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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



jueves, 31 de enero de 2013

Hoy no merendé, sólo había una barra

y un poco y podía no llegar para la cena. Tomé la compota, que estaba en la nevera próxima a estropearse. Cogí un trozo de pan porque estaba muy fría y Mariora echó su bronca. Y, en cambio, tengo que aguantarle al sorber la leche o el café que tomaba. Bueno, pero eso es lo de menos, porque ya me estoy acostumbrando. Cuando llegó papá en la tele en color estábamos Quico y yo, él entró y yo le dije: Buenas noches. No sé, tampoco le doy un solo sentido, tal vez para que no se sienta demasiado lejos de nosotros.

  ¿Viste?. Ahora vino y me dijo: “Vete abajo a buscar papel higiénico”. Me gustaría que alguien me pudiese decir un día que, en parte, puede necesitar un poco de mí. Aunque sea sólo unas palpitaciones, unos respiros, algo. Alguien de aquí, tan cercano. Ya sé que hay muchos.

  No dejes que me falten. ¡Ah!. Lo de antes. Me dijo que la iba a calentar un poco. Cuando terminó la serie y fui a la cocina y estaba junto a la cocina la compota, cogí el plato y fui a la mesa. No sé qué me dijo Mariora, me parece que le pregunté si era ese plato que tenía compota (de esas preguntas tontas que surgieron con mi madre), y ella me dijo: “Es que pareces tonto”, y no sé qué más. Cuando me iba a sentar hice un gesto, si, como de decir: bueno, y aceptar. Tenía la camisa vieja roja, que sólo tiene un botón y abierta. Mi padre me pegó con el dorso de la mano sobre el pecho. Dijo algo así como “ya estás haciendo muecas”. Muchas veces no llego a entender el por qué y digo que lo olvides. Tal vez ocurre porque yo lo veo desde dentro más claro, pero a nadie le interesa. Bueno, pero por eso no voy a ennegrecer lo que son estas vacaciones. Allá ellos, si, pero lo que me duele es que yo seguí sin entenderlo. Y cuando me pregunto ¿Hasta cuándo?, siento que puedo fastidiarla. Déjalo. Ya sabes qué hacer. Como te dijo Antonio, allí le tienes a él.

  A propósito, hoy estaba con él cuando pasó Palmira. Y me dijo que le mandara al cuerno a ella. Lo tenía que hacer. ¿Y a usted qué le importa?. Pues yo creo que sigo prefiriendo el no hacerle caso. Me parece que me falta el valor. Me parece que, por un lado, lo tendría que hacer para mandarla a freír pitos, pero por otro hay algo que me lo impide. No sé si es el que trabaja con nosotros, y es mejor llevar el problema bien a andar con broncas o el que se lo pueda decir a mi madre, y aguarle lo poco de alegría que puede tener. No, siento que todavía no estoy preparado.    Bueno, espera; por ejemplo, al domingo. Ya sabes a quiénes veremos. Todas guardadas para ti. Y ahora habló conmigo Mariora para darme una bolsa para la basura y lo que tengo que comprar en Manolito. No sé, no lo entiendo. Bueno, me voy a lavar los pies y supongo que algo más.

  Le pregunté: ¿Vas a entrar en el baño?. Era ese dar diálogo. Me contestó: “No, pero si vas a cagar, procura…”. Le contesté cuando terminó: No, voy a usar… Pero creo que es ese dar la última palabra en todo. Ahora me levanté y salí fuera. Sería poner unos palitos en las plantas para enderezarlas. No tengo cinta, está Quico en casa, aunque voy a dedicarme a arreglar un poco. También las cañas que están en el kiwi, están casi por el suelo. No me creí que fuera tanto.

  Bueno, ahora voy a bajar al pueblo y después arreglo un poco. Siempre que decía: Hay que arreglar un poco, pero era esa desgana mía lo que me inundaba. Y yo creo que eso se puede solucionar con un cuadro, a mí me parece así. Bueno, olvídalo. Tienes que lavarte un poco. Ahora se mostró como es en verdad. Cuando llegó de Vigo yo estaba comiendo una nuez, sólo masticando. Me dijo: “porque después no hay, porque…”, en fin. Y ahora, cuando terminamos de comer, se tragó ocho o nueve. Yo cogí una y la mordí con los dientes para abrirla: “Se lo digo a papá. No las muerdas. Y deja de comer”. Me da igual, porque puedo comer por la mañana, pero parece que me hace pensar. Ayer en el rato en que me pude poner mal fue cuando papá me dijo que “perdía el tiempo por no haber ido a recoger nueces”. Me sentí mal, es verdad. Pero porque no sabía en qué distraer el pensar. Bueno, por la tarde cambió la plana, quise ocuparme de las cosas un poco que pensara yo. Me mandó buscar unas cajas para coger manzanas, y lo que hice fue ponerle palos a estas flores de la entrada y regarlas un poquito. En parte, porque así cuando viniese ella vería muy gordito a los conejos y eso arreglado. En un momento, pasó él y me vio: “¿Qué haces?”. Le dije que ponía palos y regaba un poco. Me contestó: “Ya llovió estos días atrás”. Hace dos o tres días que llovió. Pero bueno, me alegró. No sé si lo hacía por que no gastara agua o por qué, salí de allí y fui a recoger nueces.


martes, 29 de enero de 2013

No he buscado amigos


  No he buscado amigos 

en los enormes barrios de la gran ciudad 
ni en las calles más habitadas prohibidos. 

No he buscado amigos en donde todos dormían en seda, 
en donde todos vivían con sus mascotas 
y tiraban las colillas al suelo. 
                                            No. 

He buscado amigos en los lugares más remotos que pude encontrar, 
en donde había un sitio para la razón y otro para el alma. 
He buscado amigos sin cesar, 
y he buscado ríos y he buscado fuentes; 
he intentado vestir con ellos las madrugadas que sentía. 

He buscado cauces donde sólo había cauces, he buscado sueños. 
Y para ello quité de mi mente las falsas profecías que me hacían creer, 
que me hacían dudar 
o que me hacían sufrir. 

Y sé que he hecho bien no alejándome del universo en ningún momento.


lunes, 28 de enero de 2013

Ahora es por la noche


 Me acuesto con pijama porque tengo un poco de frío. Me lavé la cabeza. Le cambié la hoja a la maquinilla, pero me he de afeitar mañana. Hoy por la noche no tengo ganas. Ya tengo preparada la carpeta para llevarle a Tere. Desde el domingo pasado vine preparando poder ir al baile, y más ahora que me dijo Antonio que le regalase la cadena a Susana, pero me parece que la obra de teatro y todo eso es mañana. Bueno, iba a ser un problema. Ya le diré, puede que no sea. Mi padre no vino. Supongo que no vendrá a dormir. Bueno, gracias a él puedo escribir. Que duerma donde quiera, ¿no?. Al principio estaba preocupado por que durmiera fuera, pero no le voy a dar ninguna importancia. No sé por qué pienso así, puede que esté con la tía. O que venga tarde. Bueno. Tengo sueño. Voy a dormir.
  Me di cuenta ahora que sólo estaba Mariora, porque papá durmió fuera y mamá está en Roma, de lo necesario que es pasar. Esta mañana intentó no hacer ruido, pero al fin y al cabo, se levantó ella con ganas y quien se la cargó fui yo.
  Un chico me dijo un día que a él también le tenían como yo casi, pero a él le gustaba, o sea, venía a portarse así, en una forma, queriendo. Yo no puedo hacerlo así, porque yo quería… Bueno, olvídalo. Habrá veces en que sí lo haré queriendo y nadie lo tomará en cuenta, pero otras que no lo haré, todos me lo llamarán. Cuando llegué ya tenía pensado hacer las camas y arreglar un poco, pero Mariora me lo quiso recordar. Después me dijo: “Dale de comer a los conejos, porque les di una hoja de verdura y la tragaron”. Pensaba: No puedo hacer dos cosas a la vez. Pero contesté: Ahora estoy haciendo la cama. Y me quedé tranquilo. Hice la mía y les cogí dos cajas de hierba, pero esa contestación me ayudó.
  Me confesé hoy para no darle tanta vía libre al problema sexual mío, y tranquilo. Ahora y cada vez veo más claramente lo que me dijo la hermana Lourdes. ¿Sabes?. Ya hay otra chica a la que le caigo simpático. No me preguntes cómo se llama porque le quise preguntar el nombre y ella me dijo que lo adivinara. De cinco letras y se decía en cuatro: Flora, y Flor, al final le dije María y Mari. Me dijo que si, pero al final que no y me enredó. Bueno, ¿por qué no se lo creo?. Ella me dijo que a veces me hacía el pesado. Ésa es la contraseña.
  Buscaba a Susana para darle la cadena, y también tenía ganas de bailar, no la encontré. Y a Ana tampoco. Lo pasé muy mal. Me caían antipáticos todos. Subí y escribí un poema. Bajé las escaleras y al rato me encontré con Ana que bailó. Después me encontré con Mari. Bueno, y lo había pensado dejar todo marchándome. Pero no, tú y yo bien sabemos lo grande de ese día. En Vilariño, había decidido ir por la tarde a ver el teatro. Al marchar de casa, llevé los últimos poemas que había hecho en una hoja aparte. Algunos no se entendían. Bueno, que los queme. Pero quien les puede dar sentido es Teresa.
  Ya en Vilariño y después de tres o cuatro obras yo fui hacia la parte de atrás del teatro. Ya iba a terminar, pero quería darle esas hojas a Teresa. Otro detalle que me gustó fue el repartir las entradas, aunque fuese con la única chica a quien no le conozco el nombre. Cuando estaba en los pasillos de escenario, junto a una de las puertas, saqué las hojas y le quise preguntar a un chico, no sé por qué me suena en aquel momento Víctor, tal vez porque fue él quien me preguntó un día si lo sabía, su obrita, pudo ser cualquiera. Le pregunté por Teresa y me respondió: “¡Ah!. ¿Es que quieres leer uno?”. Y llamó a Quico. Tenía uno bien escrito y lo leí. Parece que gustó. Me animaron todos.
  Ahora está lloviendo. Y pienso que ya era hora. Por la mañana bajé. A mi padre lo que más le asusta es que un día pueda perder lo que significó para él siempre la figura de padre, y ante todo emplea las manos. Al único que le puede tocar es a mí. Deja que se desahogue contigo. Sabes que por cualquier cosa está él encima tuya. 


jueves, 24 de enero de 2013

Hoy empieza un nuevo día


  y comienza oyendo la cinta. Me parece que me faltan las dos anteriores del mismo tipo, pues yo sólo tengo dos. Me temo que voy a tener que bajar a Ramallosa a hacer algún recado. Siempre le doy a grabar sin conocer las canciones. Siempre me imagino el autobús a Fátima. Ahora iré a Rosa y después a Ramallosa. Ya tengo la bici fuera. Estaba grabando.
  No me acordaba, pero ahora tengo que guardar la leche. Voy a seguir grabando. Ya vine. Voy a ver si consigo otra canción de S. Wonder. Estaba en el cuarto, pero vine a la cocina. Estoy esperando acabar la cinta. Dicen que van a poner el nº 1. Pues no está tan bien. Pero la pongo. No, la corto. Bueno, pero ahora quiero una para terminar la cinta. Pero no me va a bastar sólo una. Bueno, encontré una cadena. Quise grabar una, pero ya la grabé otra vez. Jo, qué pesado. Bueno, ya cogí una. Es buena. Es una de las que estuve combinando antes. Una no llega. Tal vez Ramoncín le gusta. Es ruidosa, pero vale, ayer o el otro día grabó una igual. Y creo que faltan más de una. Voy a dejar para los animales. Bueno, ya está. Grabé una. Intento ahora. Una melodía que me gusta. Me gustaría terminar la cinta con ella. Pero no pude. Dijo que era tranquila. Esta me gusta, pero la dejo. Este domingo no sé a quién encontraré. Me doy cuenta que me gustaba. Bueno, ya está. Están buenas las patatas. Grabé la siguiente. No, la borré. Voy a ver la siguiente. Voy a pelar patatas. Están muy calientes. Me queda sólo una. Las dos y cuarto. Ya me tranquiliza.
  Me preocupa lo que le regalaré a Ana. No sé, una postal. Me quedo en esta cadena. Jo, a ver si termina. Es que las de E. John: sólo son música.. o tocaron una música antes. Pues qué desastre. Bueno, ya cogí una. Y terminó la cinta. Ya estoy más tranquilo. Ahora, a pensar en el domingo. Pasada la comida, me duele el estómago. Supongo que no cambiará mucho la postura en cuanto venga mi madre y pase la relativa calma que traerá. Ya aprendí. Ahora por la tarde. Mariora me dijo que le diera la vuelta de esta mañana y por la mañana había visto quinientas. Se lo dije y eran mil. La fastidiamos. No tenía la cuenta y sólo tenía 195. Se me ocurrió decirle que iba al pueblo y fui. Iba inseguro. Lo había perdido. El pollo doscientas cincuenta y la carne cien. ¿Entonces?. No, había jamón y pan integral. Pero seguía faltando. Carlos me preguntó si había perdido. Al final eran doscientas. Eché la cuenta y Conchita me dejó cuarenta y cinco. ¡Buf!. Cuando Carlos me dijo eso, pensé que me tomaba el pelo, después dijo mil. Creí que iba a salir mal de ésta. Al llegar arriba escribí esto. No lo paso a la libreta. Creo que mi vida quedó en aquellos lugares. Y cada vez que vuelvo a recorrer todos sus paisajes, en sólo unos momentos vuelvo a revivir lo que fue la historia de toda una vida.
  Me parece que es hoy cuando la he conseguido y me gustaría demostrarle a todos que es verdad. Que fueran felices, al menos, un segundo, como a mí me gustaría transmitirles en mi lenguaje. Tal vez hace años, y hoy lo he conseguido, pero no te fijes en eso, fíjate en lo que yo le buscaba. Quien es pero fue el tiempo, que no pudo rehacer nuestra sonrisa. Se sentirá derrotado. Bueno, así lo estuvo siempre. Déjame con ella. Esperé este hoy en todo el día de ayer. No hacen falta palabras en nuestra unión, ya sabes que yo siempre he deseado encontrarme con ella. Me siento cansado, aunque digas que ya pasó mi vida toda su historia. Allí estaba ella, al final nosotros dos nos íbamos a encontrar. No ha pasado para mí, no. Yo le sigo queriendo tal y como se presentó el primer día que fui feliz con ella. Déjala a mi lado. Y cada vez que la recuerde, déjame con ella. No es fatiga, es, simplemente, que su voz es única. Y es una soledad feliz, toda la que lleve su nombre. Déjale venir en cuanto pueda, ya sabe que yo le amo. Me da pena no soportarle comiendo manzanas. Ahora me fui de la cocina por eso, aunque tuve que estar un rato. Ahora fui a comer nueces. “Deja de comer nueces. Toda la tarde”. Me parece que si no es por el ruido, habría mucho que contar. Me fui y después me pilló comiendo huvas. “¿No entendiste?”. Yo le dije que si. ¿Qué?. Era claro que no. Me dijo: O meriendas o cenas. Yo, que nunca quiero cenar, en fin… Sólo está encendida la tele en color y mi padre escribe a máquina. No sé a dónde ir, porque allí tengo miedo. Quico no está en casa.
  Hoy me levanté. Me duele la cabeza. No sé qué día es, aunque al principio me dio la impresión que era sábado. Le pregunté a Mariora si así lo era. El pan, se van esta tarde. Lo supe cuando hablé con ella. La leche me respondió: ¿por qué?. Bueno, con lo que nos dejan supongo que no hará falta. Voy a ir a buscar la leche. Iba a subir a escribir, pero no me da tiempo. Cuando me levanté, mi padre me dijo o me preguntó si había guardado el pato ayer, que estaba suelto. Le respondí que si. Y me parece que empujó la puerta, pues no tenía ningún ladrillo. Cada vez me parece más que es verdad esa respuesta. Al principio no llegaría a dar mi vida por ella, ahora creo que si. Bajaré al pueblo a buscar las cartas. No, bajó mi hermana. Las canciones son mi debilidad. Jo, me duermo oyendo una que tocaron ahora.

miércoles, 23 de enero de 2013

No es importante







  No es importante    
cabalgar en la noche a lomos de un caballo blanco
y sentirse como en sueños,
en vela...

no es importante desear estar lejos de aquí.
como en otro mundo, y que cada rasgo que deje
mi tiza sobre la pizarra
sea una ley sin forma
que acabas de comprender.

  Sentir la silueta mágica del tiempo no es importante,
moverse en su espacio,
y ver que esa silueta se transforma dentro de ti
en un lago de aguas mansas.

  Tal vez la importancia de estar vivos esté lejos,
lejos de nosotros.
                            No es importante soñar, no es importante.
                            No es importante morir. 

                       -2007-    


Llamé a Pily, al final me decidí.


 Ya viste el poema que escribí pensando en ella. “la vida sólo pasa una vez entre mis manos”, el que era así. Estaba enfadada, eso era claro. Antes de llamarle, quise hacer uno, pero sólo me salieron unas preguntas. ¿Por qué no me dices que te enfadaste conmigo?. ¿Por qué no me dejas seguir siendo feliz en los sueños?. ¿Sabes cómo me dejaste a mí?. No sé por qué me hiciste eso y me parece que tú tampoco me lo quieres decir. Le llamé y me dijo que no lo estaba, hasta me preguntó si quería que me escribiese. Ella sí quería. Lo que no entiendo es si puedo darle la impresión a alguna amiga que quiero dejarle de escribir. Quedó para llamarme la próxima semana.   Igual ayer cuando quise llevarle el regalo a Loli. Se lo di, pero cuando quise decirle lo del beso, me di cuenta que estaba Rita delante y a lo más que pude decirle es lo que me había prometido. Pero Loli empezó a decir que ella nunca promete nada y yo me tuve que tragar todas las ganas. ¡Qué mal sabor dejaron!.
  Estoy ahora solo, ya vacié las cajas y estoy oyendo la cinta. Conchi va a subir todo. Como Mariora no viene, espero que mi padre tampoco. Dijo que iba a llamar para que Quico preparase algo. Voy a salir a comer alguna nuez. Tengo ganas de escribirle, pero no sé qué pondría. Es muy difícil definir qué es lo que querría. Hay veces que digo: Me gustaría estar aquí siempre, y hay muchos sitios que ya oyeron esa palabra.
  Ahora estoy escuchando la cinta y estoy bien. O escribiendo. Supongo que esta tarde cogeré nueces y veré el encuentro de baloncesto. Me gustó hablar con Pily, por ejemplo. Espero no haber gastado mucho. Vuela todo. Aire hay por todos sitios. Tan cerca de nosotros, que a veces produce espanto. Incluso dentro hay aire almacenado: ése supongo que será el más libre de cuantos existen. Cada vez que decimos que nos falta aire, él mismo nos está ayudando a sobrevivir. Sólo un poco da sentido a una capacidad inmensa de fantasías, ellas le dan el poder de volar. Ese algo que se transmitió de padres a hijos y ahora a su lado seremos capaces de transmitirlo sabiamente.
  Mariora y mi padre llegan tarde. Quico y yo comemos. Tenía ganas de recibir la carta de Pily. No sé cómo pudo suponerse que yo no quería que me escribiese. Estos días que papá quería que colocase y recogiese las manzanas, puede que me lo dijese por la lluvia de hoy.
  Puede, si, pero ¿por qué no decirlo?: ¿Y por qué, también, no decirme algo entonces?. ¿Está prohibido?. Tal vez yo las recogería más contento. No hay mucho diálogo, no, pero no me importa mucho. Parece como si no estuviese volcado en él tanto. Llegó mamá y Quico me dijo que le fuese a abrir la puerta, me avisó. Y fui. Me mojé, pero no importa. Me dijo que le fuese a buscar un mandil al fallado. Y ahí la fastidiamos, porque no tenía ni idea. Tres o cuatro minutos después bajé con una bata, y me dijo que lo dejase. Como me dijo Víctor en el hotel el primer día, cuando estábamos él y yo solos, había alguien a quien puede no interesarle que vaya yo con ellos a contarle lo bien que lo pasé, que les caiga plomo eso. Y eso es verdad, no me había dado cuenta, nunca me importó, pero pienso que también hay que tenerlo presente. Él me dijo, es como si hiciese un poco el tonto a propósito y creo que lo que no me acuerdo que dijo sobre mí iba en esa línea.
  Quedaba un plátano pasado en la nevera. Quico me dijo que lo tomase en la comida. Yo le respondí que podía quererlo Mariora pues también le gustaba. Estaba bastante pasado, pero no estaba malo. Cuando termino el encuentro y vino mi padre, le dije a Mariora si lo quería. Y él dijo: “Si lo hay, tómatelo”. Lo tomé, pero no era eso lo que quería preguntar. Ahora es Mariora, jo. llegué a la cocina y me dijo: ¿Quieres natillas?. Debí decir que no. Pero dije que si. “Después no te levantes por la noche para comer ya que no cenaste”.
   No, no cené. Sólo estaban Mariora y mi padre y tuve miedo: volví a tenerlo. No sé qué pasó. Había una taza y dos cuenquitos. La taza no tenía canela, pero estaba más llena. Cogí uno de ellos, al final no era. Se enfadó. Para otra vez no tomo. Siempre escapo de hacer algo de lo que me diga alguien mal, pero ya ves. Elegí mal. Siempre elijo mal. Pues no tomo nada y se acabó. Menos mal que por la mañana puedo grabar tranquilo. Estaba convencido de que ahora podría marchar todo bien. 


viernes, 18 de enero de 2013

El viaje a Fátima fue fabuloso


 Los mejores regalos fueron unos puntos preciosos. Un beso que le di a Teresa el primer día y, al estar en el hotel de Lamego, había dos chicas que también atendían. Teresa me presentó a una. Y fue ella quien me quiso dar un beso. Se lo di también a Nieves, por la noche estaba sola y sólo Víctor y yo en la habitación, así que vino con nosotros. No le importó, aunque pusiera la forma o el momento de acostar a un niño. En Tomar había una chiquita portuguesa que cantaba. No era muy guapa, pero eso era lo de menos. Cuando terminó la celebración y subí al bus, me quedó la pena de no habérselo dado. Pero desde dentro me animaron y, aprovechando que estaba el bus parado, dije que iba a buscar una postal, que daban, pero no me dejaban salir, y se lo di. Al venir estuve hablando con una monja (había deseado hablar con la hermana Lourdes y sólo supe de ella al final del diálogo). Sabía psicología, a través de un poema supo que yo tenía un problema, y me dijo que escribiese mucho. Recuerdo que Lence, al principio casi del viaje, me dijo: “Poemas no”. Pero cuando veníamos, añadió: “El del incendio o nada”. La gente pidió más, la hermana Lourdes me animó y leí dos o tres. Ella leyó varios. Le encantaron. Sobre todo, “La esperanza”, era la más importante. Mi madre marchó y, el primer día, me llamó y vino Antonio, pero el crucifijo le quedaba pequeño y me dijo que se lo regalase a Susana.

  Por la noche, vino mi padre y me preguntó: ¿Los patos?. ¿Las gallinas?. ¿Los conejos?. ¿La bombona?. ¿La leche?. A todo le respondí, lo había hecho. Incluso coger patatas y voy a tratar de engordar un poco los conejos, pues yo los tenía delgados, es verdad, voy a ver si puedo cambiar. Pero cuando vine los noté más aún. Me llamó la atención. Parece como si lo que aturdiese fuese el continuo oír a mi madre diciéndote todo. Y, además, escribo a máquina y, aunque ayer hice las camas por la tarde, también las podría hacer por la mañana y hoy que Quico baja a Ramallosa, voy a intentarlo. Me dijo que todos los días bajase yo, pero es cuestión de hacerlo en media hora y llegar a ese programa de música para el recuerdo. Ahora que Antonio me dijo que le daba igual el quedarse sin la cadena, que le bastaba que le invitase a un cuba libre en Ramallosa, parece que ya tengo un problema resuelto. Que parece que encontró la cinta amarilla y se metió en el baño. Ahora se está secando el pelo. Jo, tarda. A ver si me da tiempo a concluirla. La casa parece más tranquila ahora. Me llamó la atención un artículo que leí en un Selecciones en el que hablaba de personas que son esclavas del tiempo. Aprovecharlo ante todo, el tiempo vuela. No lo llegué a terminar. Voy a ver si lo busco. Pero ésa es la forma de esclavitud más dada en nuestro tiempo. me parece que es lo que sufre mi madre. No está bien. Y no es el fijarse horarios, el decir de 9 a 10 escribir, de 10 a 11 regar, etc. No está bien. Esa es la causa de tanta intranquilidad, elimina completamente la calma, y yo sólo puedo luchar contra él cuando siento a mi lado a Quico. Me gustaría decírselo, pero la verdad, ocurriría que nunca sabría cómo empezar. El escribir me ayudará, si, se lo diré a Ana. Una vez mi madre me dijo: “Tranquilo”. ¿Qué sabría ella?. Me da pena. ahora marcha Quico. Vino, y me apresuré en guardar todo. Por lo que me gusta la cinta, sobre todo, creo que va a ser una tontería el esconderme. A ver qué dice. Llegó él y no lo guardo. Tenía la radio y, cuando sonó una canción, le dije: La grabo o no. Me dijo que no y se sentó a grabar él. Le dije las que tenía. Me decidí. Y ahora, con una canción, le vi especialmente contento. Se lo dije a Ana, una carta.
  Pero papé me mandó a recoger manzanas y decidí no mandársela. Tengo el papel ahí, pero no voy a hacerlo. Me dijo que recogiera las buenas y las que se podían aprovechar, y él echó una un poco mala. Recogí unas y después las vio. No le convenció sobre todo una. Le dije que era igual que la otra y me pegó un puñetazo en la cara diciendo que la olvidase. Bueno, no importa. Ya sabes que no tiene el sabor a odio. Y no le di importancia. No pasó nada más. En las cenas ya hay más calma. Dijo: “Traje esas empanadas para que se comiesen”. Tomé un trozo de pollo, media empanada que sobraba y fui a recoger el plato. Mariora había hecho arroz con leche y me dijo si quería. Creo que dije que si se podía; tenía un poco de temor porque si decía que si igual me decía que era mucho. Bueno, no tuvo importancia.
  Igual que al mediodía, por la tarde que le dije si había para un bocadillo de plátano. Al prepararlo me dijo que si no lo quería lo tomaría ella. Yo prefería que lo tomase ella, pero lo tomé yo. Hoy no quería grabar, pero me afeité y al final lo hice. “España por África” fue la primera. Voy a bajar a hacer unas compras y le llevaré el zapatito a Loli. Estoy cuidando la leche y creo que me está entreteniendo. Pero no importa, grabo.
  Ya guardé los perros. Mi padre me dijo: “Atiende fuera y no estés dentro. Coge las manzanas”. Pero lo haré cuando venga Quico y vaya a grabar él. Tenía puesta Radio Popular, pero voy a dejar  O. Galicia.
  Quería llamar a Pily, pero no creo que lo haga. Le diré que me llame ella. No, no lo haré, mejor dejar las cosas como están. Por la ventana del fallado se veía volar el toldo pues hacía mucho viento. No lo quería sacar, que se las arreglase mi padre, pero me venció ese algo.
  No lo entiendo. Hoy llegó y me pilló pasando un poema que acababa de hacer. Lo guardé en el bolsillo y salí. Me había guardado la bici y Quico me lo había dicho. Me había olvidado. Al subir a la cocina me preguntó, en un tono propio para producir el miedo, qué había hecho. Le respondí: La leche, hervirla, dos cajas de manzanas colocadas, los animales y bajar al pueblo, donde tardé. Pero me dio miedo y olvidé afeitarme y hacer las camas. Recogí el toldo. Estuve grabando y escribiendo. Dos hojas a máquina y un rato grabando sin hacer nada. Pero eso no se lo voy a decir, así que reposaba. No tenía preparado que sucediese esto, pero ahora ya sé.


martes, 15 de enero de 2013

No sé por qué pero me gustaría que esto no acabase jamás

Me pidió el botón de una camisa, tenía que subírselo arriba y, aunque le pregunté a Malena dónde solían estar, los busqué por las tres cajas. Sólo hallé dos. Podía tener yo alguno en la mesilla, tenía uno y me alegró. Subí, también estaba mi padre allí. Cuando se los di me dijo: No sales hasta lavarte yo las manos. El tono era suave, así lo entendí y las miré. No estaban tanto como hacía unos días, pero estaban más en los dedos. Mi padre dijo: “Espera, que está buscando una explicación”. No me gustó tanto eso. Parece como si él siguiese como antes, aunque menos. De todas formas, aún es pronto. Pasó un día y, como me dijo ayer Antonio, suponía que pronto iba a pasar todo eso.

  Pasó un día, el mayor cambio, es que la noto más tranquila. “¿Qué le pasa ahora a éste?”, me dijo mi padre. No, me parece que él no cambia tanto. Bueno, no importa, es mamá la más importante en estos momentos. Está más tranquila. Nos ha engañado a los dos. Me da pena haberte dado esperanzas. Yo estaba totalmente convencido. Y te lo dije a ti también.

  Pero creo que nos faltó algo. Parece estar tranquila mientras todo vaya bien. En la cinta de flores de la puerta, la última de abajo empezaba a estar seca. Y estalló. Ayer por la tarde, subí a escribir después de comer y bajé sobre las seis. Iba a regar. Como eran las seis, le dije: Aún me da tiempo a escribir uno y bajo. Bajé sobre las seis y media. Y regué. Hoy, al enfurecerse, dijo: “Bajaste a las ocho, cuando vino tu padre. No regaste”. Incluso ayer noche, cuando entré después de regar los pimientos y los tomates, al final acabé comenzando a hacer hoyos, me dijo: “¿no te dio tiempo a regar, no?”. Le contesté: Si regué…, pero no me dio tiempo a más, porque quise regar así para ver la película. Y ya había empezado. Iba para la de color.

  Nos ha engañado. Y dijo: “Sé que cuando me vaya vas a empezar a escribir. Pobres animales. No vas a atender ni a las gallinas…”. Creo que por donde podía empezar a hacerme daño era por las mentiras. Y me parece que son los perros. El viernes le vi empezando a regar esa cinta. Supongo que debí acordarme de ese “no se atreverá”. Otra vez la culpa fue mía. El agua se pierde. Quise hacer un hoyo con el sachito y me parece que dañé una raíz aunque no quería. El sachito estaba tirado ahí, junto a las moreras. Tenía razón Antonio. Una pregunta y una respuesta. Me acordé de Quico. ¿Sabes cuándo seré mayor?. Cuando logre escapar de la tensión de mi madre. Y eso no sé cuándo ocurrirá. Y se acerca el día de mi cumpleaños. Tengo ganas de decirle a todos que no quiero nada y mandar a la mierda cuanto reciba, pero ¿con eso qué consigo?. Creo que lo mejor va a ser aprovecharme de ese día. ¿Qué voy a conseguir con decirle que la cinta la pensaba regar el lunes, porque el viernes lo dediqué a los pimientos y el fin de semana no se riega?. Los poemas son las únicas ayudas que puedo tener en estos días… ¿Y Ana?. Puede que esté enfadada conmigo. No, no puede ser verdad, ¿por qué?. Lo cierto es que me gustaría que lo estuviese. Me haría sostener una esperanza de que siente algo por mí. No sé si escribirle yo antes. Le conté el episodio que me sucedió con Ana y puede que se haya enfadado. Pily me parece que se enfadó por aquello que le dije de que le iba a pedir por novia. Me dejó de llamar y de escribir. Más tarde le llamé yo y me dijo que era mentira el enfado, pero no volví a saber de ella.

  Un día escribí: A veces pienso que el olvido es muy extraño. Las cosas marchan tal y como llegan. Pero me hice un lío con los verbos y no lo continué. Ana, en el baile me dijo un día: “Tú no me caes pesado, pienso que eres bastante simpático”. Ahora dudo que piense igual. Y escribí: Dime si algo ha cambiado entre tú y yo. Dime si ahora…, pero no lo seguí. Cuando bajé a Ramallosa, me encontré con una carta de Ana. Y, mientras subía, pensaba escribir lo que luego escribí. Muchos días de sueño, (antes había puesto “fueron”) de ilusión; al menos la tristeza no nos la robó tan pronto. Teníamos tiempo para saborearlos en medio de la felicidad de aquellos instantes. Ahora llegaron a su fin, no importa, un día así tenía que llegar. Pero no se va de vacío, te deja unos días de recuerdo. en verdad, se me pasaba por la mente el escribirlo. Se puede eternizar este sentimiento.

domingo, 13 de enero de 2013

Mariora dijo José Angel está triste


  Mariora dijo: José A está triste porque Quico no le deja ver la tele (El me dijo que, si quería verla, fuese para la de color, con todos). Mi madre dijo: “Tiene 24 años. Voy a ir. No quiero gastar una luz”. No sé por qué voy. Por un lado pienso: Porque me despierta, y por otro: Me hace daño. Pero no quiero quedarme sólo en cama. Pudiera ser peor. Sería peor.

  Fui allí. Pensé que lo peor sería al principio, pero en cuanto llegué la chica se desnudaba. Me fui. No, olvídalo. Me parece que un desnudo era lo que buscaba ver. No me preguntes qué me ha pasado ahora, porque ni yo mismo lo entiendo. Algo que pudo haberles enfurecido, fui a lo de Chicha a buscar horquillas y me paré con Mari Carmen. Me dio el papel indicador del viaje y me dijo que le llevase hoy la pancarta y el estandarte. O mañana a Lence. Me imaginé que los tendría Nacho. Al volver me había olvidado de las gaseosas, (creo que fue entonces lo de Mari Carmen). Me preguntó por ellas y volví a preguntar. La respuesta fue “si”, me preguntó que fuera a ver si quedaban y quedaban seis. Dijo que valdrían. Me parece que está afeitándose, pues hay luz y creí verlo a él. Le dije lo de M. C. “La pancarta está en Vilariño, quedó allí. Llama al Padre Luis”. Le llamé.

  Como estaba en la cocina, pensé: Se lo pregunto yo. Pero al ponerse él, apareció mamá y sólo le dije: te va a hablar mi madre. Estaba allí. Pero M. C. me había dicho a ella o a Lence, puede que lo quisieran para algo. Y a partir de ahí empezó a endurecerse todo. Se lo dije cuando estaba en el televisor, no me hizo caso, así que fui a la cama diciendo: Tú cuelga, después te lo digo, me gustaría que le colgaran. Pero colgó y me dijo eso mismo. Yo le quise decir que no tenía intención de que se pusieran así. No sabía nada. Supongo que pensó que quería terquear. Se unió también mi padre a la discusión. Y aquello se volvió más negro. “Seguirá discutiendo en bajo. ¿Qué le vas a pedir?”: Yo vi negra la máquina, así que me callé. Cuando pasó todo dijo mi madre que había que poner la mesa, y le dije: Yo la pongo. Como se refirió al episodio anterior, le comuniqué mi no intención y respondió: “Eres tan terco”. Pero no comprendí nada. Había que preguntarle algo a mi padre y me dijo: “Tú no”. Y ahí acabó todo. Ahora vamos a comer y después se van.

  Creo que fue de cuando me empezaron a decir que no esperara nada de mis hermanos, cuando empecé a fijarme en el novio de Mariora, Gil. No sé por qué lo hago, el caso es que no le veo tan separatista como tal vez otros parezcan. Me lo recordó hoy, porque pienso que lo que tengo yo es una especie de mimo en mi manera para hablar, en el fondo me parece tonto. Sólo sé que Gil me contestó cuando le pregunté, pero me quedó un sinsabor extraño. Quise expresarlo en un poema, pero no me convence mucho. Te lo voy a decir a ti, me gustará qué puedo decir a través de ella. Muchos ríos, muchos labios, muchas palabras que brotan de un mismo manantial, de donde bebió la vida, cuando necesitó darle agua y viento a tanto verde. Todos juntos, pero el mismo lenguaje de nuestros sueños, todos aquellos de un dios, cuando chiquitos, y quisimos conocer lo que había detrás de nuestro alrededor. Y encontramos todo, tan grande se mostró la naturaleza, que nos gustaba crear más y más palabras. Ya sabes que me gusta escribir. Lo que quise empezar a decir en el poema es diferente a ese mañana. No sé decir que el mañana pueda cambiar de un modo tan brusco. No tengo palabras para definir esa sensación de extrañeza, hace mucho que caló en mi interior para responderle por mis labios.
  No sé qué es lo que quiere, si busca algo a mi lado para hacerme dudar otra vez. Ya pasó, tanto tiempo conocí imágenes de ese tipo, ahora no quiero decirles que me pueden olvidar, pero sí sé que tengo en mi alma otras muchas cosas que pueden saciarle. Ahora le dije a Nacho, si iba a ir a Vilariño para llevar el estandarte éste grande que me puso mi madre en la habitación. Él me dijo: “Mamá y papá casi le pegan porque el estandarte está en VIlariño”. Y me parece que es eso lo que me enfurece más, porque ahora pensé: Bueno, se pusieron así porque son así ellos (aunque dije palabras peores, en relación con el “así”. Y sé que voy a lamentarlo un día. Tanto que pienso de que con una barra de pan al día me basta, me voy a tropezar con una desilusión. Quico salió. Le dije a Mariora si había dejado las luces encendidas para cuando llegase, y me contestó: “Si, tranquilo que no se queda fuera”. La noto cambiada ahora que vino de Lugo. Yo te iba a decir que ella misma debe tener una responsabilidad que yo desconozco, y se enfadó porque le estropearon la plancha, pero cuando se marchó Nacho, me dijo: ¿ahora qué querías tú, que antes no pude atenderte?. Y, cuando le enseñé la camisa de manga corta que pensaba llevar, me dijo que me iba a planchar otra, que ésa era muy fea.


sábado, 12 de enero de 2013

Abres tu mente





Abres tu mente
y sus luces te llenan de florines de escarcha
al contemplar
que está despertando el día.
Hoy estamos vivos…
y sólo por ello debemos sentimos grandes.


                                         -2012-

jueves, 10 de enero de 2013

Y descubrí dentro del mundo




Y descubrí
dentro del mundo, tu alma…
como una parte de mí muy grande.
Y me quedé tan enganchado de ella
que me enfrenté a mí mismo
aún a riesgo de perderte
y de perderlo todo conmigo.
Y descubrí dentro de tu alma una luz
que me hizo comprender…
y comprenderlo todo.
Y en cada pedazo del camino había sueños…
sueños más grandes,
noches inmensas.
Y encontré dentro de mi alma una luz
y un deseo…
aún a riesgo de perderte
y de perderlo todo a la vez.
-2012-

miércoles, 9 de enero de 2013

Cuando tu sueño se acaba


  Cuando tu sueño se acaba
y te quedas contigo mismo,
vuelven a ti esos fantasmas,
vuelven a tu lado… y son los mismos

que en un tiempo se alejaron de tu vida
para ver tu fortaleza al caminar,
pero hoy te rinden… y te sientes dolorido
porque crees que no existe un más allá.

No te rindas… si el espacio que hay en tu alma
lo llena su alma y lo que ella te enseñó,
no te rindas si aún crees en el mañana
porque ella… ella nunca se rindió.

Cuando la vida te falta
y el desierto se hace grande para ti,
tómame!, si tú crees en la palabra
y crees que ahora te empuja a vivir.

encontraste en el camino una razón,
sueña conmigo y no te rindas!, porque debes
s     Sueña conmigo y no te rindas!, que ahora
er el alma que esta vida en ti engendró.

Cuando la vida te falta
y te quedas contigo mismo,
ya sólo miras las huellas:
las huellas en el camino.

Pero que nada retrase
tu respuesta al caminar,
“sólo son huellas”; piensa dentro,
“sólo estelas en la mar”.

Cuando la vida te falta
y te quedas contigo mismo,
ya no mires a los fantasmas,
diles que no eres el mismo

que necesitaba prender de su camino
lo que sentía… y encontrar un sueño más
y atar su alma a un desafío:
a una meta por lograr.

Cuando la vida te falta
no te quedes contigo mismo:
quedan a tu lado sueños,
quedan a tu lado mimos…

los que encontraste soñando,
de ello yo soy testigo,
la vida te los irá mostrando
como pasos… en el camino.

Y ya no mirarás el fuego
ni ese humo que se fue,
no es fácil, pero tú puedes:
hoy lo puedes entender

que los caminos a veces
se van como llegaron
y tan sólo te queda el tiempo…
y lo que el tiempo ha llenado.

-2012-


Y en otro tono: Vete a darles verdura a las gallinas y a los conejos

A ti te molesta que yo no sea mayor. “¿Cómo?. Tú haces lo que se te manda -dijo mi padre. Para ser mayor hay que saber pensar.

  Después entré a casa.

  “¿Sabes si Chicha tiene tallarines?, ¿sabes qué son?. Le respondí: “Si, aquéllos pequeños”. Hablando se entiende. “No, son como fideos”. “¿Viste, Mariora?”. No sabe. Voy yo”.

  Estuve allí parado varios minutos. Incluso ahora estoy escribiendo en las escaleras, sin saber si va a ir o no. Sólo pienso que, si al final no va, puede que piense: ¿Viste?. Te encerraste arriba y no me lo recordaste. Lo que temo es cuando empiece a oír la máquina. Pero ahora voy a escribir. Quiero terminar la hoja.   Y escribí. Veía más el final pues quedaba poco.

  Me alegraba por Teresa. Podría llevárselo el domingo. Mi padre iba a llegar a comer y quería terminarlo antes. Pero no pude. Me quedó en la última. Y me da rabia. Pero me parece que oí que el viaje a Lugo es mañana. Si es así y van ellos, todo tranquilo. Recuerdo también antes de ayer, que se puso Quico conmigo como una fiera. Me pregunto si papá me había dejado la máquina. “No sé”, le respondí. Entonces no te dejó tocarla. Es por el episodio cuando le riñó. Yo no contesté nada en aquel momento. Me parece que hace días dijo que no me dejaba. Pero ayer ya la usé. El me lo preguntó y le volví a decir que no sabía. Me dijo: “Si la rompes, no me eches la culpa”. Yo pensé: Si es por eso, no te preocupes; pero no se lo dije. Y eso me parece que es lo peor, el no decirlo. Vino mi padre y me quedé sin escribir. Creo que voy a preguntarle si me la deja. Me doy un setenta por ciento. El caso es que cuando escribía pensaba que sería fácil, pero ahora ya lo veo más borroso. Lo que me parece que sí es verdad es que si no la bajo y la subo, no la rompo.

  No me decido. Voy a ver si termino la hoja antes. Antonio también me dice que voy a pasar más hambre que él. Y no sé, porque yo desde el principio había planeado otro camino distinto, ahora veo que sólo era ideal, que la vida era otra cosa. No estaba preparado. Y siento que ahora sí me he perdido.

  Vivo con miedo, es como si me educaran por el miedo. Las figuras de los padres, me gusta Eladio que les trata como hermanos. Yo quisiera aconsejar a muchos matrimonios, supongo que algo les orientaría. No sé quién me dijo que al final y transcurrido un tiempo, se olvida todo. Cuando recuerdo esto, lo primero que pienso es que tengo una boca para dialogar. Lo que sí tengo es la mente llena de imágenes sucias. Y todas me quieren turbar. Recuerdo uno de los últimos poemas que escribí hoy, que decía que mi camino venía a ser la religión. Y yo me pregunto si algún día lo pensé en serio. Me parece que nunca. A medida que paso las hojas, tal vez vaya cambiando alguna palabra. No quiero quitarle el significado, me parecerá ya dicha, o que hace mal rimando. A veces, frases, porque me parece que al principio tiraba más a las imágenes bellas o incluso palabras que yo mismo desconocía, como medio para ser poeta. Me parece que cuando se las dejé a Tere, le diré que coja, si quiere, las que más le gusten.

  A veces yo mismo me sorprendo de mi capacidad en aquellos instantes, al escribir. Pienso que me voy a estropear la vista, tanto escribir aquí arriba. O hacer crucigramas, o leer cartas.

  Al final, se lo pedí. Fui arriba no muy decidido y crucé la puerta para decidirme. Al encontrarme con él, se lo dije: “Ahora que ya la has estropeado”. Sólo terminé la libreta. Después bajo. Y dije: No está estropeada. Pero él no lo oyó bien y, desde abajo, preguntó: “¿qué has dicho?”. Que no está estropeada. Entré y la terminé. Después lo dejé. Ahora creo que no tengo derecho a contestarles ni otras cosas peores.

  Me dan pena, porque soy incapaz de ponerme en aquellos instantes pasados. Ahora empieza la película “S”. Quería verla, pero al final me he decidido a no verla. Me metí en cama y encendí la luz para hacer un poema. Pasó mi madre por el pasillo y comentó: “Ya está el poeta éste”. Me da igual en el sentido que lo haya dicho, me molesta. Puede que sea bueno, porque ayer, en un momento, me llamó “corazón”, y creo que “hijo mío”. Pero no es eso lo que me anima ya.


sábado, 5 de enero de 2013

Hincado en el suelo con raíces centenarias


Hincado en el suelo con raíces centenarias
el olmo busca el sueño que el hombre le quitó,
hoy vive cada instante y respira en las mañanas
y sus versos permanecen… porque nadie se los quitó.

Él escribe por la noche cuando todo el mundo duerme,
cuando el mundo se detiene y calla… se escucha su voz,
él escribe por las noches cuando mira las estrellas
y sabe que no hay nadie… más allá del corazón.

El podría describirnos cien cuentos de princesas
y hablarnos de los sueños y hablarnos de amor,
él podría relatarnos la vida en sus mil lenguas,
pero su alma está en silencio…
y sólo la siento yo.

-          2012 -


viernes, 4 de enero de 2013

¿Viste? A mí también me molesta

eso de que haya bajado del fallado a buscar agua en la botella porque me estuvo llamando y yo no le oía porque estaba en los conejos, dándoles unas ramas que había cogido de cuando fuí a llevarle la tijera grande de podar a Quico, pero eso de que haya bajado no le da derecho a decir: “Ya estaba escribiendo poesías en otro lado”. Al contrario, cuando le oí me disponía a entrar en casa y me apresuré en dirigirme al fallado, pero ya era tarde.

  Cuando se puso así, pensé: Eso es lo que le gusta pensar. Y creo que estas palabras también tienen un poco de razón. Me parece que fue en la Junquera cuando me encontré con Isabel y le dije: Voy a limpiar de hierbas los pimientos. Me respondió: “Yo si fuera tú tendría aquello cuidadito”. Ahora que empecé a hacerlo. Limpié ayer las remolachas. Ahora, ya regué el sembrado, la tira de la puerta, cogí cinco bolsas de manzanas, son las doce y voy a subir a escribir. Las camas quiero que les dé el aire, como siempre me dice. Y, al final, tengo miedo. Pero me importa un rábano.

  Cuando estaba arriba, me acababa de sentar, me dijo: “Llama a Quico, que guarde todo porque tiene que bajar a Ramallosa. No lo oí mal, me ayudaba el hacerlo yo antes que ella. Bajé y desde la puerta le llamé al seto de afuera.

  Me habló otra vez y, como no le entendí, subí al fallado. Me dijo: Vete afuera, da la vuelta y no hables a gritos. Eso ya me enfadó. Me decía: Ya sé por qué lo hace. Y cuando Quico me preguntó: “¿por qué no me lo dices desde ahí?”, yo le respondí: no quiere. Me parece que la razón principal por la que hay problemas que no te cuento, es porque prefiero escribir a máquina, y ya sabes por qué es. Ana, cada vez me repite más las palabras tuyas, porque me quiero convencer de que son verdad, pero ya ves. Esta mañana me dije: Bueno, voy a regar los tomates y así riego el kiwi. Me quiero decir que hago bien obrando de esta manera porque así le ayudo a mi madre y hago algo que le gusta para después escribir a máquina sabiendo que ella queda un poco más alegre. Así espero a que salga el sol para poder escribir. Y regué los tomates procurando que tuvieran todos. ¿”Meaditas”, como dice ella?. Cierto es que mi mayor preocupación es que salga mucha por fuera. Después de los tomates y el kiwi, las manzanas quedan para cuando las riegue propiamente. Me cansé. No quiero regar más. Lo demás para otro día, como dijo Isabel. Pero todavía no daba el sol. Haré cualquier cosa, entras al baño o hacer las camas. No, las camas no, tienen que ventilar. Pero, espera un momento, ¿qué te cuesta regar lo del pozo?. Tienes allí la manga y aquello necesita agua, vamos a regarlo.

  Y fui. Regué a ambos lados de la cuesta. El otro día les eché agua. Ya van poco a poco. Un día les haré una especie de agujero, para retenerla. El agua resbala, pero me parece que no se irá del todo, porque recuerdo flores en la parte de debajo de la casa que una noche estaban casi marchitas, les eché agua y al día siguiente estaban jubilosas y frescas. Lo que procuraba que no ocurriese era que el agua saliese al camino, se perdía. Y unos círculos que estaban rodeados de piedras, que el agua no saliese mucho de allí. Había un ramaje de dalias rojas en cada lado de donde empieza la cuesta, pero aunque todas o casi todas las veces las regaba, no asomaba ninguna flor. Tal vez es fe, decía. En el que está al otro lado de la entrada tampoco tenía, pero yo regaba y regaba porque tenía que haber. Y al final salió una. Tal vez sea eso. Bueno, le pongo la manguera y la dejo un rato, me entretengo en otro sitio. Cuando ya había regado un rato, me dije: “Bueno, a subir”.

  No respondí al momento: Bueno, si, pero ahora que estamos aquí, podemos regar las de frente a la cocina. Están secas algunas y hace falta fe. Fui allí y regué. Eché en varias, en todas y hasta utilicé el cubo para hacer tiempo y que regase un poco más. Después creo que apagué el agua y estaba allí cuando los cubos. Mamá se asomó a la ventana de la cocina, y creo que me dijo algo así como que encendiera el grifo para regar esas flores. Un poco disgustado, porque había regado aquello por ella, en parte porque me enfadaba verla así, le contesté que las había estado regando. “No tienen nada de agua. La tierra está seca”, me gritó. Creo que ahí empecé a ponerme de malhumor. Porque podía habérmelo dicho de otra forma, diciendo que echase un poco más. No, tuvo que decir eso de que no había echado nada. No sé si contesté mal, supongo que malhumorado como estaba, debí decir eso de “a ti te gusta pensar así”, aunque no creo que lo oyera. Debió ser ese disgustarme viendo que estaba en el error. Siempre terminas moviéndome eso que me dijo el cura de que si veo que está en un error, hacérselo reconocer. Eso aquel momento, era sólo el pensamiento de fondo, porque la realidad no era ésa. “Ven, que te voy a partir la cara, por contestar”. Ya no sé continuar, sólo regué, salió y me dijo que había allí dos flores que habían empezado a brotar y no tenían. No me había fijado en ellas. Tal vez porque yo me había preocupado más por aquéllas que tenían flores secas. A ésas eran las únicas que no tenían. Pero no fue sólo aquello aquel momento, no había regado nada. Y me enfurecí. No debo de pensar mandarle a la mierda. Y hoy hubo otra riña. Era por la mañana. La única tienda donde suelo decir que me separen lo que yo debo para pagarlo después, no cargar en la cuenta de ella, ya me valieron los primeros días en que decía: ¡Arre con los bolígrafos!. Sólo en Chicha había dejado. En las otras tiendas no quería. Creo que por una parte me daba miedo a lo que pudiesen decir, sólo porque no sabía qué sería eso, y por otra mi madre no tiene ninguna cuenta. Además, podía olvidarme. Sólo recuerdo una vez que, en la de la carretera, dejé a deber un duro, creo que de la libretita que compré. Lo pagué al siguiente día que fui.

  Ayer necesitaba hojas. Creo que el ir a decirle: “Voy a hacer esto o lo otro”, le molesta. Es diálogo, si, pero se lo digo porque lo principal es el dinero. Y ella no tiene. Lo de las hojas se lo dije. Fui a la tienda y le dije que se lo pagaría otro día, pero no tenía. Hoy me preguntó si tenía dinero para ellas y le dije que no. Pues de ahí vino la riña.

  “Todos me llaman el tontito. Y eso me duele. Tenía ganas de decirle que también me lo llamaba, sobre todo inútil, pero no quise”. Yo le debo las doscientas del maíz (le dije de dónde habían salido). Y me marché a Ramallosa disgustado. Me hace dudar de mi razón. Tal vez lo hable con Quico. Cuando subí de Ramallosa le intenté hablar un poco, para que olvidase. Se mostró un poco enfadada todavía en la primera respuesta, pero le dije que había unos pimientos en el suelo y me contestó que los metiera. Les di pan a los animales y subí a escribir. Parece ser que salió y los perros fueron detrás. Después entró por la principal y dijo: Y el otro (o mi nombre, no me acuerdo) se encerró arriba y los perros salieron y no les llamó.

  Me enfurece, pero seguí escribiendo. Después me llamó. Yo bajé. Me hablaba por la ventana.: “Eso lo tenías que haber hecho desde el principio”. Tuve que subir a bajarle un cubo. Ayer lo había yo subido lleno para regar. Me dije que después subiría otro, pero no lo había hecho. “Algo se interfirió. No sé qué”. fui a vaciar agua del pescado y me dijo que a Blas habían estado a punto de atropellarle. En la carretera. Y yo escribiendo. Le quise decir que cuando salgo yo, Sulote va conmigo y yo le llevo. Blas le hace más caso a ella que a mí.