo siempre pienso que, en el fondo, mis hermanos lo saben, mucho más inteligentes que yo, y me quieren ayudar. Pero no caer en ese miedo, o no sé si es duda, aunque sabía que lo había hecho, ese no saber qué hacer. Murmuré: Y si no que vaya él. Mariora me cortó diciendo que eso era malcontestar. Y me molestó que fuera así.


miércoles, 13 de febrero de 2013

Bueno, espero, pero ¿cómo va a ser esa espera?.

 Ya entraron las amiguitas de Mariora. Tengo que salir. Bueno, guardaré los bichos. No me parece que seas tú, Padre, no es tu estilo. Pero déjame seguir hablando contigo cuando quiera. Es que si no sé una palabra, no quedo contento. Entré en la cocina y le oí hablar. No sabía que fuese conmigo, ni le escuche: ¿Por qué no quisiste oír?. Era meter las sillas. No quisiste oír. “¡Bah!, él qué sabrá”. Quiso rematarla. Quiero bañarme. Pero estoy esperando por si alguno quiere entrar en el baño. Y me fijé que no entraran. Entonces por si quiere Mariora que le abra el portal a ellas, pero me voy a cansar. Tanto le cuidaba a Mariora a veces que le veía entrar, o levantándome sólo para ella y mi padre, o bajando al fallado, para esto. ¡Qué indiferente parece algunas veces la vida!. “Es tu obligación”, dicen. Pero otras veces, como hoy, me quiero quedar en cama y nadie dice nada. Son todos contra mí, nunca llegaré a entenderlo.
  Aquí está el libro de la Adoración Nocturna de Quico. Y digo yo: ir a la adoración con buenos propósitos con las ganas de encontrar más y mi padre ¿para qué?. Yo iba todos los días con él a Vigo y no pasaba nada. Me imagino, preguntándole a Antonio: ¿es que todo eso que hago por ellos no tiene sentido?. Supongo que sí. ¿Entonces, es verdad, como tengo oído por ahí, que cada casa es un mundo?. Me dirá que también. ¿Y mi casa?. ¿Tiene sentido el ser así?. ¿Qué mundo es éste?. Entonces me parece que saben a cuento las palabras de la hermana Lourdes: “Espera, tranquilo”. Me pregunto yo qué es esa tranquilidad.
  Dijo ella: “¿A ver quién toma los macarrones?”. Ay, si no toma él tomo yo, dijo Quico. A mí me da igual. Estuve dudando de si decir o no buenas noches. Al final lo dije. Fui a lavarme los dientes. Entonces salió alguien que no vi. Seguro que sería él para vigilar. Después volvió: era él. Salió alguien y guardé todo. Pero era Malena. Apareció Quico y me dijo: “Mete los perros en el sótano2. Ya me había lavado los pies y no me daba tiempo a poner los calcetines. Lo hago por las sábanas. Pero fui con las sandalias. Al cuerno. A lo mejor cuando venga mamá y Mariora le diga lo del pollo, yo le diré lo de anotarlo a la mañana y ella me preguntará: “¿Y por qué no me lo dijiste entonces?”.
  Si un día me preguntan ¿cómo les quisiste?, no sabré qué contestar. Tal vez no haya respuesta. Iba a escribir a máquina, pero voy a hablar antes contigo. Ya me arreglaron la bici. Me encontré con Isabel y me espera un besito para el día de mi cumpleaños. También le dije lo de la caída, pero tanto ella como Conchita y supongo que Paco y Carlos, me van a guardar el secreto para no alterar a mamá cuando llegue contenta. Ayer sé que alguien, no sé quién, me puso un mal gesto que me entristeció. Pensé que había sido Carlos, no, fue Carmen. Nunca sabré por qué a don Ramón le gusta hablar de las chicas, bueno, a todos los que se van haciendo así. El gesto de Carmen, aunque no le gusta mucho, no era ése. Era como de “ya está otra vez”, “el pesado”, me va a hacer pasar de ella y me duele el hacerlo.
  Grabé la mitad de una cinta y ya tengo cuatro de ésas. El caso es que ya no puedo hacerlo. Bueno, no pienses en eso. Di la verdad, di que estás triste. Di que esperabas otro tipo de convivencia. Si, es verdad, lo de ayer fastidió el hilo. Quico no tenía que haber hecho lo de ayer, estaba en cama y se asomó a la puerta. “¿Guardaste todo?. ¿Y el pato?2. Al rato me dijo que andaba suelto, pero yo cogí que lo decía por esa imbecilidad común en esta casa y se fue. Si lo había hecho, ahora parece como si estuviera más pendiente de ella. Por la mañana estaba suelto. Tal vez empujó la puerta. Ahora falta ver lo que dice él. Si me quitan la confianza, creo que pierdo algo principal. Voy a ver si pongo las patatas. Pelé cinco. Le entendí cinco. Llegó Quico y eran seis. “¿Cuántas patatas te dije?”. Tres veces lo dijo y terminó: “Pues pelas una más y la echas”. Y yo me pregunto: ¿por qué? si hay solución. Está bien, me equivoqué. ¿Cuántas veces crees que bastan para que lo entienda?: ¿Quieres que me lo meta hasta el culo?.
  Mañana es el día del Pilar, menos mal. Si no hay misa, al menos habrá baile. Muchas veces me digo: Me estáis distanciando de la casa. Si todo lo que hago no tiene sentido, entonces ¿para qué?. Necesito más una palabra de ánimo. ¿Y ahora qué?. Voy a escribir arriba. Claro que subí. Lo primero que me enfureció fue el sentir también a Quico arriba. “¿Quién cuida las patatas?. ¿Qué hay que hacer cuando la nata sale por fuera?. ¿Quién cuida la espuma?2. Al salir yo, le dije: Ahora, calla. No sé si me oyó. ¿Y qué importaría?. A la primera pregunta, le respondí: ¿Hay que cuidarlas?.
  Tenía en la mente el estar un poco a rriba y luego bajar. Bueno, no. No sé, no lo tenía en la mente, no. Pero se podía hacer, ¿no?. Entra él en la cocina y lo primero que hace es tragarse un poco de gaseosa. No son tan pronto que las patatas hacen espuma. Cuando hiervo la leche suelo escribir algo, y no pasa nada. Me da miedo hasta que me vean hablar contigo. No quiero que un día te conozcan. No van a saber cómo interpretarlo.
 ¿Viste?. Ahora fui a buscarle al baño. ¿Cuándo se apagan?. ¿Y cómo se sabe cuándo están cocidas?. Siempre estoy hecho un lío. Le canso la paciencia a todos. Jo, no sé qué será de mí. Si, ya sé que estás tú conmigo. Que no me abandonarás. Que tengo que seguir esperando. Pero ya ves, dicen que me margino. Me da pena por Ana. Cómo le respondo. No soy digno. Antes también me dijo “que saques un trozo y lo pruebes” y no lo entendí. ¿En seis patatas, eso?.  Ahora me lo dijo otra vez. Le había dicho que no estaban muy duras. Lo hice, aunque no estoy de acuerdo. Pero si son para hacer puré, como le oí a Mariora, bueno. Siempre que me pongo a escribir donde sea, me da miedo solamente una puerta que se abre. Siento que Quico se está alejando, va por tiempos, no comprendo que se pueda ir así. Voy a escribir, aunque me parece que la máquina hace un ruido raro al teclear. Pienso que también va por tiempos. Y yo le cierro el portal, pero ella no le da sentido. Y ahora llega mi cumpleaños y van a decir que me quieres. Me da pena por ellos.


martes, 12 de febrero de 2013

Sucedió antes de comer.


 Yo no comprendo lo que pasó. Mariora ayer me mandó apuntar dos pollos, el correo y una tercera cosa. Y se los traje. Pero le dije a Manolito: Dos pollos y viene el sábado a pagarte esto y lo de ayer. Pero eran dos pollos para subir el sábado. Jo, cómo se puso. Tenía razón mamá al llamarte inútil. Lo eres. Para eso lo apuntas. Pero ni así. Cuándo te darás cuenta de lo inútil que eres. Otro día ni te muevas. No vales para nada.
  No sabía qué decir. Llegó mi padre. Inútil, que eres inútil. Con eso que hace siempre de acercar su cara a la mía. Inútil. Y me pegó un puñetazo en la boca. Me quedé sin habla. Yo, con lo fácil que hubiera sido no ponerse así y guardar el pollo en la nevera. “Un rato después”, me dijo. Incluso ahora, alguien fue a la puerta principal y quedó allí un rato. Yo guardé todo. La libreta bajo la carpeta sobre la mesa, e iba a destapar la máquina. Ya se fue. Cuando lo guardé en la nevera, cogí la cacerola donde había sólo un poco de leche para hacer sitio, cayó un poco, como nadie lo vio puse tres hojas de periódico encima y lo corrí con el pie hacia donde están los demás para que limpiase, después fui a buscar la fregona, pero llegué tarde. No la encontré y mi padre vio la leche. No había secado. Me senté a la mesa y comí. Cuando iba a cortar pan, cogí también un cuchillo. Mi padre ya estaba otra vez. Me lo cortó Quico y, al darme el trozo, yo le dije: Gracias. De bajo, estaba llorando. Yo no comprendo cómo en un minuto se me puede poner así y al rato siguiente, cuatro minutos escasos, estar hablando conmigo. Hablar, Mariora, porque él no decía nada. Estoy volviendo a lo que era antes. Ayúdame. Iba a salir de la cocina, a lavarme las manos para poner la mesa, y me preguntó: “¿a dónde vas?”. No fue eso lo malo, lo malo es que no me conocían. Y que hablen conmigo como si tal cosa, sin darse cuenta del daño, quedó algo atrás.
  Ayúdame, porque nadie me lo va a querer restablecer. No sé si sería mejor que me viesen el rasguño y que no pasara nada. Cuando Mariora estaba así y él también, yo me acordé de un detalle: Ayer me lo dijo y yo anoté en un papel: Dos pollos, el correo y la tercera cosa, pero iba a poner al lado de los pollos qué había que hacer, pero ella me dijo: “Ya mañana le dejo una nota”. Y se fue. Y ahora fue corriendo a casa de la tía Maruja. Me duele un poco la cabeza. Fui y vine corriendo. Al ir paré dos o tres segundos y seguí, creo que fueron dos en cada viaje. No sé qué deporte hay en la tele en color. Ir no pienso ir. Voy a subir la libreta y escribir el poema y el que me quedó al llegar ellos. Llegaron unas amigas de ella. ¡Bah!, no, voy a terminar la libreta que me queda poco. Nunca tengo ganas de que me arregle para que vengan visitas.

  La camisa que tiene sólo el bolsillo, medio abierta, el pantalón vaquero, y debo oler mal, después de correr hasta la casa de la tía.
Y ahora peor, más pena. Me dijo Mariora que bajase tres gaseosas y las cogí: tres y un bote. Me crucé con mi padre y yo me alegré porque él siempre decía de una en una, y bajaba tres. Había junto a las escaleras, en el lado opuesto, un mueble con unas botellas almacenadas y allí había en el suelo un montón de botellas vacías. Las dejaban todos. Al fondo había botes. Estaban arreglados los dos sitios. Y yo dejé el bote junto a las botellas. Y coloqué las de gaseosa vacías. “¿Es ese el sitio?”. Me preguntó. Y zas!, un tortazón en la cara. Lo arreglé yo, ¿sabes?. “Y vete a los botes verás”. Allí, delante de él, me dio más pena. Porque eso no soy yo sólo. Ahora ya está hecho.
  Padre, ayúdame. Sé que estoy contigo. Ayúdame a saber esperar. Bueno, a esperar y a poder escribir cuando me encuentre mal. Subí la libreta y voy a escribir. La tenía en el cajón de la ropa, y ya me iba a enfadar buscándola, pues me sentía muy mal. Olvida lo del tortazo, no está bien que se nuble la llegada de mamá por eso. Es un bestia, cada vez me da más pena, el hijo que soy y el que puede ser sólo si hubiera una palabra más entre nosotros. Manolo vino a hablar con él en los toros. El otro día me dijo que podía venir cualquier día y me dijo que viniese por la tarde. Vino ayer y me dijo Manolo que hoy también le había dicho. Tal vez algo de su furia fue el no haberlo podido ver. En aquel momento llegó a darme vergüenza. Me quise cagar en alguien y el primero que salió fue su padre, pero no porque son los abuelos  y ya deben pasarlo bastante mal. No voy a escribir, se me va a estropear la vista.
  Voy a cogerle hierba o verdura a los conejos. Quise salir por la terraza. No, que está lloviendo.  Por el sótano. Oigo golpes. Mi padre. No. Me planteé imaginariamente el que todo esto acabe y le pueda preguntar a Mariora: ¿Viste lo que lograste?. Perdona. Yo le diría. ¡Bah!, para uno que varias veces estuvo a punto de matarse queriendo morir, su único placer es escribir y a quien muchas veces le da igual la vida, es normal. Pero no sucede y esto puede volverse a repetir. Me pregunto qué pensaría ella cuando papá me estaba pegando. ¡Que tienes 22 años. Ya eres un hombre!. Narices. ¿Para qué?. ¿Es normal lo que hacéis vosotros?. No voy a poder desterrar de mí este miedo. Y me da lástima.


miércoles, 6 de febrero de 2013

Echas de menos





Echas de menos
un cuerpo entre tus manos,
caricias en tu pelo,
un lecho consagrado.

El aire de cada mañana,
cuando él se levantaba y su cuerpo olía a hierba,
echas de menos su voz.
Pero él se fue porque quiso,
no eres tú la culpable,
no.

¡Qué no echarás de menos
si él siempre vuelve
cuando encuentre vacío el lecho que le arrastró!.

Sólo hay un ritual que se repite:
el ritmo del agua,
la armonía.


-2006-


martes, 5 de febrero de 2013

A ella le amo


 A ella le amo… tú    
sólo me has enseñado un cuerpo
que apenas sé si tiene forma
y encanto,
pero un cuerpo cálido al que sé que no le hace falta ser cuerpo
para ser amado,
o ser piel para tener sensaciones.

  A ella le amo y a ti también, pero entre tú y ella
le elijo a ella, porque tú
me pudieras arrancar
el alma un día…
 sin pedírmelo.

               -2003-    


lunes, 4 de febrero de 2013

Te vas a estropear la vista.


Podías escribir ahora que Quico tiene la luz encendida, pero no porque ya sabes cómo se pone. Y no sé por qué lo hice. Bueno, ahora porque salía. Está en el baño. Bueno, guarda. ¡Procura!. ¡Acuérdate!. Todo esto te hace daño, pero nadie lo sabe. A estas alturas me chupo el dedo, ya ves qué respuesta. Pero no importa. Es el único que vale. Es la primera vez que no le dice nada, aprovecha. Me voy a creer que estás apuntando lo de la carne. ¿De perros?, le pregunté. Y me dijo lo del dedo. Bueno, no lo sabe. Pero no importa. Cuando te lo impide, pues no lo escribes y cuando sí pues aprovechas. Sólo Mariora te preguntó por lo de la nata, diciéndote que a ella le parecía que, cuando hervías tú era distinta o que sabía dónde la echabas. Se te debe perder. Pero no dijo nada más. Bueno, y gracias que limpiaste el fondo de la olla, el cacharro donde echaste el poco que quedó y todo, pero creo que ella te pilló por el colador de la nata. O no lo limpiaste o no lo limpiaste bien. Bueno, ya pasó.
  También tenías miedo de si Mariora decía algo del cassette radio. Ya ves que no pasó nada. Supongo que mañana podrás grabar igual. ¿Y tu vida?. Te lo preguntaría si tuviera una razón. Te diría: “Grabar, gallinas, conejos, ¿es suficiente para una vida?”. Y te respondería que no. Pero tú me apuntarías como la hermana Lourdes y yo me tendría que callar. No te digo: ¡ojalá sea verdad!, porque no hace falta. Vamos a ver si el grabar mañana nos puede animar a no caer, porque ya ves que hoy y ayer flojeaste. Bueno, Quico te deja escribir. Pero te duele el codo de estar apoyado. Échate un poco sobre la cama. Ya no tienes el pesar de ensuciar la funda de la almohada, porque te lavaste la cabeza. ¿Cómo será todo ahora cuando venga mi madre?. Será igual, habrá cambiado, me dejará cambiar también a mí o demostrarle que lo he conseguido.
  Ya es de mañana, se fueron todos, creo que la cinta que grabé ayer, la mitad, la voy a titular “Vive”, la canción de Fiornaliso, es la primera. Me puedo también afeitar. Voy a hacerlo. La segunda también me gusta. No lo tomó tan mal Rosa, tranquilo. No sé  cómo me pude poner ayer. Desde las ocho puedo ir. Ya escondí la radio. Bueno, es sólo coger una para terminar la cara. Me gusta con la que empieza la otra.

  Maniobras Orquestales, la conocí por Quico, sé que le gusta a él. No hizo del todo mal al llamar “mis cintas”, pero sólo quiero una canción que me guste. Me di cuenta que había empezado toda una cara y me puse todo nervioso. Si ya la había grabado, había borrado las primeras. Y fuí al cajón. La otra sin empezar. Entonces recordé que sólo había grabado una cara. Grabo una que cogí, a ver si me sale. Cogí la principal, y terminó la anterior.    También grabé una de antes, creo que a Quico le gustaban algunas antiguas, espero que ésta cuele. Tal vez me dé tiempo a terminar la cinta. Sería bueno. Lo que más nervioso me pone es creer oír que viene alguien. No, no podré terminar.
  Sale S. Wonder. No la borro. Me pasé mucho. Cogí otra, a ver. Bueno, parece que si. Me quedé con ella. Y me puse el pantalón. Pero duró mucho más. Ponen una de Simon y Grafunkel. Yo pensé que ya no sabía dónde había puesto la carta. Bajé en bici y me caí. Resbalé en la curva. Me hice un rasguño en la mano izquierda, el codo, el dedo del centro, la muñeca derecha y me rompí un poco el pantalón en la rodilla. Cogí una canción. Bah, da igual, como le dije a Conchi, si te da pena me harás daño. Total, nada las gafas, y la camisa, ni la cara ¿qué importa?. ¡Bah!, da igual.
  Fui a buscar la carne de perros, el pollo, no pasó nada con la leche, todo va bien. Ahora espero terminar la cinta. Mamá vendrá más tranquila, por lo del pantalón. La carta la subí, pues se hizo un roto en el centro. Cambié de sitio la cinta, para grabar mejor. Ya es la una y media. Y creo que la caída fue por haber caído esta mañana. Pero no me pasó nada. El caso es que me acordé que no debía hacerlo. Muchas veces es así. a veces me digo que debo empezar desde el lunes. Y como el lunes, martes o miércoles, pues eso. Incluso en esto también me parece que debo esperar. Bueno, ya empieza la música. Ayúdame después a contar lo que pasó ahora. No puedo, vuelve el miedo. Voy a intentar contártelo. Me ayuda el esperar. 


sábado, 2 de febrero de 2013

Ayer me pesó el no poder grabar, pero estaba Quico.

 Hoy no está, puedo grabar hasta las dos y ayer pude conseguir dos cintas. Fui por la noche, Mariora me mandó a la tienda y yo, en una escapadita, se las cogí a José. Aquello de perder el tiempo es mejor olvidarlo. Me parece que también el tener flores le fastidia un poco porque gasta mucha agua. También tuve roce con Mariora, me vio comiendo una nuez. Incluso después, cuando estaba recogiendo y entré en la cocina, me preguntó y le dije que estaba cogiendo nueces. Entendía comiendo y me gritó. Le dije eso de que podía decirme mejor que a ella también le gustaban, en vez de echarme una bronca por haber comido una: era más fácil que me dijera eso, pero se lo dije gritando. Ya está caliente. Estaba esperando. Ya sé, en el informativo de las diez voy a bajar a buscar la leche, la hiervo y me da tiempo para a las doce y media bajar a buscar las cartas.
  Me preocupaba si estuviese Malena, pues me parece que le oí cuando iba a marchar mi padre, pero fuí a su habitación y vi que no estaba. En cambio, esta cinta la empecé con “Vive”, tenía ganas de cogerla. Grabé la del gato en el tejado y, después, la del Camionero. ¿Por qué lo hice?, a Quico no le gusta. Cuando fuimos a Fátima, Quico llevó una cinta en que la había grabado y borrado, pero tenía un poco. Cuando sonó, Nieves o alguien me preguntó si la tenía. Tal vez eso me impulsó a grabarla. Después dudé, la quise borrar. No, la dejo. Ya está. Pero cuando lo dije, ya estaba grabando otra. Y cuando me decidí a dejarla, la oí. La canción me gustaba. Es extraño, porque cuando empezó, me gustó y quise olvidar la del camionero. Pero al querer dejar ésta, la oí un poco (la otra). Y me enfadé, porque me gustaba. Así que la
borré.
  Ahora cogí una y otra medio empezada. Olí un poco: olía a quemado. Así que me alarmé y fui a ver a la leche. No quedaba casi. Estaba quemada. Me alarmé más aún, pero decidí ir a Rosa. Me dio tres cuartos más. También ella pareció entender aquella situación. La estoy hirviendo, la junté con la otra. Sólo tengo ganas de oír música. Menos mal que mi madre vendrá de buenas. No sé si se enterarán, pero me parece que me dio menos, porque me suele dar dos litros y se van a enterar. Limpié la olla, de lo quemado, y la guardé. Junté la leche con la de ayer, como me dijo Rosa. Ya ves qué pasa.
  Estoy grabando. Cogí una que le gustaría, pero la borré. Me quedaré junto a él. Acabo de perder una canción chulísima. Es otra cadena. ¡Bah!, es la portuguesa. Ahora cogí los cuarenta, a ver.
  Otra vez llegó Quico y me pilló grabando, yo lo quise así. Me dijo que ya podía haber limpiado la loza, le respondí que no me di cuenta. Grabé una para mí y luego grabó él la de Italia. Cuando terminamos de comer, comí dos nueces y me dijo: “Ya te dijo Mariora, que no comieses. Son las que más le gustan a mamá, ésas pequeñas”. Y me quedé conforme. Le dije que nueces había dos bolsas grandes en la caseta, entonces fue cuando añadió que le gustaban. Antes de que llegase Mariora pensaba decirle que había cogido nueces y decirle también que si me hubiera dicho que le gustaban a mamá o a ella, bastaba para que yo no las tocase. Pero llegó preocupada y entonces me dio pena. No se lo dije.
  Me mandó salir de la cocina, lo cual me parece que me indica, aunque me dijo que le preguntase algo a papá, para cenar, que viene preocupada. ¡Bah!, apaga la televisión en color. Mira, estás tú solo. Podrás decir que esperabas a ver los partidos. ¿Sigues teniendo miedo?, ¿no?. Si, y antes, al cenar, tomaste la mitad de la tortilla francesa con un poco de arroz y cuando Mariora te preguntó si querías sopa de arroz, respondiste que no. Tú contestaste así porque tenías miedo, ¿no?, igual que ahora. Pienso que no está bien eso. Me parece que te falta valor. Quico dijo “si” a la sopa y tomaste un poco de arroz con leche, que había. Le preguntaste a Quico dónde estaba la canela para echar un poco: siempre lo habías tomado así. Ya tenías en la mente el decir que siempre lo tomabas así. Pero cuando te pasó el botito de canela, sólo echaste tres poquitos. No me preguntes, yo tampoco sé qué podrías hacer. Incluso me parece bien. Lo malo es que nadie se da cuenta de eso, mismo cuando papá te dijo que regases, tú le quisiste decir lo mal que veías las flores pero él se marchó sin escucharte. A lo sumo te diría: “Bueno, bueno2. Y nada más.
  Te ayudaré, porque me parece que nos estamos encerrando. Acerca de ese miedo no sé qué puedo decirte, sólo te podría ayudar el que alguien se diera cuenta. Pero sientes que a Quico le falla algo no. No sé, creo que tal vez vaya a ser mejor el conformarse con lo que se tiene. No pidas más. Yo te ayudaré. ¡Ah!, y como dijo la hermana Lourdes, esperar. No pienses que todo esto te va a llevar a un callejón sin salida ni retorno. Al contrario, encontraremos al que siempre hemos buscado. No te preocupes, ya te habrás olvidado un poco de la hermana Lourdes. Te ayudará el saber que yo también me había olvidado. Fuiste tú quien me la recordaste, para que la nombrara. No importa, es una sóla vida la nuestra.
  Ahora que va a salir papá de la habitación. Y en esos despistes rápidos, metes la libreta, el boli y las gafas bajo las sábanas y la libreta al suelo dejando en la cama las gafas. Bueno, se ve con la luz del pasillo. Hoy pensaste que era jueves, que ya no te daría tiempo a grabar las dos cintas. No, hoy es miércoles. Acuéstate, déjalo en el suelo. Cuando se te ocurra, yo estaré a tu disposición. Menos mal que Mariora y Malena no suelen decirle nada, no me acuerdo si alguna vez, aunque ellas me parece que tampoco saben el por qué. Duerme.