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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



sábado, 18 de febrero de 2012

POR EL AMOR MAS GRANDE



 amor no tengas miedo
que yo cobijaré tu piel
con mi piel de vientos y tempestades,
del frio con mi cuerpo,
                                         con mi pelo secare tus lágrimas,
con mi amor se desvanecerán tus miedos,
con mi fuego calentaré tu alma,
con mi aliento cubriré tu cara
y seremos dos seres en uno,

nuestras almas serán una sola alma,
viajaremos a mundos desconocidos de amor
y de pasión desenfrenada,
nos saltaremos reglas y leyes,
jugaremos con nuestros cuerpos,
desnudos hasta que los acaricie la luz del alba,
saldremos a pasear bajo la luna llena, que será testigo único
de nuestro amor,
nuestros cuerpos entrelazados se fundirán en un sólo cuerpo
y así nuestras almas serán una sóla alma;

nos juraremos amor eterno
y realizaremos una historia de amor jamás contada,
seremos el uno del otro,
como la tierra y el agua,
el deseo será nuestra morada,
fundiremos amor y pasión, como se funde el azúcar en el agua,
tu vida será mi vida, mi alma será tu alma será tu casa,
haremos un revoltijo de dos cuerpos en una cama.


Respeto y amor será nuestra bandera,
besos y abrazos nuestra casa,
pasión y deseo será nuestro camino ,y nuestra ley más amor
para mañana daremos un hogar a nuestros hijos,
y les enseñaremos a amar en nuestra casa,
y seremos la pareja mas amada.


Cristina

      
                        
                       Cada trazo en los papeles       
es una     Rosa blanca en su mirada
             I es un bello amanecer
          Sencilla e ilusionada.

                Tiene ojos de acuarela,
                      Inquietud en sus palabras,
          es Niña cuando me mira,
                        Adulta cuando me  habla.  
                 

Hoy la ciudad se levanta


Hoy la ciudad se levanta               
como una mujer… desconocida
para mí;
su niebla dibuja un arco a mi alrededor,
seduciéndome.

La brisa corta el aire
y me lame… me obsesionan sus luces magnéticas,
grises:
inciertas…

su entorno gladiador y místico
a la vez.

Hoy he dejado de creer en las marionetas que el mundo enarbolaba ante mí…
para defenderme,
para defenderte.

-2010- 


Se la enseñé a mamá

 y me preguntó dónde estaba. Le contesté: entre las rejas. Ya levantó un poco la voz: "No, en el abono". "Entre las rejas", volví a decir. "Enséñame el mango".  Me dije: "Llega la hora de que me dé la razón".
  Esperé, porque hablaba por teléfono. "Me caerá a mí, pero no estaba donde tú dijiste; además, tú también buscaste en los conejos". Cuando terminó de hablar le di la hoz. La cogió diciendo "en el abono".  Cuando veía, me alegré: iba a reconocerlo. Me dio la razón pero me dijo: "Aquél tampoco era su sitio".    
  Cuando ayer venía de fiesta, venía pensando en un posible poema, pero lo quise dejar para esta mañana y se me olvidó. Venía de la fiesta con el callo del pie doliéndome. Sólo bailé una, pero no lo pasé tan mal. Prefiero guardarme para las fiestas de mi pueblo.
  ¿Qué puedo decir cuando dejan de escribirme?. Pensaré que fueron solamente un paso en la vida. Ya las habré perdido para no volverlas a ver, pero se irán con una sonrisa y yo me quedaré pensando qué será del viento cuando no las encuentre conmigo. Nunca he pensado que las he perdido para siempre. No sé qué me pasa estos días.
  Mi tío Eduardo me escribió hace varios meses. Muchas veces me he puesto a escribirle y he terminado rompiendo la carta, a veces hasta ni empezada. A Teresa, a Ana, y a otras, con unas ganas grandes de escribirles, y nada.
  Oye, seas quien seas, quiero que sepas que solamente te haré una pregunta, una palabra. No importa lo que haya que esperar: días, meses, incluso puedo esperar un año delante de ti, inmóvil, serio, contemplándote. Sólo te hará una pregunta, un instante del que puede depender todo un mañana sin tiempo, indefinido. Esperaré, no me habías dicho nada y quiero ser libre para soñar. Quiero poseer el mundo en esos instantes, mientras espero. Todavía no he perdido la ilusión. No querré grandes elocuencias, no; una palabra, quiero que seas tú lo que tenga que decidir en este instante. Tú le puedes dar a una hora el valor de un segundo, pero quiero que sepas también que puedo ser despiadado, traicionero, podré mirarte de reojo sin estar tranquilo, tal vez porque no puedo olvidarte.
  Te dije que había hecho una bandeja, y si no, te lo digo ahora. Si, una bandeja, al principio no sé cómo la quería, pero más o menos entendí el esquema. Con dos asas para coger. Y la hice.
  Varios mimbres se rompían, sobre todo al intentar doblar por debajo: a pesar de eso algunos quedaron bien así. Y al rematar por las asas, quedaban mal doblados porque había que meterlos por los espacios y se quebraban. Uno de ellos quedó sin darme cuenta por detrás. Y me repetía: Para la próxima lo haré más estudiado y lo haré mejor.
  Y empecé otro, me mareaba, en sentido figurado, contando los agujeros y predisponiendo los remates. Empecé por una esquina. Mañanas enteras empleaba, para fijar cada vez más la atención. Con la regla, el lápiz, la goma, hice los agujeros y preparé unos mimbres. Recuerdo que, cuando iba a empezar la primera, me decía: No sé cómo saldrá, la idea la tengo, pero sería mejor viendo un esquema. No sé cómo quedará por arriba, pero resolví:  hizo los agujeros a voleo, da igual como salga, siempre será la primera.
  Había comenzado ésta segunda con mucha ilusión. Entre ayer y hoy y no sé si antesdeayer, terminé de rematar por abajo, ya con el asa, incluso la procuré hacer un poco baja porque le gustaba más a mamá. La hacía en la cocina, señalaba los agujeros para otro lado. Llegó a casa y me dijo: "Tráeme la tijera para cortar el asa, así quedará mejor". Pero me enfadé: Ahora que me había hecho ilusión, pero no me salió más. Mariora me dijo: La ilusión la puedes tener ahora. Antes de cortarla me dijo que el asa le había quedado muy alta, así que le traje la otra para comparar  y había quedado más baja, la cortó. Jo, yo no quería los mimbres para esto. Tenía ilusión en tenerlos, para hacer, pero sigue sin escuchar. "Queda bien, ¿te gusta?", todo cosas demasiado superficiales.


sábado, 4 de febrero de 2012

Hai ronseis de música

II

Hai ronseis de música nos aloumiños da noite,
imposibles figuras que non logro descifrar.
No borde mesmo do predicamento conceptual,
océano: gaiola de lanternas infinitas na
quietude de espazos infinitos.


Hay estelas de música en las caricias de la noche,
imposibles figuras que no logro descifrar.
En el borde mismo del predicamento conceptual,
océano: celda de linternas infinitas
en la quietud de espacios infinitos.


Pequé por vez primera

  Pequé por vez primera entre los árboles del bosque. 
No sé qué árboles eran ni qué pecado pude cometer, 
pero cuando me vea en el agua del río reflejado entenderé la razón que me llevó hasta ellos. 

  Pequé, si, entre los árboles, de una forma irracional, casi pueril, 
como los infantes al retomar el camino, 
como las huellas que allí dejaron. 

  Era la primera vez, 
me quité las sandalias como signo de arrepentimiento 
y el contacto con la tierra me trajo paz 
y me trajo silencio. 

 Sin dudarlo volvería a pecar 
con el fin de sentir la dulce sensación que sentí entonces. 
Los árboles aún los conservo en la memoria, 
no así el bosque…  
que el tiempo destruyó. 

             Mi pecado fue no vivir el momento.


Debí contestarle, y lo debía hacer siempre.

  Recuerdo que ayer, cuando por la noche salimos, en Bayona, cuando aparcamos el coche, al principio no quería ir con mis padres (Jo, qué aburrimiento, sin hablar). (Bueno, sólo es un rato). Cuando íbamos por la acera, yo fui detrás, porque iba a mi paso, tranquilo. Ella se volvió, y me dijo: Eres tú quien se margina. "Si, quizás, antes si". ¿Te das cuenta?. Ahí quedó la cosa.

  Cuando estábamos bebiendo, que Quico me cogió un papel que llevaba en la camisa y me pidió el bolígrafo, que no lo llevaba, contando que a veces me despertaba a las horas de la mañana para escribir, yo intentaba estar alegre, con los demás, y miré a mi padre, no sé por qué. Él estaba intentando esos ojos de mirada fija para intranquilizarme. Pero me dije: ¿Qué crees que haces así?. Y no pasó nada más. Ahora hubo una discusión con Quico, más que una discusión, una riña. No salí muy contento de ella. Cuando iba a hacer la primera bandeja, me dije: ésta por ser la primera. No sé cómo saldrá, pero veo qué tal. Mamá me dijo que bien, pero a mí no me terminaba de gustar del todo. Hoy me dispuse a hacer otra, pero estudiando cómo podía ser. Después de más o menos una hora, vi una posible solución. Empecé a hacerle agujeros, y Quico me llamó para que le sacase la escalera. Me enfadé, pero dije "después la termino". Y salí. Fui a buscarla al sótano y no estaba. "Voy a los conejos y me queda de camino a la caseta. Pero arreglé aquello y no sé si estará. Bueno, voy a la caseta y luego allí". Fui a la caseta y no estaba. "Ahora recuerdo que la coloqué en los conejos". Pero iba un tanto enojado. Se la llevé y me dijo que le buscara la tijera. "Creo que la he visto en los conejos". Pero discutí. "Jo, no sé, creo que las usó papá". Cuando le traje una, iba a llevarle la escalera. "No, la llevo yo". Comprendí que se había enojado e intentando calmar un poco, le dije: "Así lo llevo con la azada y hago fuerza". Me respondió: Eso lo tenías que haber hecho hace nueve años". Y me fui, disgustado. Lo que me admiró tal vez tanto como el que más, fue un día que estaba haciendo la habitación y, sin querer, leí una carta de mi hermano. Y digo que me extrañó porque a mí me habían dicho un día que mis palabras eran bonitas porque hablaban de algo poético, pero él… no sé cómo definirlo, tal vez porque hablaba con la intención de aconsejar, todas intentaban aclarar un problema. Y eso me señalaba más a lo que podía ser la sinceridad. No eran muchas las amigas que buscasen eso, no, no es verdad, alguna vez todas lo hicieron, lo que me admiró fueron aquellos consejos. Esos si eran de verdad. Mis consejos eran vulgares, a veces hasta ni tenían salida. Y los dejaba sin acabar. No sabía acabarlos. Todo se quedaba en las intenciones. Se volvían niños, como yo, y eran tan distantes, que les era mejor perderse.
  No sabían, se contentaban con lo de siempre. Se hacían ridículos, debías ser tú mi auxilio. Mis palabras querían hacerse apoyar, trataban, pero no encontraban a nadie. Sentían, a solas, que ya había pasado el tiempo, sentían que su llegar era siempre un llegar tarde. No habían nacido para mí, estaban muy lejos, muchas veces intentaba consolarles. Ponían toda su buena intención, pero ahí se quedaban. 
  "Tú siempre me enseñaste, tú siempre fuiste mi compañera. No sé qué decirte, tal vez por que oigas mis equivocaciones, aprenderás la verdad. Ya sabes cómo soy: nunca en el mismo sitio. No podré responderte a eso que buscas, tú me ayudarás a mí. Muchas veces me dicen que no reconozco mis errores, y yo, que siempre he aprendido en la educación de callarse, me callo. Y no puedo decir nada, porque si sigo algo "me parte la cara". Con mi madre es distinto, pero es también la misma tensión. Me admiró siempre la facilidad de mi hermana, Malena, por que cambie de tema. Sin embargo, hoy estaba mi madre limpiando una esquina del césped y me pidió la hoz que había comprado. Le dije que tenía que estar en los conejos. Sobre la jaula, en un estante, sobre el pilón, no estaba. Entonces se desahogó: "Doscientas pesetas tiradas, soy yo la que trabaja en la Ferretería y estoy muy cansada de aquello, pero no puedo dejarlo porque se necesita el dinero". Ya no era tanto el efecto de eso sobre mí, pero me fui enfadado. La usé una vez, si, pero la dejé sobre los conejos, varias veces dije que no la había usado, pero lo dije porque cuando la usaba, la dejaba sobre los conejos. "La ves tirada y no la recoges". El defecto mayor que tengo en esos instantes es que necesito bastante tiempo para fijarme bien, porque los ojos se clavan en cualquier cosa. A la caseta, al sótano, después fui a los conejos otra vez, pero ya iba pensando que no tenía por qué decir eso, porque no sabía cierto si había pasado eso. Pero bueno, eso lo dice siempre. Después de varias vueltas y de preguntárselo a Quico (a él creía habérsela dado, pero no sabía cierto que era este día, o ayer, pero me decía: Ya verás como no la tiene, el culpable soy yo, sólo falta eso). Me dijo que no, y me deprimí un poco más. Después de buscar un rato más, me asordé: Solían caer entre las rejas donde comen los conejos. Y fui. Allí estaba.